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El país|Sábado, 12 de mayo de 2007
UN HOMENAJE A MUGICA DEL POSIBLE RIVAL DE OTHACEHE

“Por otra forma de gobierno”

El recuerdo al sacerdote Carlos Mugica, asesinado por la Triple A, fue también el primer acto importante del cura Raúl Vila, posible rival del intendente de Merlo, Raúl Othacehé.

Por Martín Piqué
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El párroco Raúl Vila, ex compañero de Mugica en el Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo.

Una iglesia de barrio, con el techo de chapa, las paredes con el revoque grueso y blanco adornado sólo por unos rústicos cuadritos que representan las estaciones del vía crucis. En los bancos de madera, hombres, mujeres y unos pocos niños aguantan el frío de la tarde que ya empieza a ser noche. La gente se reparte entre la parroquia y el patio descubierto detrás de la reja. En la esquina ladran perros, tres jóvenes pasan al costado de una fila de autos estacionados. “Vamos a tener que cobrar estacionamiento”, se ríe uno que viste ropa deportiva. Este rincón humilde del partido de Merlo se llama Isla Soledad, era el escenario perfecto para hacerle un homenaje al cura Carlos Mugica. La convocatoria partió del párroco Raúl Vila, ex compañero de Mugica en el Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo. La invitación circuló de boca en boca, con cierto sigilo, como en los tiempos en que los primeros cristianos se reunían en las catacumbas. Además de un recuerdo al sacerdote que asesinó la Triple A, se trata del primer acto importante de Vila como posible rival del intendente Raúl Othacehé. “Acá en Merlo estamos intentando desplazar una forma de gobierno, no un intendente”, dice Vila.

Es una típica postal suburbana. Dos calles de tierra y mejorado con veredas acosadas por los yuyos. Aunque esta vez el paisaje se ve distinto. Pasadas las 19, la esquina de Cangallo y Marconi muestra un movimiento poco común para una tardecita invernal. Taponada de vehículos estacionados en las dos manos, se convirtió en un imán para los vecinos del barrio. El cura Vila va a dar una misa con invitados especiales para homenajear a Mugica. Los dirigentes políticos llegan en tandas, tras perderse por las calles del lejano Merlo. Son el subsecretario de Organización Popular y candidato a intendente de La Matanza, Jorge Ceballos; el diputado provincial Aldo San Pedro (Frente para la Victoria); el ex ministro de Gobierno bonaerense Luis Brunati; el candidato a intendente de Marcos Paz Ignacio Medina (movimiento Plátano) y el dirigente Mario Mazzitelli (PSA). La expectativa de ver a Hebe de Bonafini –su presencia era esperada por los organizadores– se frustra cuando alguien avisa que está enferma. Hay cierta desilusión.

En la iglesia se respira un clima de recelo y nerviosismo. En Merlo no es fácil organizar un acto crítico al intendente Othacehé. Hasta el propio obispo de la diócesis, Fernando Bargalló, hoy titular de Cáritas, sufrió las intimidaciones de los simpatizantes del Vasco. Hace unos años, durante una misa celebrada por unos laicos que hacían trabajo social en un barrio de Merlo, la capilla fue cascoteada por un grupo de apoyo a Othacehé. El episodio se sumó a una serie de antecedentes como golpizas a opositores y muertes dudosas que los vecinos atribuyen a la policía. Todo eso explica por qué la gente se sobresalta cuando una camioneta que lleva jóvenes eufóricos con banderas se detiene frente a la parroquia. Son militantes que impulsan la candidatura de Vila. En el templo se escucha el sonido de guitarras. El cura baja la mirada hacia la Biblia. “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos”, lee.

Llega el sermón. El momento que todos están esperando. Vila fue compañero de Mugica en el seminario, luego se hicieron curas tercermundistas y dejaron de verse tan seguido: el hijo de familia patricia eligió la Villa 31 de Retiro, Vila se afincó en Merlo, otro bastión peronista. En aquellos años los dos se sentían parte del movimiento justicialista. La perspectiva que da el tiempo parece haber cambiado algunas cosas. Mezclando ironía, lenguaje campechano y cierto afán provocador, el amigo de Mugica se permite algunas críticas al propio Perón:

–Viene mucha gente porque Mugica era peronista. Esto no les va a gustar. Cuando lo mataron vivía Perón, ¿no se acuerdan? –pregunta Vila.

El silencio es notorio. Es una referencia indirecta a las Tres A. Los rostros se alivian cuando el cura se larga a contar anécdotas:

–Carlos era un nene bien, de apellido, hijo de un canciller y ministro del Interior de Frondizi. Jugaba muy bien al fútbol y cuando su cuadro jugaba con el nuestro nos goleaba.

Entre el auditorio asoman sonrisas, algunos se lo imaginan corriendo detrás de la número cinco. Gesto adusto y voz algo queda, Vila sorprende con una historia llena de ternura y horror al mismo tiempo:

–El último día que lo vi Carlos dijo que teníamos que ir a curar al Viejo (por Perón) a Gaspar Campos. Pero no lo dejaron. Ahí estaba López Rega, que creía en brujerías.

Todos los años Vila organiza una misa en homenaje a Mugica. Es una costumbre que mantuvo desde 1974, el año en el que lo asesinaron. Perón murió casi dos meses después que el cura villero. La de ayer fue una de las más concurridas. ¿La razón? El compañero de Mugica podría ser rival de Othacehé en las elecciones municipales. Vila sabe la responsabilidad que tiene. “Queremos que la gente no viva como perros, que la policía no golpee, ni los municipales ni los patoteros”, propone. Detrás de la puerta se ve una bandera que dice: “Merlo tiene Kura”. ¿La tendrá?

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