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El país|Miércoles, 22 de agosto de 2007
SCIOLI Y BALESTRINI SE LANZARON EN MAR DEL PLATA JUNTO A CFK

Fiel al discurso del “optimismo”

Los candidatos hicieron sus discursos en un teatro ante funcionarios, dirigentes y sindicalistas. Habló Cristina Kirchner.

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El vicepresidente Daniel Scioli recibió un fuerte respaldo del matrimonio Kirchner.

“Fe, esperanza y optimismo.” Con esas tres palabras, que fueron leit motiv de su carrera política, Daniel Scioli puso el broche al discurso de lanzamiento de su candidatura a gobernador bonaerense. El vicepresidente puso marcha así al tramo final de una campaña con promesas de mayor inclusión social, que a primera vista se presenta sin demasiados obstáculos para el oficialismo.

Scioli y su compañero de fórmula, Alberto Balestrini, hablaron en el Teatro Auditorium de Mar del Plata. Hubo un bonus track: los protagonistas invitaron a Cristina Fernández a subir al escenario para cerrar el acto. Se dispensaron elogios entre ellos y recibieron los cálidos aplausos de una concurrencia de funcionarios nacionales, provinciales, concejales y sindicalistas. Desde un balcón, el propio Néstor Kirchner levantaba su pulgar en gesto de aprobación.

Como si se tratara de aquellas galas de boxeo, Scioli y Balestrini atravesaron el auditorio en medio de la gente, recibiendo el aliento al paso. El vice, de traje azul y corbata amarilla, recibió su primera palmada del judicial Julio Piumato, apostado allí, muy cerca del líder de la CGT, Hugo Moyano. Ya en el escenario, Balestrini agradeció a la concurrencia con los dedos en “V”. El diputado ultra K Carlos Kunkel replicó el saludo desde atrás de Kirchner. Fue un intercambio entre dos peronistas de alma.

Las pantallas gigantes devolvían, generosas, cada uno de los movimientos. Afuera había concentrada gente arreada por el intendente local, el radical Daniel Katz, quien se sentó juntito al Presidente y otros jefes comunales bonaerenses.

Las gigantografías, al fondo del escenario, reproducían la imagen de los candidatos y no, como tiempo atrás era habitual en estos actos, las de Evita y Perón. Pero desde el pulmann y la platea se preocuparon en que los referentes partidarios no estuvieran ausentes. Hubo marcha peronista –Karina Rabollini sabía mejor la letra que su marido– y evocaciones que el propio Balestrini desplegó en su discurso.

El candidato también trajo a la memoria su triunfo en La Matanza frente a Pinky, que se definió sobre la madrugada del día siguiente, cuando todos los medios lo daban como perdedor. Sobre esa anécdota de 1999 también navegó el discurso de Cristina, a quien la cedieron el atril.

–¡Néstor! ¡Néstor!, se ganó en La Matanza –recordó la senadora haberle dicho a su marido, desde la cama. “Pero no me dio bolilla, se quedó durmiendo”, se río de la anécdota, descontracturada.

Balestrini hizo un agradecimiento especial a los 134 intendentes del distrito, algo que retomó Scioli, quien en ese afán de mostrarse cerca de la gente se autoproclamó el “intendente número 135”. Ambos extendieron esa gratitud al gobernador bonaerense Felipe Solá, probable primer candidato a diputado en la provincia.

Además de Katz, muy cerca de la pareja presidencial se mostró el gobernador reelecto de La Rioja, Luis Beder Herrera, un nuevo habitante del universo K. Se vieron por allí a otros hombres con poco o nulo currículum kirchnerista, como Alfredo Atanasof o Mario Pacho O’Donnell.

Al discurso de Scioli le antecedió un video que rememoró su carrera deportiva, accidente del brazo inclusive. También abordó tramos de su vida privada, con el casamiento y el reconocimiento de su hija Lorena. Y finalmente hubo lugar para la política, aunque previsiblemente se limitó a su paso el kirchnerismo.

En numerosos tramos de su arenga, el vicepresidente habló dirigiéndose al balcón de Cristina. La tuteó, en son de agradecimiento. Por afecto interés, atrás quedaron aquellos escarceos en los que la primera dama lo veía responsable de una conspiración contra el propio gobierno.

Scioli hizo un decálogo de las prioridades de su gobierno. Resaltó que va a combatir la inseguridad, el principal problema de la provincia, con inclusión, educación y trabajo (ver aparte). La prédica de mano dura se la cedió a quien podría ser su competidor, el falso ingeniero Juan Carlos Blumberg.

El hombre de la noche también reivindicó al campo, resaltó el proceso de reindustrialización y no pudo obviar el turismo, un área que le sirvió de plataforma política pese a que fue el propio Kirchner quien le quitó el manejo de la caja de esa secretaría, en el alba del gobierno.

“Lo peor quedó atrás, lo mejor está por venir”, dijo, e invitó a Cristina al escenario. Ella bajó inmediatamente, sin oponer demasiada resistencia, pese a que estaba fuera de programa. Bah, fuera de programa a medias, porque ya se lo había pedido en la previa y la senadora no estaba convencida.

Con ese ademán típico de retirarse la cabellera hacia atrás, Cristina hizo una reivindicación pública del vicepresidente como nunca antes lo había hecho. Lo mostró, lisa y llanamente, como un ejemplo del “salto cualitativo” que ella pregona en su campaña. “La gente está harta de encender el aparato de televisión y escuchar que el único discurso político es la crítica y la diatriba del otro.”

Haciendo una breve pausa, los miró a los dos –a Scioli y Balestirni– y los bendijo. “Sé que lo van a hacer bien porque les gusta trabajar.” A la foto del final, se sumaron Kirchner, el gobernador mendocino, Julio Cobos, además de las mujeres de los candidatos. “Tu puedes ser aquello que tu quieres ser”, coronó la despedida el tema de Pimpinela elegido para la campaña bonaerense.

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