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El país|Martes, 15 de mayo de 2007

La soga al cuello

Según fuentes eclesiásticas, el Papa le aceptaría hoy la renuncia al obispado castrense a Antonio Baseotto.

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El obispo castrense, Antonio Baseotto, ya cumplió 75 años.

El papa Benedicto XVI aceptaría durante esta jornada la renuncia como obispo castrense de Antonio Baseotto, según consignaron fuentes eclesiásticas a dos agencias nacionales de noticias. El vicario había enviado su dimisión al cumplir la edad límite de 75 años, tal como establece el código de derecho canónico. El obispo, que se transformó en un icono de los sectores más críticos a la política de derechos humanos del Gobierno, sigue oficiando misa en la Iglesia Stella Maris de Retiro.

El Vaticano no dará a conocer aún el nombre del sucesor de Baseotto en el cargo, que quedaría provisoriamente en manos del capellán castrense Jorge Candia.

Los candidatos para suceder a Baseotto son los obispos Rubén Frassia (Avellaneda-Lanús), Carlos Malfa (Chascomús), Carlos Franzini (Rafaela), y ayer se echó al ruedo el vicepresidente segundo del Episcopado, Agustín Radrizzani (Lomas de Zamora).

“El Papa puede aceptar mañana (por hoy), pasado, en un mes, o más. Y por cortesía puede informar al Gobierno sobre la decisión, aunque no es su obligación. Pero el presidente Kirchner es ajeno a esta decisión: simplemente presta acuerdo cuando se nombra a un obispo castrense, no en esta decisión de su dimisión”, señaló a Página/12 una fuente gubernamental.

Baseotto cobró notoriedad pública en febrero de 2005, cuando se conoció una carta que le envió al ministro de Salud, Ginés González García, por apoyar la despenalización del aborto. Recurrió para ello a una cita bíblica que dice que los que escandalicen a los pequeños merecerían ser arrojados al mar con una piedra en el cuello.

La reacción oficial no se hizo esperar. El Gobierno asimiló los dichos de Baseotto a los repudiados “vuelos de la muerte” de la dictadura militar. Inmediatamente, Kirchner le desconoció la autoridad como obispo castrense y pidió su remoción a la Santa Sede, una solicitud que no tuvo respuesta.

La Casa Rosada rechazó en septiembre de 2006 un ofrecimiento del Vaticano para nombrar un coadjutor con derecho a suceder a Baseotto recién cuando renuncie. Primó entonces la negativa de Cristina Fernández de Kirchner, que opinó que el caso exigía tener un obispo con plenas facultades y no que sólo acompañe al prelado cuestionado.

Al cumplir los 75 años, Baseotto recibió una elogiosa carta del Papa. Algunos tramos de la misma hablan de “sus especiales dones humanos y cristianos y su particular prudencia”. Para el Gobierno, la carta fue un baldazo de agua fría. Por un convenio bilateral, suscripto en 1957, la designación del obispo castrense requiere del acuerdo presidencial. Pero hay sectores, dentro de la Casa Rosada, que evalúan una resolución más drástica al tema, como es la disolución del obispado.

De hecho, el Senado aguarda el tratamiento en la Comisión de Relaciones Exteriores de un proyecto que propone ese camino. La iniciativa fue presentada por la senadora justicialista Adriana Bortolozzi de Bogado, pero aún no fue debatida en la comisión que preside su compañero de bancada Carlos Reutemann.

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