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El país|Jueves, 4 de octubre de 2007
LULA RECIBIO A LA SENADORA CRISTINA KIRCHNER A 25 DIAS DE LAS ELECCIONES

“Hay muy buena relación entre nosotros”

Fue una visita de horas, pero suficiente para que el presidente brasileño diera una señal de apoyo a la candidata oficialista de cara a las elecciones. Almorzaron en la residencia presidencial y luego CFK se reunió con empresarios. Allí habló de la necesidad de “profundizar la asociación estratégica”.

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Luiz Inácio Lula da Silva y Cristina Fernández de Kirchner posan junto a la primera dama brasileña, Marisa Leticia.

“Hay una muy buena relación entre nosotros con el presidente Kirchner, el presidente Lula y Marisa.” Si el acercamiento entre los países depende de la sintonía personal entre sus presidentes, el futuro de la relación entre Argentina y Brasil está asegurado en caso de que triunfe el oficialismo. Por lo menos eso se desprende de lo que dijo Cristina Fernández de Kirchner. Lo mismo prometía el gesto que había preparado Luiz Inácio Lula da Silva. Tras confesar que quería que CFK ganara las elecciones, la recibió en Brasilia a menos de un mes de los comicios. Hasta allí el cruce de elogios, el intercambio de apoyos mutuos dirigido a los medios. Pero el viaje relámpago que hizo ayer Cristina Kirchner a Brasil reflejó mucho más: desnudó el rumbo general que la primera dama imagina para el 10 de diciembre y dejó al descubierto las expectativas que tiene la administración de Lula para con la política exterior del futuro gobierno argentino.

La visita de CFK había sido consignada con grandes espacios en los principales medios de Brasil. En la delegación argentina prestaron atención sobre todo a la nota de la Folha de San Pablo, donde se mencionaba que Lula pensaba proponerse como “puente” entre el futuro gobierno y el Fondo Monetario Internacional. En los últimos tiempos, Lula estableció una buena relación con su par francés, Nicolas Sarkozy. La empatía se logró a partir del decidido apoyo de Brasil a la candidatura del francés Dominique Strauss-Kahn como nuevo titular del FMI, cargo que finalmente logró, y el respaldo de Francia a que Brasil ocupe un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU. Con esos antecedentes, Lula pensaba ofrecerse ante CFK para interceder ante el FMI.

Apenas el Tango 03 aterrizó en Brasilia –eran las 13.20–, la delegación argentina se dirigió hacia el Palacio de la Alvorada. Junto a Cristina Kirchner iban el canciller Jorge Taiana; el ministro de Economía, Miguel Peirano, y el vocero Miguel Núñez; en tierra los esperaba el embajador argentino en Brasil, Juan Pablo Lohlé. Lula y su esposa recibieron a la candidata en los jardines de la sede del gobierno brasileño. La imagen fue reproducida en vivo por varias cámaras. Lo que siguió fue un almuerzo “a agenda abierta” que duró dos horas. Aunque en ese momento no se hicieron declaraciones a la prensa, la charla sobrevoló sobre la renegociación de la deuda con el Club de París y las inversiones brasileñas en la Argentina. CFK se explayaría luego sobre estos temas.

A juzgar por sus declaraciones, la candidata hizo todo lo posible por manejarse con equilibrio ante las ofertas del gobierno brasileño. Según la nota que había aparecido en la Folha de San Pablo, la administración de Lula aspira a que CFK lleve adelante una política exterior “más moderada”. Eso significa que tenga una relación menos intransigente con los organismos financieros y que se despegue un poco del venezolano Hugo Chávez. La respuesta de Cristina Kirchner llegó a través del estudiado discurso que dio ante los principales empresarios brasileños con intereres en la Argentina. Allí subrayó la necesidad de “profundizar la asociación estratégica” y pidió a los hombres de negocios un mayor nivel de inversiones. “Ustedes tienen un rol importante”, les dijo (ver aparte).

En cuanto a la relación con Chávez, CFK usó el mismo argumento que ha venido usando su esposo desde 2003: la necesidad de una integración energética. “Somos los dos países en la región más grandes productores de alimentos y tenemos otros dos, productores de energía: Bolivia y Venezuela”, argumentó. Esa reunión fue en el Palacio de Itamaraty. Allí la escucharon los empresarios y el anfitrión, el ministro Celso Amorim. Atentos, los caciques de la industria de San Pablo comprobaron cómo CFK limitaba el alcance de una eventual negociación con el Fondo. “Queremos negociar esta deuda (con el Club de París) pero sin las condiciones de un plan del FMI. No por una cuestión dogmática sino por una cuestión pragmática. No nos parece lógico adoptar planes que ya fracasaron”, dijo.

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