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El país|Domingo, 22 de abril de 2007
EL GOBIERNO EMPIEZA A DEFINIR LA CANDIDATURA PRESIDENCIAL

Cristina toma vuelo

Kirchner aseguró arriba del avión que lo trajo de Venezuela que está trabajando para convertir a su mujer en presidenta. La percepción del caso Skanska. La mirada sobre la oposición. Y el sorprendente acercamiento del delarruista Nicolás Gallo a Elisa Carrió.

Por Diego Schurman
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–Yo lo tengo muy claro: la voy a defender para que sea presidenta.

A diez mil pies de altura, cuando la isla Margarita se desvanecía por la ventanilla del avión, Néstor Kirchner llamó la atención a una porción del pasaje. La alusión tácita a Cristina Fernández no se redujo a una postura frente a las críticas de la oposición: resultó también un posicionamiento respecto a las divergencias que atraviesan al oficialismo.

El Jumbo 747 de Aerolíneas Argentinas no tardó en convertirse en escenario de un coloquio. Hubo quienes se anoticiaron allí de que el enigma de “pingüino o pingüino” fue –en rigor, es– más que nada un juego mediático. Dicho de otro modo: quedó clara cuál es, en este momento, la voluntad del Presidente.

La insistencia sobre la candidatura de Cristina está poniendo fin a la resistencia de algunos sectores internos que hubiesen preferido trabajar por la reelección de Kirchner. Entre ellos quienes responden a Julio De Vido. El ministro de Planificación y la senadora arrastran diferencias desde tiempos patagónicos.

A Cristina le endilgan carencias. Una de ellas es su pobre, si no nula, relación con los movimientos sociales y piqueteros. Se trata de sectores que han sabido oficiar de andamiaje para la construcción del poder K. También le señalan su visible distancia con los popes de la CGT, a quienes De Vido les ha franqueado el paso hacia la Casa Rosada. A los desmemoriados: el máximo referente de esa central, Hugo Moyano, siempre bregó por un nuevo período de Kirchner.

Cuando el Presidente deje la posta a Cristina suplirá la función de alguno de sus ministros, ocupándose no sólo de contener a los sectores reacios al paso del bastón de mando sino también de ampliar la masa crítica K. Hay quienes creen que un eventual desplazamiento de De Vido del centro de escena sería fruto de las avanzadas judiciales.

–Ese es un tema de privados –repite Kirchner en defensa del ministro cuando alguien alude al caso Skanska.

La empresa sueca confesó que de sus oficinas se compraron facturas por 17 millones de pesos a 23 sociedades, algunas fantasma y otras que nunca prestaron ningún servicio. Esas facturas se usaron en la ampliación del gasoducto del sur y del norte. Amén de la consideración del Presidente, la Justicia también investiga el papel de funcionarios del Enargas y del Ministerio de Planificación Federal.

El controvertido tema suele sumir a los funcionarios kirchneristas en un transe hipnótico: definitivamente prefieren hablar de los escenarios electorales. Por eso, cuando la luz macilenta del avión reemplazó al impetuoso sol venezolano, uno de los que se arremolinó alrededor del asiento del Presidente soltó como hipótesis la posibilidad de un abroquelamiento de todo el arco antikirchnerista.

La conjetura de que Elisa Carrió, Roberto Lavagna y aun Mauricio Macri conformen un único bloque en octubre, a muchos les resultó delirante. Pero el acuerdo que la referente del ARI selló con Jorge Telerman en la ciudad revirtió esa concepción de mujer inflexible que la legisladora se había ganado en el mundillo político. La prueba más patente de su laxitud fue la presencia de Nicolás Gallo en el lanzamiento de la Coalición Cívica, un dato que sorprendentemente hasta ahora nadie había revelado.

Gallo fue secretario de Obras Públicas porteño durante la gestión de Fernando de la Rúa en la ciudad. Después lo acompañó en la Nación como ministro de Infraestructura y Vivienda y como secretario general de la Presidencia. Este mes, fue citado a declarar como testigo, junto a siete ex miembros del gabinete de la Alianza, en la causa que investiga los sobornos en el Senado.

En los albores del nuevo siglo, Lilita lo había señalado como el “recaudador” del delarruismo. Y de aquella denuncia se acordaron varios miembros del ARI, que esta semana, a través de una cadena de mail, pusieron en autos de la nueva adquisición a los distraídos. Página/12 le preguntó a Gallo por su acercamiento a Carrió. El ex funcionario se mostró embelesado con la fundadora de la Coalición Cívica (ver aparte).

Izquierdas y derechas

El papel protagónico que ganó Carrió en los últimos días reactivó, en la vereda de enfrente, la convocatoria de un encuentro de centroizquierda que se había suspendido en el verano. La reunión la motorizaron Fernando Melillo y Graciela Ocaña, nada más y nada menos que dos ex ARI convertidos en armadores K, uno desde la Legislatura porteña, la otra desde la titularidad del PAMI. Cabeza del denominado Grupo Bauen, la dupla encontró en el décimo aniversario de la muerte de Carlos Auyero la excusa perfecta para antagonizar con Carrió. Y en la sede de ex alumnos del Nacional Buenos Aires logró una foto junto a Carlos Tomada, Nilda Garré, José Nun, Eduardo Sigal, Ariel Basteiro, Diana Conti, Miguel Bonasso y Chacho Alvarez, entre tantos otros.

“Hay un fenómeno de desintegración de los partidos políticos y la Capital es una muestra de ello”, consideró Chacho en la disertación, al poner la lupa sobre lo que sucede en el distrito porteño. La vocación transversal del ex vicepresidente no parece ser una regla en la boleta K que acompaña la candidatura a jefe de Gobierno de Daniel Filmus.

El ministro de Educación y el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, fueron en busca de Susana Rinaldi. Pero la incorporación de la socialista se encontró con una muralla infranqueable levantada por Ginés González García. El ministro y cabeza de lista de legisladores hizo alguna alusión sobre el linaje no peronista de la cantante. Ahora el Gobierno intenta denodadamente crear un instituto de cultura ad hoc para cobijar a Rinaldi como parte de un acuerdo que incluiría a Héctor Polino, otro socialista que no desentona con el discurso oficial.

En la reunión en que se homenajeó a Auyero, Chacho no pudo dejar de sonrojarse cuando enlazó a Polino con el ARI y sobre la marcha se dio cuenta de que la Casa Rosada viene seduciendo al socialista. “Bueeeeno... esteeeee... estoy algo perdido con esta cosa cognitiva de las negociaciones”, salió del paso jocoso, causando la hilaridad de la concurrencia.

En los marasmos de la puja porteña, el kirchnerismo se relame del cisma que se produjo en el gobierno de Telerman. La renuncia escalonada de funcionarios de primera y segunda línea, producto del acuerdo con Carrió, no se detiene. De todos modos, resulta apresurado concluir que la sangría redundará en un fuerte impacto electoral.

El documento suscripto al término del homenaje a Auyero parece hecho a medida del nuevo escenario porteño. “Quienes hemos transitado por el centroizquierda en Argentina conocemos el desvanecimiento en proyectos meramente testimoniales o las consecuencias de elegir inadecuadas o insuficientes compañías a la hora de la construcción”, dice el texto. Es verdad que la frase puede caberle al dedillo a Carrió. Pero también al oficialismo. Incluso puede describir el fracaso de la Alianza y el ingreso a la misma de Domingo Cavallo, que el propio Chacho alentó en su momento. A propósito, el ex líder del Frepaso fue uno de los principales interlocutores de Kirchner durante el vuelo donde se reafirmó la candidatura de Cristina. En ese Jumbo también volaron los ministros De Vido, Jorge Taiana y Felisa Miceli, el gobernador Mario Das Neves, y los legisladores Nicolás Fernández, José María Díaz Bancalari, Edgardo Depetri y César Gioja, y el vocero Miguel Núñez, entre otros.

Desde su cargo de presidente de la Comisión de Representantes Permanentes del Mercosur, Chacho coincide con Kirchner en trabajar por la consolidación de una coalición de centroizquierda. Por las dudas, Carrió ya dejó en claro que esas definiciones la tienen sin cuidado: “A los que les quedan dudas de mi supuesta derechización, yo nunca fui de centroizquierda. Yo soy liberal de izquierda, porque soy cristiana radical”, se atajó.

Kirchner manifiesta una bronca reverencial hacia Lilita. Lo mismo le sucede con Lavagna, a quien se obstina en llamar Roberto en la intimidad, como si la distancia que los separara no fuera tal. A él le quiere demostrar más que a nadie que sus presagios nunca se cumplirán. ¿Qué pronosticó el ministro? Que en octubre quien irá por la presidencia será el pingüino y no la pingüina.

Los premeditados viajes de Cristina, reuniéndose con presidentes o primeros ministros, y acusando una agenda símil a la de un mandatario parecen indicar lo contrario. Estuvo en Francia, Ecuador y Venezuela. Estará en México y Estados Unidos, acompañada por... el vocero presidencial. Nadie duda de que con esas travesías se esté buscando la instalación de su candidatura en el exterior.

Los que le creen a Lavagna tienen sus motivos: Kirchner fue intendente de Río Gallegos y tres veces gobernador de Santa Cruz –con reforma constitucional en pos de la reelección indefinida– hasta llegar a la Casa Rosada. ¿Por qué dejaría su sillón cuando la ley lo autoriza a un nuevo período y su popularidad se mantiene alta?

Los exegetas

“Kirchner no va a tener ningún cargo. Pero sí un peso específico: va a organizar el movimiento popular, se va a ocupar de reformar la salud, de consolidar la economía. El está convencido de que este modelo da para más trabajo y para más recursos fiscales”, aseguró a Página/12 un hombre que conoce el pensamiento más profundo del Presidente.

La fuente lo dice una, dos y cien veces: igual que Cristina en estos cuatro años, Kirchner arrumbará hacia un bajísimo perfil. Cuesta creerlo. Sobre todo cuando representantes del establishment se reconocen en privado hablando del segundo gobierno K. Sólo el titular del Banco Macro, Jorge Brito, no trepidó en publicitar su preferencia por la continuidad del actual mandatario antes que su reemplazo por la primera dama.

–Es un cuadro político brillante –es la muletilla que esgrime el ministro del Interior, Aníbal Fernández, cuando escucha que devalúan a Cristina o la critican por sus llamativos atuendos.

Por irrelevante que parezcan, habrá que prestarles suma atención a los exegetas del Presidente. Esa cofradía no suele pifiar a la hora de anticipar los movimientos de la Casa Rosada. Uno de ellos, Carlos Kunkel, habla abiertamente del futuro promisorio de la senadora. Otro, Depetri, está en tratativas para llevar a Cristina al acto del Frente Transversal Nacional y Popular, que se llevará a cabo el próximo sábado en el Luna Park. La consigna será “Scioli gobernador, Filmus jefe de Gobierno”.

A miles de pie de altura, el hiperkinético Kirchner salpica su análisis electoral con temas urgentes. Transitó raudo por el conflicto docente, aprovechando la presencia de Das Neves en el Jumbo. El gobernador de Chubut escuchó una ocurrencia presidencial de “regionalizar” los acuerdos con el sector que tiene en vilo a Neuquén y Santa Cruz.

Otros, en cambio, fueron testigos de los zarandeos a Lula. Kirchner vio con ojos inquisidores la reciente visita del presidente brasileño a Camp David. Calificó ese encuentro con George Bush como una némesis –en rigor, utilizó un término escatológico– para la región. Se vuelve necesario contextualizar: desparramó bronca en el viaje de regreso de Venezuela, un socio estratégico de la Argentina.

Hugo Chávez es lo más parecido a un mala palabra para el sector empresario, amén de que muchos de ellos estén participando de fabulosos negocios en la República bolivariana.

–Nosotros hacemos lo que a la Argentina le conviene. No estamos en contra de Estados Unidos. Sencillamente ellos nunca nos ayudaron. Es verdad que no comulgamos con Bush de la misma manera que no comulgan muchísimos presidentes europeos y ni hablar de los millones de ciudadanos norteamericanos que acusan a su presidente de haberlos llevado a una guerra sin sentido con Irak –explicó Alberto Fernández la lógica oficial ante los CEO de un selecto grupo de compañías.

No sólo le preguntaron por Chávez, también cayeron en la tentación de testear cuánto hay de verdad sobre la candidatura de Cristina. El jefe de Gabinete simplemente ensalzó a la primera dama, llevándola a la categoría de ser impoluto, y la mayoría de los presentes entendió que eso era toda una respuesta.

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