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El país|Domingo, 28 de octubre de 2007

Kirchner ensayó volver al llano con amigos y sin tantas cábalas

Hasta posó para fotos, habló con periodistas y saludó a amigos. Se permitió ironías, dijo que le alcanza con “el 40,1”, pero no quiso “romper la veda”.

Por Miguel Jorquera
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Desde Río Gallegos

Néstor Kirchner rompió varias de sus cábalas electorales en su breve estadía en Río Gallegos. No pasó por el bar del hotel Santa Cruz, a sólo dos cuadras de distancia de su casa, hasta donde solía ir caminando a tomar un café con sus amigos. Votará muy temprano, y no sobre el cierre de los comicios como es su costumbre, para volver raudamente a Buenos Aires junto a Cristina Fernández en el Tango 01. Sólo cumplió uno de sus hábitos feticheros antes de cada acto electoral: el sábado al mediodía fue hasta el taller de su amigo y candidato intendente de la capital santacruceña, Francisco “Batata” Mansilla, a comer un asado donde tradicionalmente hacen una polla con los números de la elección. El que pierde pagará el próximo asado. “No sé si esta vez vamos a hacer la apuesta, porque él corre con ventaja: tiene todas las encuestas”, dijo el anfitrión. Sin embargo, el Presidente les dejó un pronóstico a sus amigos: “Cristina gana caminando”, les dijo. Luego admitió que “con el 40,1 me alcanza”. Con ese porcentaje su esposa se habrá garantizado el triunfo presidencial en primera vuelta. La candidata, en cambio, prefirió refugiarse con su familia en la casa que no visitaba desde hace tiempo y volverá a votar hoy en Santa Cruz antes de emprender el regreso a la Capital Federal y palpitar desde su bunker porteño el resultado de la elección.

El viento patagónico forzó un estilo propio de hacer asados en estos pagos. El tacho de 200 litros partido al medio, al estilo barbacoa, echaba humo en la vereda del taller de Fagnano al 500. Eran casi las dos de la tarde, las brasas recién estaban ardiendo y la carne ni siquiera había tocado la parrilla. En ese momento, el Presidente llegó en un Honda Civic con otro amigo para el almuerzo. El resto de los comensales, un grupo no mayor de diez personas, salió a recibirlo. Ahí, varios de ellos delataron otras de sus cábalas: vestía un gastado camperón de cuero marrón que usa los días previos a cada elección.

Distendido, como adelantándose a su regreso al llano, Kirchner posó para los fotógrafos junto a sus amigos y para los que llevaron su propia cámara para retratar el encuentro. Dentro del tinglado, un viejo colectivo empapelado de afiches daba cuenta de la campaña electoral de Mansilla, que va a la cabeza de uno de los siete sublemas kirchneristas que se disputan la intendencia de Río Gallegos (ver aparte).

“Por todos lados, charlando con la gente”, respondió el Presidente en el asado cuando los periodistas lo consultaron por el recorrido que había realizado un par de horas antes. Luego se defendió a la hora de responder por el conflictivo año que vivió la provincia: “Los santacruceños tenemos una raíz anárquica, aunque dicen que ésta es una provincia feudal. Pero después sabemos votar”, dijo excusándose porque no quería “romper la veda”. Sólo contestó una pregunta más sobre las dificultades que podría originar la deserción de autoridades de mesa. “No... ése fue un problema más que nada de la Capital, ese es otro país”, dijo y concluyó como de pasada. Con los fotógrafos y periodistas afuera, la charla continuó entre amigos. La demora en la cocción de la carne retrasó el almuerzo de Kirchner. Aunque nadie confirmó ni desmintió si se hizo la apuesta, los que se quedaron a esperar el asado admitieron el pronóstico del Presidente: “Cristina gana caminando, aunque con el 40,1 me alcanza”, les dijo Kirchner. Después, el Presidente pasó por la unidad básica Los Muchachos Peronistas, que dirige Rudy Ulloa, uno de sus colaboradores íntimos en la provincia.

Luego, para no desatar rencores entre ellos, Kirchner había pactado un encuentro por la tarde con todos los candidatos en el céntrico bunker del Frente para la Victoria. Hasta allí llegó más tarde junto al gobernador Daniel Peralta. Abrazó y saludó a casi todos ellos, incluidos los militantes que fiscalizarán la elección, y partió hacia su casa

Una nutrida guardia periodística volvió a convocarse frente a la casona de los Kirchner de la esquina de 25 de Mayo y Maipú, cuando se conoció la versión de que el Presidente y la candidata saldrían juntos de su casa y posarían para los flashes fotográficos y las cámaras de TV. Pero la posibilidad se desvaneció tan rápido como corrió la versión. El frío atardecer (apenas 3 grados) y el viento que no paró de soplar durante todo el día, terminaron por ahuyentar a los periodistas de los alrededores de la casa fuertemente custodiada por la Gendarmería, después que un camionero quiso estrellar su vehículo contra el frente de la vivienda y los escraches de docentes y municipales.

Cristina prefirió el refugio hogareño en la víspera de la elección que la podría consagrar como la nueva presidenta de la Argentina. Aunque algunas versiones, no confirmadas, insistían en que la candidata había viajado hasta su casa en El Calafate. De regreso, al Tango 01 se subirá la misma comitiva que acompañó a la pareja presidencial desde Buenos Aires el viernes por la noche: los ministros Julio De Vido y Alicia Kirchner, el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, y el jefe de la SIDE, Héctor Icazuriaga.

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