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El país|Jueves, 15 de noviembre de 2007
FLORENCIO RANDAZZO, EL MINISTRO DEL INTERIOR QUE LLEGA DE BS. AS.

El delfín de Felipe que ascendió

El ministro de Gobierno bonaerense desembarcará en la estratégica cartera de Interior, encargada de la relación con las provincias. Celebró con el saliente gobernador bonaerense, Felipe Solá, quien lo apadrinó.

Por Martín Piqué
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Florencio Randazzo, el sucesor de Aníbal Fernández.

Códigos con códigos. Para festejar su ingreso al gabinete de CFK, Florencio Randazzo eligió al dirigente que lo hizo ascender a las ligas mayores: el gobernador Felipe Solá. Anoche cenaban juntos en la residencia de la gobernación en La Plata. Ambos tenían cosas que agradecerse. Randazzo había sido uno de los bastones de Solá en su emancipación del hogar duhaldista, el gobernador lo había convertido en su ministro con más proyección. El clásico mutuo beneficio. Randazzo, a quien todos sus conocidos llaman el Flaco, dejará la cartera política bonaerense para encabezar la función similar en la Nación. En el Ministerio del Interior no tendrá que lidiar con la temible seguridad. El área pasará a la órbita de Justicia, calcando el modelo que reinaba en tiempos de Gustavo Beliz. En la provincia también están desdoblados: Interior y Seguridad, con Interior a cargo exclusivamente de la acción política y la relación con legisladores e intendentes. En ese rubro Randazzo se mueve como pez en el agua.

Randazzo se hizo conocido cuando comenzó la ofensiva felipista-kirchnerista contra la estructura del PJ que seguía en manos de Eduardo Duhalde. El primer paso había sido un acto en Costa Salguero que se hizo famoso por su eslogan, una frase que parecía resumir las desventuras de un adolescente en vía de independizarse del padre: “Es hora de despegar.” Desde aquel momento Randazzo, el Flaco para los conocidos, pasó a ser el policía malo que sorprendía por sus durísimas declaraciones dirigidas al matrimonio Duhalde. En ese momento la mayoría de los intendentes aún no se habían pasado al kirchnerismo. Sus palabras (pocos lo sabían entonces) anticipaban la estrategia de la Rosada hacia la principal provincia del país. Era un largo camino para el contador de Chivilcoy, de 42 años, que en 2002 llegó a La Plata con sus colaboradores de siempre, todos del interior bonaerense (de la cuarta sección electoral, para más datos).

Su condición de hombre del interior le supo restar crédito entre los intendentes del conurbano: lo consideraban inexperto y proclive a caer en reacciones exageradas. Randazzo se dedicó a leer los signos de los tiempos. Y los tiempos giraban a favor de Néstor y Cristina Kirchner. El Flaco pareció entenderlo antes que nadie. “Muchos intendentes han entendido el cambio en la política y se han sumado al desafío de llevar adelante el proceso que encabeza Kirchner”, decía a principios de 2006. Ya era ministro de Gobierno de Solá, y su nombre sonaba como uno de los candidatos a sucederlo. Un detalle: su pasado incluía una escala en la gobernación de Duhalde y otra como diputado provincial.

La carrera vertiginosa, el saber estar en el lugar justo en el momento adecuado, lo llevaron hasta este presente. Ya no es sólo un lugarteniente de Solá; hoy se puede jactar de haber influido en algunas decisiones que, según los criterios de la política, resultaron acertadas. Fue él quien le propuso a Solá que trasladara al niño brillante Martín Lousteau de la Producción a la presidencia del Banco Provincia. El gobernador había intentado ubicar allí a Gustavo Lopetegui pero la Legislatura no se lo había aceptado. La relación de Lousteau con Randazzo y Solá se fue volviendo cada vez más importante. Con el tiempo, el gobernador comenzó a decir que estaba encantado con el joven economista. Entre otras cosas, el encanto se debía a la gestión que Lousteau y el vicepresidente ejecutivo del Grupo Bapro, Esteban Conte Grand, habían hecho en Madrid por una deuda de 65 millones de dólares que el Banco Provincia tenía con el Banco Santander de España. En esa gestión intervino, como siempre en tierras ibéricas, el ubicuo Carlos Bettini (ver nota aparte).

Randazzo tenía una larga lista de amigos que hacían cola para felicitarlo. Esperaban que terminara de cenar con Solá para pasar a saludarlo. Entre esos dirigentes se daba por descontado que el destino del gobernador saliente será la embajada en París. El otro destino que sonaba para Solá era un nuevo ministerio de Medio Ambiente, aunque para que eso el Gobierno debería haber anunciado otra modificación en la Ley de Ministerios (y sólo se anunció el pase de Seguridad a Justicia y la creación del Ministerio de Ciencia). Eso, más la necesidad de que el embajador Eric Calcagno asuma en la banca que CFK y Graciela Ocaña dejarán en el Senado, hacían más fuerte las versiones sobre el destino francés de Solá. Sin embargo, anoche, un funcionario de la Rosada dijo a Página/12 que hace una semana el gobernador había dicho que prefería quedarse en el país por un tema familiar.

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