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El país|Viernes, 13 de julio de 2007
INQUIETUD ENTRE TESTIGOS DEL JUICIO CONTRA EL CURA VON WERNICH

El secuestro de la familia Miralles

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Carlos Miralles contó que fue amenazado por el arzobispo Plaza.

Julio César Miralles fue visitado por Christian Von Wernich en dos de los centros clandestinos donde estuvo detenido. El capellán se presentaba a veces vestido con sotana y otras con traje y cuello sacerdotal. “Un carcelero abría la celda, le daba una silla y lo dejaba a solas con nosotros. Nos decía que teníamos que colaborar para que no nos torturaran, y que sería en beneficio de Dios”, relató ayer el ex juez federal al tribunal que juzga a Von Wernich.

Miralles integra una familia que tuvo otros tres secuestrados. Julio César fue apresado en 1977 junto a su hermano Carlos y su mujer, Luisa Villar, para obligar a su padre, Ramón Miralles, que había sido ministro de Economía bonaerense, a presentarse ante los militares. Miralles padre sería también detenido tiempo después.

Julio César pasó por los centros clandestinos de detención del llamado circuito Camps, en los cuales fue sometido a torturas durante dos meses. En COTI Martínez también vio torturar a su padre. “Hay dolores grandes, que lo torturen a uno es terrible, pero ver torturar a un padre... no se puede narrar el dolor y la desesperación”, expresó ayer ante los jueces.

Miralles identificó como sus torturadores a Eros Tarela, Milton Pretti, y a otro sujeto de nombre Maira. Y se quejó de que algunos de ellos, como Tarela, estén gozando del beneficio del arresto domiciliario.

El testigo habló además del miedo a declarar luego de la desaparición de Julio López. “A mí nadie me ha garantizado nada”, enunció, y señaló que, meses atrás, en su auto apareció grabada una cruz esvástica. La familia Miralles fue una de las primeras en presentar una denuncia una vez iniciada la democracia. Llevaron el caso ante el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas; en represalia la madre de Julio César fue secuestrada. Antes de dejarla en libertad, sus captores la quemaron con cigarrillos.

Un testimonio similar al de Julio César brindó su hermano Carlos, que relató que en una oportunidad Von Wernich lo visitó en la celda y le dijo que “si le contaba dónde estaba mi padre íbamos a estar más confortables y no pasar malos momentos”. Carlos estuvo detenido 31 días en el COTI Martínez junto a su esposa, que perdió un embarazo por las torturas. “Nos llevaron como rehenes para poder ubicar a mi padre y por eso cuando estábamos detenidos nos llamaban el grupo de los ‘perejiles’”, detalló.

Miralles recordó que cuando recuperó la libertad junto a su mujer llegó a su casa y encontró a su madre con el arzobispo de La Plata, el fallecido Antonio Plaza. Dijo que Plaza luego lo citó a la curia y allí le “advirtió que no hablara sobre lo que había vivido para que mi padre y mi hermano, que continuaban detenidos, permanecieran en buenas condiciones”.

Julio César y Carlos coincidieron en que el motivo del secuestro de su padre fue haber hecho pública una carta donde negaba las afirmaciones del interventor en la gobernación Ibérico Saint Jean, en el sentido de que la provincia de Buenos Aires había quedado en un estado económico desastroso. Ayer, el ex ministro bonaerense, de 86 años, no declaró por cuestiones de salud.

La audiencia comenzó por la mañana. En los asientos destinados al público se ubicaron familiares de las víctimas e integrantes de organismos de derechos humanos. Von Wernich tuvo compañía: Cecilia Pando se sentó casi al lado del capellán policial con un cartel con fotografías de policías y militares “asesinados por la subversión”. Cuando el tribunal la llamó a guardar las fotos, Pando generó un incidente. Sus imágenes, sostuvo “son como los pañuelos de las Madres”.

La jornada cerró con el testimonio de Luisa Villar, que detalló su cautiverio junto a Carlos. La testigo contó que mientras estuvo detenida vio al periodista Jacobo Timerman, al que tuvo que asistir porque había sido torturado y estaba “muy desmejorado”. Ella y su marido estaban alojados en una pequeña habitación que tenía una cocina y al llegar Timerman intentaron reanimarlo con un té. “El pensaba que lo queríamos matar, desconfiaba de todos”, recordó. Miralles completó la escena: “Tuvimos que tomar el té primero nosotros porque Timerman creía que lo íbamos a envenenar”. Las audiencias del juicio contra el ex capellán continuarán el lunes próximo.

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