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El país|Miércoles, 12 de diciembre de 2007
EL TITULAR DEL FMI OFRECIO “COLABORAR” EN UN ACUERDO CON EL CLUB DE PARIS

Un actor que quiere ser de reparto

Strauss-Kahn tuvo su primer encuentro formal con Cristina Kirchner. Antes almorzó con Lousteau y el titular del Banco Central. Aunque eludió definiciones contundentes, aceptó un compromiso para ayudar a acercar posiciones con el Club de París. “Puedo ayudar, intermediar, pero no soy actor en este problema”, se cubrió.

Por Fernando Krakowiak
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Dominique Strauss-Kahn, director gerente del Fondo Monetario, por los pasillos de la Rosada hacia el despacho de Cristina.

El director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, ratificó ayer su intención de colaborar para que Argentina pueda renegociar la deuda con el Club de París sin tener que firmar uno de los tradicionales planes de ajuste que exige la entidad que dirige, pero enseguida relativizó su aporte: “El Fondo hará lo que pueda para ayudar, pero el problema está en manos del Club de París y de Argentina. Yo puedo ayudar, puedo ser intermediario, pero no soy un actor en este problema”, aseguró el funcionario luego de reunirse en la Casa Rosada con la flamante presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Luego de esas declaraciones, en el Gobierno prefirieron la cautela. “El acuerdo con el Club de París es importante, pero no urgente”, destacaron fuentes oficiales a Página/12 para bajar las expectativas.

El FMI fue perdiendo relevancia en la escena local desde que el país canceló su deuda a comienzos del año pasado. Sin embargo, la necesidad de contar con la aprobación del organismo para avanzar en la renegociación de la deuda que Argentina mantiene con las principales potenciales europeas volvió a darle protagonismo. Strauss-Kahn, quien viajó al país para presenciar la asunción de Cristina Fernández, se reunió ayer al mediodía con el ministro de Economía, Martín Lousteau: el titular del Banco Central, Martín Redrado, y el secretario de Finanzas, Hugo Secondini. Por la tarde, se produjo el segundo encuentro, donde se sumaron Cristina Fernández y el jefe de Gabinete, Alberto Fernández.

El Gobierno quiere normalizar las relaciones con el Club de París para que las empresas europeas puedan incrementar sus inversiones en el país. Para las grandes obras de infraestructura, como las centrales térmicas y los trenes rápidos a Córdoba y Mar del Plata, se les exige a las firmas interesadas que gestionen una parte del financiamiento en el sector privado, pero en la actualidad les resulta difícil conseguir dinero en sus países de origen porque los bancos europeos no otorgan préstamos destinados a invertir en naciones que están en cesación de pagos con el organismo. El Gobierno elevó una propuesta a comienzos de año donde ofreció pagar los 6300 millones de dólares adeudados en un plazo de 10 años y con una tasa de interés equivalente a Libo más un punto, pero la discusión se congeló por no tener un acuerdo vigente con el Fondo.

A fines de octubre, Strauss-Kahn se reunió en la Asamblea del FMI con el ex ministro de Economía Miguel Peirano, y el titular del Banco Central, Martín Redrado. En ese encuentro, el nuevo director del organismo multilateral se manifestó dispuesto a colaborar para que la Argentina pueda renegociar su deuda con el Club de París, “atendiendo la postura del Gobierno de no someterse a auditorías o condicionalidades del FMI para alcanzar un acuerdo”. Sus palabras fueron interpretadas por la delegación oficial como un “guiño” favorable para destrabar la negociación. Ayer ratificó sus dichos ante la flamante Presidenta y luego frente a los periodistas que esperaban afuera, pero enseguida le quitó relevancia a su aporte: “El Fondo hará lo que pueda para ayudar, pero el problema está en manos del Club de París y de Argentina. Yo puedo ayudar, puedo ser intermediario, pero no soy un actor en este problema”.

La postura de Strauss-Kahn es ambigua porque se muestra dispuesto a colaborar, pero al mismo tiempo le quita mérito a su intervención al mostrarse como alguien ajeno al conflicto, cuando en realidad es un protagonista, pues el Club de París se niega a renegociar sin el aval de la entidad que él preside. Esa posición tibia es la que llevó al Gobierno a bajarle las expectativas a la negociación, descartando una resolución rápida y declarando que el tema central de la reunión no fue el Club de París sino las reformas que se piensan impulsar al interior del FMI para democratizar la entidad crediticia.

El titular del Fondo se encargó además de descartar públicamente una alternativa que se había barajado en los últimos meses para evitar la firma de un nuevo acuerdo con el organismo. Funcionarios del Gobierno habían dejado trascender que una opción para no tener que someterse a una auditoría del Fondo era agregarle algunos requisitos a la evaluación anual contemplada en el artículo IV del estatuto del FMI para elaborar un informe ampliado que suplantará a un acuerdo.

El artículo IV establece que todos los años se debe evaluar la marcha macroeconómica de los países miembro, aunque no tengan vigente un acuerdo con el organismo, tal es el caso de Argentina desde enero de 2006, cuando canceló su deuda. Fuentes oficiales adelantaron ayer que ese acuerdo se firmará en algún momento del primer semestre del próximo año, pero Strauss-Kahn descartó que la evaluación pueda utilizarse para destrabar la negociación con el Club de París. “Estoy dispuesto a poner lo mejor de mí para ayudar a Argentina pero nunca en la historia del Fondo el artículo IV fue considerado como una suerte de aprobación (de la situación económica), y no hay motivo para que esto se modifique”, agregó.

Al negarse a flexibilizar los procesos habituales del organismo multilateral que dirige, Strauss-Kahn dejó en claro que su función es defender los intereses de los países desarrollados que lo eligieron para el cargo. Por eso expresó que la única opción para Argentina sería que el Club de París renuncie a pedir el aval del FMI. “Espero que seamos capaces, sobre todo por el lado del Club de París, de encontrar una solución que no implique al FMI”, sostuvo. Ahora la pelota quedó del lado de los principales acreedores europeos del país, quienes deberán decidir si siguen exigiendo un acuerdo con el Fondo antes de renegociar la deuda.

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