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El país|Viernes, 20 de abril de 2007

Rey de por medio, Argentina y Uruguay quieren mostrar resultados

Luego del encuentro matutino con el rey Juan Carlos, los delegados argentinos y uruguayos se reunieron ayer durante doce horas. Hoy intentarán sacar un documento conjunto.

Por Irina Hauser
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El rey Juan Carlos junto a Alberto Fernández y Jorge Taiana, a la salida del encuentro.

Desde Madrid

Como en toda España, el comentario candidato a romper el hielo era el gol de Lionel Messi en el partido del Barça contra Getafe, increíblemente igual al de Maradona contra los ingleses. El facilitador Juan Antonio Yáñez Barnuevo y el canciller español Miguel Angel Moratinos se deshacían en elogios al crack argentino. Fue al comienzo de la visita al rey Juan Carlos de Borbón, un hito clave como reflejo del ánimo de Argentina y Uruguay para recuperar el diálogo en el conflicto por la instalación de la papelera Botnia. Pero la instancia donde se empezó a cortar el bacalao fue el encuentro de casi doce horas que tuvieron ambas delegaciones íntegras en la Quinta del Palacio de El Pardo. Allí desplegaron papeles y debatieron con momentos de alta tensión hasta los puntos y las comas. Para hoy prevén mostrar algún resultado de este primer acercamiento, que intentarán resumir en un documento conjunto. La apuesta es generar una agenda de nuevas reuniones de aquí en adelante, algo factible si se tiene en cuenta que Su Majestad dejó en claro la voluntad del estado español de sostener su ayuda y no contentarse con haber sentado a los dos países.

“Fue un día intenso de trabajo y debate, positivo y alentador”, resumió el canciller Jorge Taiana al desensillar pasadas las nueve de la noche en el lobby estilo sixtie’s del hotel AC Monte Real, en el lujoso barrio de Puerta de Hierro. El jefe de Gabinete, Alberto Fernández, describió el reencuentro como “auspicioso” después “de un año sin diálogo”. El canciller uruguayo Reinaldo Gargano anunció que esperan “tener algo concreto” para “el mediodía o tarde” de hoy. En el balance, propio del día sándwich de la estadía, más de un funcionario rescataba que cuando parecía imposible recuperar un espacio para conversar, eso se ha logrado. Los argentinos, en particular, vivieron como un triunfo que se pudiera hablar a “agenda abierta”, algo que Uruguay antes no aceptaba.

El largo día empezó cerca de las nueve de la mañana en la Quinta de El Pardo, en las afueras de Madrid, donde se sentaron ambas delegaciones, una de cada lado, a una mesa con forma en U con el facilitador Yáñez Barnuevo en el medio. Cada equipo tenía asignada, además, una sala para hablar en privado. A media mañana los cancilleres, el Fernández argentino y el Fernández uruguayo (Gonzalo), secretario presidencial, se fueron para el Palacio de la Zarzuela, residencia de la familia real, ubicada en el mismo monte de El Pardo. El rey los recibió en la sala de Audiencias, la misma donde asumió el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Es un recinto poblado de cuadros, platos de plata y un gran tapiz. Enseguida los invitó a pasar a un patio con vista al bosque para hacer la esperada foto. Y todos contentos.

El anfitrión puso en palabras la satisfacción de “haber podido juntarlos” y la predisposición a seguir participando en el proceso de facilitación, sin escabullirse ahora. Insistió también en su anhelo de que “encuentren una solución”, cosa de comprometerlos en persona. Venía todo en tono bastante alegre hasta que Alberto Fernández le volvió agradecer por sus gestiones, que permitieron la relocalización de la pastera Ence. Se hizo un silencio, y Gargano le gruñó: “Todavía no está aprobado el traslado de la planta a Colonia”. En los 45 minutos que duró la estadía en la casa del rey se pudo reinstaurar la buena onda, que volvió a tambalear por momentos cuando, con el regreso de los jefes políticos de cada grupo a la Quinta del Duque del Arco (como también se llama), cobró impulso la mega-reunión que seguiría hasta la noche.

Allí, como preámbulo, ambas delegaciones plantearon sus convicciones sin tabúes. Argentina reclamó la relocalización de Botnia y uno de los primeros contrapuntos se produjo cuando se señaló la violación al Estatuto del Río Uruguay por parte del país vecino al haber aprobado la instalación de la pastera sin consulta. Los uruguayos dijeron que no tienen nada que hablar al respecto, ya que es un asunto que se discute en la Corte Internacional de La Haya. Otro momento incómodo surgió cuando Alberto Fernández recriminó a los orientales su obstinación en querer debatir sólo con “los hechos consumados”. Los delegados de Tabaré Vázquez contestaron con el argumento del enorme daño económico que les producen los cortes de ruta y su oferta de un monitoreo conjunto de la producción pastera. Trataron de dejar en claro que tienen interés por la preservación del río compartido, donde irán los desechos de la papelera. Yáñez, paños fríos en mano, elogió “la sinceridad de todos”.

El espíritu del intercambio, que tuvo un recreo para el almuerzo, fue dejar en claro los distintos puntos de vista para poder detectar los problemas a solucionar, según acordaron ambas partes. “Siempre es bueno poder hablar mirándose a los ojos”, se puso poético el jefe de Gabinete argentino. “No se trata de concesiones, sino de acercarse”, estableció Taiana. Los delegados de ambas orillas enfatizaron que esta suerte de mate de la paz que se vinieron a tomar a Madrid, “no es un punto de llegada, sino un punto de partida”. Es, definieron, la resurrección de un diálogo que, en realidad, tiene más pinta de una negociación en ciernes. Por lo pronto, aseguran, se irán a casa muy contentos si logran establecer una agenda de futuros encuentros. Estiman que el próximo deberá producirse antes de que Botnia ponga su planta de Fray Bentos en funcionamiento, algo previsto para septiembre. El escenario probablemente será neutral. Es decir, ni Argentina ni Uruguay serán sitios cómodos, con protesta ambientalista de por medio.

Para hoy, el plan de las delegaciones es poder cerrar este acontecimiento de tres días mostrando un documento conjunto que deje por escrito la voluntad de avanzar. Será una especie de declaración del Palacio de la Quinta de El Pardo, que –después de tanto tiempo y sudor– podrá pasar a llamarse la Quinta de El Parto.

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