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El país|Miércoles, 10 de octubre de 2007

“En las puertas del templo está Rubén Giustiniani, dadle entrada”

El candidato socialista a vice de Elisa Carrió dio una charla en la sede de la Gran Logia masónica, en el centro porteño. Recordaron a socialistas masones como Palacios y Alfredo Bravo.

Por Werner Pertot
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El templo de la Gran Logia, presidido por sus maestres, escuchó la propuesta de Giustiniani.

–Hermano guardatemplos, ¿hay alguien en la puerta?

–A las puertas del templo se encuentra Rubén Giustiniani.

–Dadle entrada.

El candidato a vicepresidente de la Coalición Cívica ingresó al Gran Templo en penumbras, bajo un cielo de estrellas pintado en el techo abovedado, y avanzó hacia la triple luz del estrado, que encabezaba un bajorrelieve del símbolo de la escuadra y el compás. Lo esperaban dos hombres ataviados con guantes blancos, un mandil, una medalla y un collarín, que es una banda de rebordes dorados. Lo saludaron con un apretón de manos y lo invitaron a sentarse. Estaba en la sede de la Gran Logia de la Argentina de Aceptados y Libres Masones, a donde también llegó la campaña. Los masones lo invitaron a exponer sus ideas, así como esperan la semana que viene al candidato del Frente para la Victoria, Julio Cobos. El lavagnismo declinó la invitación de la Orden.

Los primeros registros de los masones datan del siglo XVII, aunque sus propias leyendas hablan de su existencia desde los tiempos de Moisés. Eran originalmente gremios medievales de arquitectos y constructores, que surgieron en Inglaterra, Escocia y Francia. Entre sus miembros estuvieron Leonardo Da Vinci, George Washington y Benjamin Franklin. La Iglesia los persiguió y los excomulgó, una política que mantiene hasta hoy el papa Joseph Ratzinger. Los aires que tienen los masones de sociedad secreta (“Discreta, no secreta”, se atajan ellos) fueron explotados por Dan Brown en El Código Da Vinci y por más de un guionista hollywoodense.

En la Argentina, tiene presencia –hasta donde se sabe– desde hace 150 años (ver aparte), y mantienen su antiguo templo en Perón al 1200. La lluvia caía ayer como una cortina gris sobre la entrada de la vieja casona blanca, con patio enrejado y piso en damero. Al entrar, los candelabros con luz tenue contrastaban con un sistema de ingreso por reconocimiento de huellas dactilares. Las paredes estaban tapizadas con símbolos egipcios, hebreos, paganos, un espejo rodeado de serpientes y diversos calendarios astrales.

Allí esperaban los maestros venerables Adrián Damico y Rubén Khatcherian, quien explicó a Página/12 que ninguno de los candidatos invitados es masón. “Y si lo fueran, tengo prohibido decírtelo”, aclaró. La invitación forma parte de una política de apertura de la logia. En su página web, el Gran Maestre Sergio Nunes advierte que “el Pórtico ha sido apenas entreabierto, pero los templos permanecerán a cubierto”. ¿Hay candidatos masones? “Si alguien se postula, se le pide que ‘ingrese en sueño’, que es como le llamamos a retirarse”, explican. “No hacemos nada raro, no nos comemos a los chicos ni crudos, ni cocidos”, bromean.

Los masones suben la escalera con una alfombra roja, que conduce a la antesala del templo, donde hay dos estrellas de cinco puntas equidistantes en el techo y en el suelo. No fueron pintadas, sino que forman parte de la arquitectura del edificio original. Sobre la entrada, una leyenda dice con letras góticas: “Buscad, y encontraréis; pedid, y se os dará; llamad y se os abrirá”. Así debió llamar Giustiniani para que se le diera entrada.

El senador socialista se sentó en un estrado con runas, acompañado por el politólogo Ricardo Romero, quien se ocupó de recordar que tanto Alfredo Palacios como Alfredo Bravo fueron masones. Giustiniani recordó que el socialismo peleó por tres de los valores de los masones: libertad, igualdad y fraternidad. “Esta logia le desea éxitos en la confrontación democrática”, lo saludó el primer vigilante Nicolás Precia. Luego todos se llevaron la mano al corazón. Es la forma que tienen de saludar a la bandera: “Salve la bandera de la patria”, clamó uno de los maestros. Y salieron del templo en procesión, con Giustiniani al frente.

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