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El país|Lunes, 12 de noviembre de 2007
LANZAN UN PROGRAMA DE VIGILANCIA EPIDEMIOLOGICA EN GUALEGUAYCHU

En guardia ante la contaminación

Frente a la instalación de la pastera Botnia, Entre Ríos realizará un seguimiento sanitario de mil chicos para prevenir posibles enfermedades ambientales. Ya se inició un registro de todas las consultas por afecciones respiratorias y de la piel.

Por Laura Vales
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A mil chicos de Gualeguaychú, de hasta 12 años, se les realizarán chequeos de laboratorio y de diagnóstico por imágenes.

Desde Gualeguaychú

El Hospital de Gualeguaychú va a hacer un seguimiento de mil chicos de la ciudad para controlar de qué manera Botnia afecta su salud. También comenzó a llevar un registro especial de todas las consultas recibidas –tanto de niños como adultos– por afecciones respiratorias, de la piel y otros síntomas vinculados con la contaminación. Los programas están a cargo de la provincia de Entre Ríos y fueron diseñados luego de que una jueza de menores dictara una medida cautelar para proteger a la infancia, el sector más vulnerable frente a eventuales daños ambientales.

El doctor Hugo Gorla es director del hospital local, el Centenario. Recibe a Página/12 junto a Elina Villarruel, del Nodo Epidemiológico del departamento. Es sábado y ninguno lleva guardapolvos. La oficina donde se hace la nota, una sala de situaciones, tiene en las paredes los planos de la ciudad. En ellos se ve el trazado de Gualeguaychú y a un costado las manzanas que forman Pueblo Belgrano, un barrio residencial ubicado más cerca de la pastera.

Gorla cuenta que cuando empezaron a armar el programa se puso en contacto con el director asistencial del Hospital de Pontevedra (España), donde está la planta de Ence. “Ellos habían tenido muchos accidentes hasta hace quince años, de los cuales, curiosamente, se perdieron todos los registros.”

–¿Qué tipo de accidentes?

–Escapes de cloro, bronquiolitis, enfermedades respiratorias que el lenguaje médico cataloga como EPOC, enfermedades pulmonares obstructivas crónicas. Habían afectado fundamentalmente a operarios y había habido muertes, por eso desaparecieron los registros. Ellos tienen un muy buen sistema sanitario, no están nada desorganizados y justo a lo que era de Ence, mirá qué casualidad, lo agarró un incendio. Claro, en España el Estado a cargo del hospital era el mismo que defendía a la pastera, era un Estado que estaba en contra de la participación social.

–Dice que esos accidentes ya no ocurren.

–Sí, hubo un cambio cuando Ence reemplazó su sistema de producción y pasó a usar ozono. Pero no es el caso de Botnia, que va a usar cloro.

Villarruel explica que el programa tiene tres patas. La primera consiste en poner en claro cuáles fueron las enfermedades prevalentes en la zona en los últimos cinco años. “Se está armando esa línea de base con los libros del hospital con los datos de los pacientes que se atendieron desde 2002 en adelante.” En el período bajo análisis, el Centenario recibió unas 500 mil consultas: atiende entre 7 y 9 mil personas cada semana.

La segunda pata es el registro de las enfermedades actuales y la apertura de un consultorio de toxicología. Para eso los está asesorando un toxicólogo del sistema de salud porteño: la experiencia más completa en el rubro se da en el Riachuelo. La tercera es el seguimiento de mil chicos, seleccionados al azar y de edades entre 0 y 12 años, a los que se realizarán chequeos de laboratorio y de diagnóstico por imágenes. “Es un estudio prospectivo, el primero que se hace en el país sobre el tema, porque generalmente los estudios se hacen una vez que las cosas pasan. Acá vamos a tratar de ver la situación previa y la posterior”, define Villarruel.

El armado de los programas se discutió con el personal del Centenario y de los centros de atención barriales, y destapó otras situaciones. Gorla cuenta una anécdota que lo ilustra: “Hicimos reuniones con los centros de salud, de médicos y enfermeros. Los médicos siempre planteábamos que la pastera es un tema que nos toca a todos, entonces saltó una enfermera y dijo: ‘Los agroquímicos son un tema que toca a la gente pobre, la basura le toca a la gente pobre, el parque industrial le toca a la gente pobre, el agua le toca a la gente pobre y nadie nunca dijo nada; y ahora que la pastera le toca a todo el mundo este tema es fundamental, pero los otros cuatro no’. Tenía razón. Nosotros no tenemos que mirar sólo lo que pasa con Botnia, partimos de una situación que no es pura, y tenemos que atender a todo lo que pueda afectar la salud de Gualeguaychú”.

Los médicos no tienen contacto con sus pares de Fray Bentos. Dicen, incluso, que les parece improbable un trabajo coordinado. Tuvieron una prueba piloto cuando en la pastera ocurrió el accidente tóxico que afectó a once obreros. Unos días después del episodio, como los intoxicados denunciaron que estaban sin atención, les ofrecieron atenderse en Gualeguaychú. Prepararon todo para un sábado, pero ese mismo día, revela Gorla, “las autoridades de Botnia los derivaron a Montevideo”.

¿Qué escenarios de riesgo describen los epidemiólogos? Básicamente dos: un efecto tóxico agudo en caso de accidente o un efecto crónico en que, lentamente, las enfermedades prevalentes cambien. En ese caso, dicen los entrevistados, eso se va a poder determinar luego de mucho tiempo: entre diez y veinte años.

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