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El país|Martes, 18 de diciembre de 2007
ASUMIO FABIANA RIOS, DEL ARI, COMO GOBERNADORA DE TIERRA DEL FUEGO

“El tiempo de una revolución en paz”

Con la presencia de la líder de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, y del ministro del Interior, Florencio Randazzo, asumió ayer la primera gobernadora del país. Llamó a una “cruzada” contra la corrupción.

Por Werner Pertot
desde Ushuaia
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La dirigente del ARI, Fabiana Ríos, en su asunción, en una ceremonia donde abundaron las lágrimas.

“¿Quién dijo que todo está perdido? Yo vengo a ofrecer mi corazón.” La canción de Fito Páez empezó a sonar por los parlantes mientras la gobernadora de Tierra del Fuego, Fabiana Ríos, hizo su entrada. Caminó por la alfombra roja, pero rápidamente rompió el protocolo para fundirse en un abrazo con Lilita Carrió. No juró por Dios, sino por la patria “y por la memoria del maestro Alfredo Bravo”, a quien recuerda como su iniciador en la política. En su discurso saludó tanto a Carrió como al ministro del Interior, Florencio Randazzo, quien llevó los buenos oficios del gobierno nacional. “Es tiempo de plantear una revolución en paz para esta provincia, que ponga el eje en la educación y en la salud”, sostuvo Ríos, quien pidió abrir un juicio para quienes pusieron la provincia al borde del colapso. También llamó a una “cruzada” contra la corrupción y por la distribución del ingreso. Dos de los pilares del ARI.

El Polideportivo Municipal, un enorme gimnasio de color rojo con techo de madera a dos aguas, apenas si alcanzó a contener a la multitud que asistió a la asunción de Fabiana Ríos. Sobre el escenario, habían preparado una reconstrucción del recinto legislativo, que había quedado chico, con bancas y un estrado. En las paredes del gimnasio, había colgadas pancartas del ARI y de algunos sindicatos. En las primeras filas, además de Carrió, estaban los lilitos Fernando Sánchez, Elsa “Tata” Quiroz, Marcela Rodríguez, Susana García y los integrantes del ARI Autónomo, Eduardo Macaluse, Carlos Raimundi y Delia Bisutti, entre otros. Si bien Hermes Binner no pudo asistir, viajaron los socialistas Oscar González y Rubén Giustiniani.

Todos aplaudieron a rabiar cuando entró una Ríos inusualmente producida: con un peinado envidiable, vestía una pollera verde y una blusa blanca, y tacos altos. Rodríguez y Quiroz incluso se pararon sobre sus sillas para poder verla en el tumulto de abrazos. En contraste, el gobernador saliente del PJ Hugo Cóccaro tuvo chiflidos y aplausos por igual. Y hasta algún grito perdido de “¡ladrón!”.

La ceremonia tuvo algunos toques propios de quien asume el mando: el Himno lo acompañó un coro de lenguaje de señas de Río Grande y finalizó con los adolescentes del grupo de danza Tauen, que bailaron en torno de una choza indígena, para recordar los orígenes de la provincia. Ella cantó el Himno conmovida, al borde de quebrarse. Se pudo reír recién cuando su vicegobernador, el ex juez Carlos Bassanetti, se olvidó de la segunda parte del juramento (“Si así no lo hiciere, que la patria se lo demande”). Bassanetti es conocido en Tierra del Fuego por haber rechazado una jubilación de privilegio que había dispuesto para los jueces el menemista Carlos Manfredotti. Antes, fue juez de Río Gallegos, donde tuvo oportunidad de conocer de cerca a los Kirchner. “Mi primer acto es muy esperanzador”, dijo antes de tomarle juramento a Ríos.

Cóccaro se retiró tras colocarle la banda y darle el bastón de mando, que Ríos alzó en alto. “Este cambio que sonaba como un murmullo casi imperceptible resonó con voz atronadora el domingo 24 de junio”, comenzó su discurso de 25 minutos, en el que leyó más de una vez la palabra “cambio”, sólo equiparada por “corrupción”. Habló de la “propiedad colectiva del cambio” y convocó a la participación ciudadana. “Nadie al margen: o se está contra la corrupción o se está a favor”, lanzó. Y llamó a los fueguinos a “transformar cada centímetro de la administración provincial en un lugar libre de corrupción”. Ríos sabe que necesitará respaldo frente a algunas medidas que analiza sobre la planta estatal (habló de concursos e “idoneidad” en vez de “amiguismo”) y ante los sectores que mantenían el bipartidismo provincial: el PJ y el Mopof.

A la oposición le dejó varias advertencias. “Nos negamos a acuerdos de impunidad. No buscamos venganza, pero no vamos a permitir presiones que busquen prebendas. La corrupción, la desidia y la exclusión nos dejaron en esta situación”, sostuvo. Le pidió a la Legislatura una “reforma tributaria que permita llegar al equilibrio de las cuentas públicas”, pero también “que se proceda a la apertura de juicios de responsabilidad de los funcionarios que nos llevaron a esta condición de vulnerabilidad”. El destinatario directo de su frase no es otro que Cóccaro, a quienes los aristas acusan de haber dejado la provincia endeudada por mil millones de pesos y con un déficit mensual de cerca de 30 millones. Uno de sus últimos actos de gobierno fue suspender la distribución de leche a los comedores.

En lo económico, Ríos habló de garantizar la inversión “con la distribución del ingreso y un ingreso justo para los trabajadores”. “Nuestra sociedad ha optado por crecer y no paralizarse y hacer un pacto de civilización que genere políticas universales y que clausure el pasado de clientelismo que crea rehenes del gobernante de turno”, consideró. “Nada haremos con nuestros cargos si naturalizamos el dolor del otro, si miramos a los jóvenes siempre como problema y no como posibilidad negada por la hipocresía de los adultos”, aseguró. “El país nos está mirando, observa con atención la nueva experiencia de esta provincia al sur del sur. Mi compromiso es ante decenas de miles que soñaron con un país justo y hoy no están. Es defender los derechos humanos de todos”, finalizó Ríos, al borde de las lágrimas.

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