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El país|Lunes, 4 de junio de 2007
GANO EL PRO PERO TENDRA QUE IR A SEGUNDA VUELTA FRENTE A FILMUS

Macri mira el ballottage desde arriba

La diferencia que obtuvo Macri. Razones de su crecimiento. El impacto nacional. El desempeño de Filmus, la reacción del Gobierno. Qué pasará con el ganador de ayer, con Carrió, con Telerman y con el candidato del oficialismo. Una embestida contra el ballottage, sus sinrazones.

Por Mario Wainfeld
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Mauricio Macri llega a la segunda vuelta con el 45 por ciento. Daniel Filmus, con el 24, mantiene la esperanza del Gobierno.

Mauricio Macri obtuvo mucha ventaja, en la primera vuelta, mejorando sus buenas marcas de años anteriores. Más del 45 por ciento de los porteños lo votó. Es un enorme caudal electoral pero no lo dispensa de la segunda vuelta que impone la Constitución. Daniel Filmus llegó segundo, a más de 20 puntos. En el gobierno nacional celebraron su desempeño, que lo deja en carrera y deja afuera a Jorge Telerman, tras una pulseada que signó toda la competencia. El escenario para el ballottage muestra como favorito al presidente de Boca, que de todas formas debería saber que partidos son partidos. El oficialismo nacional dice tenerse fe, en una brega que será a cara de perro, para descontar una distancia inmensa. No es imposible pero sería una hazaña política.

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El ganador: Macri había sumado el 37,5 por ciento del padrón en el primer turno de la elección a jefe de Gobierno contra Aníbal Ibarra, en 2003. En 2005, en elecciones parlamentarias naturalmente menos polarizadas, mantuvo el apego del 33,9 por ciento de los votantes. En tanto, su nivel de rechazo siempre fue alto, determinante para que perdiera la Jefatura de Gobierno hace cuatro años. Con esos dos datos en la cabeza (una suma algebraica de guarismos altos cuyo saldo daba negativo) caviló bastante antes de reincidir en el intento. Cuando se convenció, eligió un rumbo predicado por su asesor-estrella, Jaime Durán Barba: suavizar su perfil, hablar siempre en positivo, disimular sus mohínes de clase alta, no reñir con casi nadie y menos que nadie con el Presidente. Su estrategia dio por hecha la fidelidad de su electorado y se esmeró especialmente por disuadir a indecisos o críticos. Prolija, profesional, siempre direccionada a “centrar” el perfil de un paladín de la derecha, la acción de Macri no tuvo titubeos ni zigzagueos. Las alusiones a la inclusión social (inexistentes e inimaginables en su discurso anterior), la presencia suavizante de Gabriela Michetti, los slogans coloquiales (“va a estar bueno”), un elegante alejamiento de la prosapia familiar (el abandono del apellido en pos del cachazudo “Mauricio”) fueron eslabones de una cadena que siempre fue coherente y resultó exitosa. El ingeniero-heredero mejoró su buen desempeño de un cuatrienio atrás. El training siempre sirve. Ganó algo de soltura andando el tiempo. Le es imposible hablar sin libreto, se los escriben buenos. Le cuesta tener rostro humano, no suele ser ése el galardón de los multimillonarios, pero su coequiper Gabriela Michetti le dio una mano en ese sentido.

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Cancha libre: Para el logro del ingeniero fue sustantiva la cooperación de las dos fuerzas que le compitieron por el podio. Ambas, como si lo hubieran pactado tácitamente, se empecinaron en dejarlo andar. Su obsesión compartida fue topar entre ellos. La sumatoria de los sufragios (Macri les ganó a los dos sumados) sugiere que la táctica fue demasiado complaciente con el favorito, en cualquier caso era la que su staff anhelaba. Habrá que ver si las heridas no cicatrizadas pesan en la definición final contra Macri. Para batirlo, Filmus necesita convocar a casi todos los que pusieron ayer la boleta de Telerman.

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Más catarsis que cálculo: La primera reacción del oficialismo nacional fue casi eufórica, tal era la centralidad política y emocional que pusieron en la pugna con Telerman. Seguramente la catarsis por haber obtenido el clásico de barrio y por haber evitado una exclusión fatídica primó sobre un cálculo racional.

Una mirada más afinada debería resaltar que Filmus sacó apenas 3,5 por ciento más de votos que Rafael Bielsa hace dos años. Poco creció el Frente Para la Victoria en ese lapso, pese a contar con un candidato más centrado, más preparado y de mejor relación con su equipo. El escueto margen que separa esta performance de la anterior relativiza el efecto que se le atribuyó desde el vamos a la boleta de Aníbal Ibarra, que supuestamente traccionaría desde abajo a la del candidato principal. Los guarismos logrados por el frepasista no alcanzan para dar por probada esa hipótesis heterodoxa.

Al FPV le cabe ahora el desafío de construir una proeza en tres semanas. Sus recursos más sólidos son su candidato, que creció a lo largo de la campaña, y el rechazo que sigue teniendo Macri, aunque las encuestas sugieren que ha disminuido. Los estrategas cercanos a Filmus piensan que también será distinto el esquema de campaña, más centrado en Macri. Todo es diferente cuando se juega uno contra uno (como en el ajedrez o en el fútbol) y no todos contra todos, como en el TEG.

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La nación deberá esperar: Macri deberá afanarse para remachar su victoria en primer turno. Tiene enormes chances de conseguirlo pero, ya se sabe, los partidos duran hasta el minuto noventa. No será éste el momento en que deba ponerse a gastar el capital que todavía no ganó. Ni hacer especulaciones sobre algo que las urnas no saldaron. Con esas precauciones sí puede decirse que el de ayer fue el mejor resultado obtenido jamás por un candidato de un partido de derecha (algunos la llaman centroderecha) en un distrito grande.

Por segunda vez, el presidente de Boca punteó en las 28 circunscripciones de Capital. Es patente que lo apoya un abanico policlasista, mucho más parecido al que acompañó a Carlos Menem que al que le sostuvo la vela a Alvaro Alsogaray o Domingo Cavallo.

El bagaje actual, ni qué decir si revalida el 24 de junio, lo posiciona como el político más votado y con mayores virtualidades del demasiado vasto universo de presidenciables opositores. Está cerca de gobernar un territorio importante y vistoso, tiene dinero... irá por más.

La pregunta evidente es cómo armará su cuadro de alianzas en octubre. En la política del siglo XXI no sólo proliferan demasiadas tribus. Para colmo, el gap entre el prestigio de sus caciques y sus allegados es sideral. El mejor prospecto de candidato presidencial del macrismo es Macri, cualquier otro está a años luz. Esta charada dará que hablar, no necesariamente mañana.

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Volvió una noche: La aparición de Juan Carlos Blumberg en el bunker de PRO, a las ocho de la noche es, en este rumbo, tan sugestiva como su ausencia en toda la campaña en la que Macri se maquilló, si no de progre, de políticamente correcto. Para ese menester, el padre de Axel era un estorbo. Puestos a pensar en la provincia de Buenos Aires, el sufriente abanderado de la mano dura recupera pertinencia y virtualidad.

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El vicio de patear el tablero: Comenzó el operativo clamor proponiendo que Filmus desista de la segunda vuelta. El argumento, volcado por Santiago de Estrada (un cuadro de varias dictaduras militares devenido gurú republicano), es que no sería justo ni legítimo dar vuelta ese resultado. Es llamativo que la derecha, que recita el texto constitucional a cada rato, pretenda alterar las reglas en mitad del trámite. La gula es un mal consejero, máxime cuando se mezcla con la ignorancia en materia política y constitucional.

El sistema de ballottage, con mayoría absoluta, estimula la existencia de muchos partidos. Y permite, o más bien promueve, el voto expresivo o identitario en primer turno. La presión por el voto útil, polarizado, se relega a la otra vuelta. Recién ahí es necesario buscar coaliciones o sumar consensos. Ante el escenario de ayer, todos los votantes que resisten a Macri sabían que podían hacerle fuerza votando positivo a cualquier otro. Privarlos de ese derecho no es algo banal. Tal vez ni siquiera sea algo que Filmus pueda disponer. Contra lo que se predica, si resolviera apearse no estaría tomando una decisión en nombre de quienes lo votaron, sino en el de los que no lo hicieron. El largo 30 por ciento de ciudadanos que no acompañaron ni a Macri ni a él quedarían privados de un derecho sustantivo que les concede la ley.

La derecha nativa debería por una vez mostrar espíritu democrático, esperar con fe y sin chicanas su momento, tiene muchas perspectivas de coronar. Su aspiración debería ser conseguir una ratificación fastuosa y no saltear una etapa. Todo indica que, empero, ese será desde hoy mismo el norte de buena parte del PRO (Macri posiblemente delegue ese misión, fiel a su estilo paz y buenas ondas) y varios analistas y editorialistas de derecha.

Un relevamiento casuístico, empírico, revela que es muy difícil revertir una distancia de tantos puntos, pero no imposible. Un caso interesante, relevante en la historia europea reciente, ocurrió en Portugal, en 1988. El dirigente socialdemócrata Mario Soares salió segundo en la primera vuelta, con el 25,4 por ciento. Su rival, Freitas de Amaral, trepó a más del 46,6 por ciento. En segunda vuelta la situación se invirtió: Soares accedió al 51,2 por ciento y a la presidencia, siendo una figura emblema de la transición portuguesa a la democracia. Otro ejemplo aconteció en Lituania, en una presidencial, en 1998. Quien desee explorar más casos, incluidos algunos en países más cercanos deberá incursionar en el blog Fruits and votes.

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Anticlímax: Telerman estuvo cerca del ballottage, lo que hubiera rematado una carrera meteórica, de canillita a campeón en poco más de un año. Casi desconocido para la opinión pública, sin partido, se hizo competitivo. Apostó a todo o nada, no cabía otra. Fue fiel a sus modos, a su estilo, a sus criterios y a su estética. Tal vez confió demasiado en ellos, aunque esos detalles jamás se pueden corroborar sistemáticamente. Si ganaba, acumulaba un patrimonio enorme, habiendo arrancado casi de cero. Tras haber perdido, como a Cenicienta, la carroza se le transforma en zapallo. Vuelve a quedar sin partido, con pocos legisladores (muchos de ellos de tradición itinerante, para colmo), sin el encanto que irradian los vencedores. Seis meses le quedan de gestión, es factible que se le hagan muy cuesta arriba. Habrá que ver cómo sigue su matrimonio de conveniencia con el ARI. No les fue tan bien juntos, lograron menos votos que Carrió en 2005.

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Lilita tercera: Carrió, a diferencia de su socio en la derrota, cambió elementos esenciales de su discurso y su praxis. Renunció a su intransigencia, a su afán de ir sola, coaligando con un peronista y una buena facción del radicalismo porteño.

Olvidó su prédica para que los gobernantes-candidatos pidieran licencia en campaña.

Por años fue, consistentemente, la dirigente que hacía campaña sin dinero. En 2003 no quiso recibir aportes, ni siquiera bonos por 10.000 pesos. En 2005 declinó sponsors que arrimaba Enrique Olivera. En 2007 dejó de lado esa, una de sus marcas de fábrica. Unió su destino a un gobernante, que no escatimó gastos en promoverse.

Salió tercera en “su” distrito. Quiso evitar una crisis del ARI porteño, saliéndose por arriba, adentrándose en la selva de la real politik, dejando jirones de identidad. No le resultó, ayer perdió mucho más que un segundo puesto.

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Una jornada otoñal: Hubo alta participación, pocos incidentes dignos de mención, el escrutinio llegó prolijo, bastante temprano. Fue otra elección ejemplar, que honra a todos los que participaron. Los que quedan en carrera celebraron, aunque sus desempeños no fueron idénticos. Macri quedó a un paso de su deseo. El kirchnerismo eludió un desenlace de pesadilla, y recupera pilas.

Los que quedaron en el camino, pusieron su mejor sonrisa, el calvario y las facturas internas empezarán hoy.

Decir que Macri quedó en la pole position es quedarse corto. Decir que ya ganó, sencillamente una inexactitud.

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