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El país|Domingo, 8 de julio de 2007
ROYAL TUVO SERIOS PROBLEMAS POLITICOS POR SER MUJER

Francia, la sorpresa machista

Por Eduardo Febbro
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Desde París

“Un OVNI en el paisaje político.” La candidatura de la socialista Ségolène Royal suscitó en Francia una avalancha de comentarios. Entre elogios, burlas, ironías, intolerancia machista y una permanente campaña de deslegitimación, Ségolène Royal se impuso a la opinión pública pero no alcanzó la mayoría de las urnas. Su condición de mujer, la primera en la historia de Francia con posibilidades concretas de acceder a la presidencia, le aportó muchas adhesiones en términos de imagen, pero la contabilidad final de los votos revela un resultado contrario.

Las críticas más acérrimas contra la candidatura de Ségolène Royal no provenían de la oposición conservadora sino de su propio campo. En cuanto la llamada “reina de los sondeos” oficializó su pretensión al sillón presidencial, dos jefes socialistas le salieron al paso. Jean-Luc Melanchon declaró: “La presidencia de la República no es un concurso de belleza”. El ex primer ministro socialista Laurent Fabius preguntó “¿y quién va a cuidar a los chicos?”. La presencia de una mujer representando a un gran partido político tuvo consecuencias contradictorias. Durante la campaña, Royal perdió mucho tiempo en explicar que su condición de mujer no era una desventaja. Al principio la novedad sedujo a la sociedad. A finales del año pasado, los franceses consideraban que su atractivo mayor era que fuera mujer, 37 por ciento a nivel nacional y 41 entre socialistas. Asimismo, 43 por ciento de los encuestados por la empresa BVA estimó que la candidata socialista era la mejor ubicada para defender la igualdad entre hombres y mujeres. Pero la aventura de las cifras y sus consiguientes interpretaciones no fue más lejos. Royal jugó en el registro de quien comprende mejor a las mujeres y las cuestiones ligadas a la familia, sin que ello se tradujera en votos. Más curioso aún, las mujeres francesas votaron mayoritariamente por el candidato de la derecha y actual presidente, Nicolas Sarkozy: 52 por ciento del electorado femenino lo hizo por él contra 48 por Royal. La tonalidad femenina no tuvo el impacto esperado. Es oportuno reconocer que, en Francia, la de mujeres y política es una relación conflictiva, y el machismo del poder, medios incluidos, asombró a más de un observador extranjero durante la campaña. Pese a su prestigio internacional en cuestiones sociales, si hay una donde Francia está muy atrasada es en la cuestión de la paridad entre hombres y mujeres en los círculos del poder. Si alguien escribiese en la Argentina comentarios sobre la senadora Cristiana Fernández de Kirchner del mismo calibre de los que se leían en Francia sobre Royal, seguramente habría terminado en los tribunales. “No les pido que voten por mí porque soy una mujer. Pero soy una mujer y conmigo el cambió está ahí. Conmigo la política nunca será como antes”, decía Royal. “Soy madre y lo asumo en mi relación con el poder. Cuando hay que optar, siempre opto por la vida”, solía repetir. Francia no optó por ella. Su candidatura se empañó bajo la bruma del encono, de la misoginia y de las disidencias dentro del PS.

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