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El país|Lunes, 29 de octubre de 2007
LA PRESIDENTA ELECTA CRISTINA KIRCHNER PROMETIO UNA AMPLIA CONVOCATORIA

“Esto nos genera mayores obligaciones”

A las 22, la candidata oficialista salió a anunciar su triunfo en el bunker del Hotel Intercontinental. Con el presidente Kirchner a su lado, hizo un breve discurso en el que habló de “convocar a toda la sociedad” para la reconstrucción del tejido social. Los festejos se prolongaron hasta tarde.

Por Fernando Cibeira
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Lluvia de papelitos sobre el escenario en el cierre del acto de anoche en el bunker del Hotel Intercontinental.

Primero salió ella sola, la presidenta electa Cristina Fernández de Kirchner, y recibió la ovación de la gente que la esperaba desde hacía horas. Recién después apareció su marido, el presidente Néstor Kirchner que la abrazó sobre el escenario. Fue a las 22, cuando hacía horas que los boca de urna indicaban que no habría ballottage, pero los remolones números oficiales recién comenzaban a aparecer. “Ganamos tal vez con la mayor diferencia entre la primera y segunda fuerza desde el advenimiento de la democracia”, se festejó la triunfadora, pero enseguida aclaró que eso en vez de otorgarle privilegios generaba “más obligaciones”. En el breve discurso celebratorio de Cristina Fernández de Kirchner prevaleció el tono medido y reiteró en varias oportunidades la convocatoria “a toda la sociedad” para la construcción del país que se viene.

La ganadora sostuvo que no era momento para hablar del pasado, pero mencionó la crisis en medio de la que le tocó asumir a su marido la presidencia. “Hemos crecido, hemos reposicionado al país”, por lo que era un momento diferente y también las expectativas. “Si pudimos hacer esto desde el 25 de mayo del 2003, cómo no vamos a poder hacerlo ahora que somos más”, agregó. De ahí la convocatoria, que dijo era “sin odios, porque el odio no construye”. Y agregó que tendía la mano a quienes pudieron haberla “agraviado” durante la campaña.

Luego de la presidenta electa y el presidente que termina, el tercer convocado al escenario fue Daniel Scioli, quien subió junto a su mujer Karina Rabollini. Incluso, el acto no comenzó hasta que Scioli no llegó desde su bunker instalado en el NH hotel, a unas diez cuadras del Hotel Intercontinental donde esperaban Cristina Fernández y Kirchner. La preferencia se justificaba en lo decisivo que había resultado para el triunfo a nivel nacional lo sucedido en la provincia de Buenos Aires. Por último subieron los vices, Julio Cobos y Alberto Balestrini.

“Hay que saltar/hay que saltar/que los gorilas se quedan sin ballottage”, coreaban los militantes que habían conseguido pasar al subsuelo del Intercontinental. Afuera había grupos justicialistas dándole al bombo, pero el paso dentro del bunker era restringido. Había que tener invitación o estar identificado con una pulserita de colores que funcionaba como credencial de acreditación.

Cristina Kirchner y su marido habían esperado junto a sus hijos el momento de bajar al acto en una suite del custodiado piso 18 del hotel. Eran pocos los que podían acceder allí. Estaban el jefe de Gabinete, Alberto Fernández; el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, y el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini. Cristina atendía los llamados de los presidentes que querían felicitarla como el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, la chilena Michelle Bachelet y el ecuatoriano Rafael Correa. El resto de los ministros y candidatos sólo llegaban hasta el piso 17 donde circulaba un excelente servicio de catering, champagne incluido.

La líder socialista francesa Segoléne Royal andaba por allí, deseando saludar personalmente a la ganadora. “Los argentinos se animaron a lo que no se animaron los franceses”, elogiaba, en referencia a la elección de una mujer como presidenta. Pero a Segolène le agarró el frenesí de lo inminente del anuncio del triunfo y en unos minutos quedó sola allí en el piso 17, sin que nadie pudiera explicarle qué sucedía. Por fin, un alma caritativa se le acercó y la condujo por el ascensor de servicio hasta el subsuelo. Tuvo su recompensa porque el presidente y su esposa la hicieron saludar arriba del escenario.

Cristina Kirchner llegó a la elección con la emoción a flor de piel. En el cierre de campaña en La Matanza lloró. Ayer, se le quebró la voz al menos en dos oportunidades. Una de ellas al final del discurso cuando habló del Presidente. “Con sus aciertos y sus errores ha demostrado que es un hombre profundamente comprometido con el país”, alcanzó a decir. “Olé, olé, Néstor, Néstor”, devolvieron de abajo.

Había algunos ministros que aseguraban no haber visto al Presidente del mejor humor anoche. Especulaban que podía ser por la derrota sufrida en Capital Federal y Córdoba, dos distritos en los que esperaba ganar, aunque las encuestas ya cantaban lo contrario. También por los muchos contratiempos que se habían presentado en la apertura y el cierre del comicio. De todas maneras, Kirchner se mostró feliz en el escenario y aseguró que había seguido “muy tranquilo” el desarrollo de la jornada electoral.

La candidata hizo agradecimiento personales. A Cobos y “a los hombres y mujeres de la concertación plural”. “A vos también, Daniel, que tanto trabajaste por nuestra querida provincia de Buenos Aires”, le dijo a Scioli, que estaba en su día.

Cristina cerró con convocatorias a los jóvenes y a las mujeres, muy en línea con lo que fue su discurso durante el acto de cierre de campaña en La Matanza. “Cristina conducción/acá tenés los pibes para la liberación”, se entusiasmaron los de la JP. Al dirigirse a sus “hermanas de género”, dijo que consideraba que tenía ahora “una doble responsabilidad” , porque además de tener que ejercer como presidenta sentía “una inmensa responsabilidad por el género”.

El final fue con la marchita cantada desde abajo, pero la candidata no llegó a entonarla porque saludó sonriente después de su mensaje que no llegó a los veinte minutos y subió de nuevo a la suite para continuar un festejo que a medida que corría el tiempo comenzó a hacerse menos íntimo con el desfile de dirigentes, artistas y deportistas que subían a saludarla. El Presidente se quedó unos minutos más abrazándose con sus ministros y después salió de escena por un costado.

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