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El país|Miércoles, 19 de diciembre de 2007

“Hubo más valijas para la campaña de Cristina”

El fiscal Thomas Mulvihill escribió que “hubo más de una valija de dinero destinada a la campaña de CFK”, en su acusación contra tres venezolanos y un uruguayo por presionar a Antonini Wilson.

Por Irina Hauser
desde Miami
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El fiscal “senior” de Miami Thomas Mulvihill.

En Miami hace frío. Sí, frío para ponerse medias y campera. Si no fuera por las palmeras que rodean los tribunales y recuerdan las coordenadas parecería cualquier otra ciudad. La sala donde transcurren las audiencias derivadas de la valija de Guido Antonini Wilson es también una fuente constante de escalofríos, aquí y allá, pero por razones ajenas al clima. El fiscal Thomas Mulvihill se muestra aguerrido a la hora de desplegar su juego, que no parece limitarse a acusar a tres venezolanos haciendo inteligencia ilegal para el gobierno de Hugo Chávez. La semana pasada tiró frente al juez otro bombazo que hasta ahora pasó inadvertido. Surge de afirmaciones de uno de los imputados, que estarían grabadas: hubo más valijas. Y todas dirigidas “a la campaña de Cristina Kirchner”, citó el fiscal.

Lo que dijo Mulvihill, textual, figura en la transcripción oficial de la primera audiencia ante el juez Rubert Dube, una semana atrás, a la que tuvo acceso Página/12. En esa ocasión debía argumentar por qué pretendía que Franklin Durán y Carlos Kauffmann, ex socios de Antonini, permanecieran presos hasta el juicio. A poco de comenzar su relato, de la aparición de la valija en adelante, el fiscal disparó: “Durán le advirtió a Antonini que los 800 mil dólares estaban dirigidos para la campaña, la campaña presidencial de la eventual ganadora de la elección argentina, Cristina de Kirchner (y que) fondos adicionales habían sido proveídos en esa campaña”. No precisa cuánto dinero era ni cuándo fue enviado.

“Ambos gobiernos, de Venezuela y Argentina –añadió– estaban interesados en que él (Antonini) básicamente aceptara mantener callado el rol de Venezuela en ese financiamiento.” Dos párrafos abajo, Mulvihill da por sobreentendido que el diálogo en el que Durán habla de Cristina y los pagos fue grabado. “Hubo muchas más reuniones. Muchas más grabaciones fueron realizadas”, enfatiza. Fue la misma conversación, según el informe del FBI, en la que Durán le dijo a Antonini que si no cooperaba con la maniobra para ocultar el origen y destino de los 800 mil dólares lo perseguirían las autoridades de ambos países y sus futuras acciones pondría en peligro la vida de sus hijas.

Hasta ahora es un enigma qué pruebas concretas hay: qué grabaciones, qué filmaciones, qué monitoreos telefónicos. Incluso en cualquier momento se podría decretar una especie de secreto de sumario. La fiscalía recién las pondría sobre la mesa cuando se encamine el juicio. Sólo se sabe que en parte habrían sido obtenidas por Antonini, devenido colaborador, víctima y protegido del FBI. Aunque tampoco está claro desde cuándo ni por qué se ganó ese papel. “Fue cuando volvió de Argentina, pero no antes”, precisó el fiscal el lunes. Eso, sin embargo, no responde si la investigación contra sus viejos compinches se inició por una denuncia suya o porque él trató de zafar de cargos graves en Estados Unidos, lo que a su vez le permite gambetear el pedido de extradición argentino, que desde ayer incluye una imputación por lavado de dinero.

En cuanto a la valija, la abogada de Antonini, Theresa Van Vliet, dijo que “él no sólo no sabía que el dinero estaba en el avión sino que, de hecho, el dinero no era de él”, según publicó el Miami Herald. Van Vliet tiene un pasado de funcionaria y buenos contactos con el Departamento de Justicia, donde fue directora del Area Antinarcóticos.

Durán y Kauffmann, decidió Su Señoría, seguirán presos hasta el juicio, en una celda situada en un gran edificio pegado a la Corte con unas ventanas tan finitas que es impensable que allí entre algo de luz. Según el alegato del fiscal, el día que los agarraron planeaban dejar la ciudad en un avión de Durán, listo para el despegue. Ambos, con Antonini, eran socios en la petroquímica Venoco, en el fondo de inversiones Foxdelta y en negocios de otro cariz, como la venta de armas. También en la pasión por los autos y la buena vida.

Anteayer otro juez, en el mismo caso, le concedió la excarcelación al uruguayo Rodolfo Wanseele Paciello bajo una fianza de 150 mil dólares, lo que desató la ira del fiscal: para refutar la cifra, por irrisoria, aseguró que dos de los acusados le habían ofrecido dos millones de dólares a Antonini por su silencio. También volvió a hablar del acuerdo entre los gobiernos de Argentina y Venezuela para callar el escándalo. Moisés Maionica recién tiene cita para pedir la excarcelación el 2 de enero. La posibilidad de que el uruguayo (que aparece vinculado sólo a una de las reuniones con Antonini) quede en libertad no es un dato menor: podría negociar y convertirse en otro “colaborador” en el caso (al estilo de Antonini) y salir airoso del juicio.

La acusación formal contra los cuatro es haber actuado y conspirado como agentes encubiertos de la República Bolivariana de Venezuela en Estados Unidos, sin el aviso obligatorio al gobierno norteamericano. Se castiga con 10 años de prisión. Según el fiscal, lo hicieron manteniendo contactos con el Servicio de Inteligencia venezolano y el ministro de Justicia. También dice que hay contactos de Maionica con la oficina del vicepresidente venezolano. Mulvihill, explican en los tribunales, es un fiscal “senior” que instruye casos selectos. Ahora todo el mundo está pendiente de qué es lo próximo que sacará de su caja de Pandora.

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