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El país|Domingo, 23 de diciembre de 2007
REPORTAJE A MARTIN LOUSTEAU, NUEVO MINISTRO DE ECONOMIA

“Tenemos que ir gravando más la renta y menos el consumo”

Se lo ve cómodo en el inmenso despacho del Ministerio de Economía, aunque sea su segundo ocupante más joven en la historia. Tranquilo pero confrontativo, suma argumentos para defender la continuidad de políticas como el combate a la inflación, la intervención del Indec, las retenciones y en general el tono activo de la política económica. La situación de tensión con EE.UU., las inversiones y la negociación con el Club de París.

Por Alfredo Zaiat
y David Cufré
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Un pequeño portarretratos en su despacho lo muestra en una situación que nunca imaginó que le tocaría tan joven: jurando como ministro de Economía frente a Cristina Fernández. Sin embargo, Martín Lousteau ya luce adaptado a esa oficina señorial del quinto piso del Palacio de Hacienda. Y también parece cómodo con el rol que le toca desempeñar. Sobre todo, cuando tiene que polemizar con quienes cuestionan, por uno u otro motivo, las intervenciones del Gobierno en materia económica. Suma argumentos para defender la política contra la inflación, les recomienda a las entidades del campo entender la importancia de las retenciones, confronta con quienes cuestionan la intervención oficial en el Indec y afirma que el gasto público tiene que seguir subiendo. También asegura que la situación de tensión con Estados Unidos por el caso de la valija no afectará el nivel de inversiones. En este reportaje con Página/12, el ministro detalla cómo piensa llevar su gestión y entrega dos primicias: se trabajará para que las rentas financieras queden alcanzadas por el impuesto a las Ganancias y se creará una banca de desarrollo en los primeros meses del próximo año.

–¿Cuánto le preocupa la inflación: mucho, poco o nada?

–La inflación me ocupa a mí y al Gobierno, pero no es un tema de preocupación. Me ocupa por varios motivos. El más obvio es porque la Argentina tiene una historia con la inflación. El segundo es porque después de una megadevaluación como la de 2002 hay que ir midiendo cómo se acomodan los precios relativos. A otros países en los ’90 les ha tomado más de un lustro. Y el último motivo es porque estamos viviendo un fenómeno nuevo de aumento internacional de precios de los alimentos. En los países desarrollados existe preocupación por esta cuestión.

–¿Cómo combatirá la inflación, con qué política de intervención?

–El Estado tiene el deber de intervenir con inteligencia frente a esta suba de alimentos. Nuestra intervención es pionera y creo que se irá aceptando y copiando en otros lugares.

–¿Por qué es pionera?

–Hay países que optan por un control férreo del precio de los alimentos sin ninguna otra medida. Eso en Rusia ha generado desabastecimiento. Son las medidas tradicionales. Nosotros tenemos un doble desafío: aprovechar esta circunstancia como productores y lograr que la sociedad crezca de manera igualitaria. Entonces, a medida que aumenten los precios de los alimentos en el mundo tenemos que ir calibrando con las retenciones a las exportaciones para darle una señal al productor de cuánto de esa rentabilidad podrá atesorar, pero sin afectar a los consumidores. Con lo recaudado por las retenciones vamos a subsidiar el consumo. Nosotros podemos exportar alimentos cuando todos los argentinos hayan comido.

–¿El campo entiende ese discurso?

–Ayer (por el jueves) estuve reunido con una parte muy representativa de la cadena agroindustrial y lo entienden perfectamente.

–Pero cada vez que suben las retenciones hay una reacción muy encendida de las entidades ruralistas.

–Nuestro deber es intervenir y explicarlo con todos los ribetes del caso. Cuántas veces escuchamos que las retenciones son una medida fiscalista. El tema es mucho más complejo y tiene que ver primero con la administración de esa tensión entre exportaciones y consumo interno. Por otra parte, si dejáramos que el dólar de equilibrio estuviera marcado por sectores rurales que hoy son hiperrentables, por el tipo de cambio y por los precios internacionales, una gran cantidad de sectores industriales no tendrían rentabilidad. Con las retenciones se favorece la reindustrialización.

–¿Pero no afectan al pequeño y mediano productor, como en el caso de la leche, donde la industria les traslada el ajuste a los tambos y eso termina desalentando la producción?

–Ahí está la calibración fina. Soy optimista respecto de la resolución del tema lácteo. Hemos abierto un canal de diálogo y el sector está entendiendo que la agroindustria, incluyendo a la leche, es fundamental para el desarrollo de la Argentina.

–¿Los acuerdos de precios perdieron efectividad?

–Los tenemos que ir perfeccionando, pero son importantes. Primero porque tenemos impregnada una cultura de la volatilidad. Y segundo por lo que mencionaba al principio: por la suba estructural de los alimentos.

–En relación con el tema precios, ¿cómo piensa solucionar el desastre del Indec?

–Por qué el desastre del Indec.

–Durante todo el año la situación no fue muy tranquila.

–El tema inflacionario y el del Indec han tenido una reverberancia mediática que tuvo que ver con las elecciones. En 2005 hubo 12,3 por ciento de inflación y nadie hablaba de eso. Y respecto al Indec, nadie está en condiciones de calcular la inflación como se lo hace allí, donde se relevan 115 mil productos. Otros índices que surgen por ahí carecen de rigurosidad.

–¿Cuándo comenzará a utilizarse el nuevo índice de inflación?

–No hay una fecha. Se está trabajando. Lo más importante es que las cosas se hagan con la rigurosidad necesaria y después se comuniquen como corresponde.

–O sea que no empieza en enero.

–No tiene fecha. El perfeccionamiento metodológico se da en todos los institutos de estadísticas del mundo. Ahora, también hay que entender que un Indice de Precios al Consumidor no es una medición del costo de vida, y no tiene que ver con la inflación o la sensación que puede experimentar una persona en particular. Es un índice de precios y ese índice se va actualizando conforme van cambiando los patrones de consumo. Es lo que estamos haciendo ahora. Después de testear su robustez hay que comunicarlo de la manera más transparente posible, para que no esté cuestionada su credibilidad. Un país que se pregunta o discute cuál es su nivel de evolución del IPC no puede pensar en desarrollarse.

–Ese es el punto donde estamos hoy.

–Por eso estamos haciendo un trabajo, que ya comenzó y en el cual me estoy involucrando, de perfeccionamiento metodológico y de comunicación a toda la sociedad.

–Volvamos a la inflación. Antes mencionaba la intervención para controlar los precios de los alimentos, pero en este momento se ve una aceleración en distintos bienes y servicios. ¿Qué hará el Gobierno frente a ello?

–Hay crecimiento de precios, no aceleración. Y hay crecimientos dispares. Algunos son acomodamientos de rubros que quedaron rezagados. Cuando se produce una devaluación tan grande como la de 2002 hay sectores que demoran más en ajustar precios. Es lo que ocurre ahora con los servicios. Otro tema tiene que ver con que hay sectores que han recuperado capacidad de compra y hoy tienen consumos que para los patrones habituales de nuestra sociedad son suntuarios.

–¿Por ejemplo?

–Las prepagas, los colegios privados, los restaurantes. Gran parte de lo que se ve ahí en cuanto a suba de precios tiene que ver con las mediciones de un sector en particular.

–La clase media y media alta.

–Sí. Entonces hay distintos orígenes de la inflación.

–¿El nuevo índice va a ponderar esas situaciones?

–Se está trabajando. Hay cosas que evidentemente no tiene mucho sentido que estén en el índice.

–¿Por ejemplo?

–Los Rolls-Royce y los BMW.

–¿Las prepagas y los colegios privados?

–No, eso sí. Todo lo que está incluido en la encuesta de Ingresos y Gastos que consume el grueso de la población, y sobre lo cual uno quiere que actúe la política económica, tiene que estar adentro.

–¿Las bonificaciones salariales de fin de año son una señal de que los salarios están corriendo detrás de la inflación?

–No. Si hay un gran mérito de la política económica de los últimos cuatro años es el impacto social que ha tenido.

–¿Pero las bonificaciones no muestran que algo cambió? ¿Hay una carrera de precios y salarios?

–No. La negociación es siempre por una recuperación del salario real. Discutir si es 16 o 12 más 4 en el fondo es lo mismo, pero desde la estrategia de negociación se plantea distinto. Creo que es una estrategia que tiene lugar porque estamos discutiendo el índice de inflación.

–¿El Gobierno tiene que hacer una autocrítica por esa situación?

–No, repito, acá hay un cambio metodológico que se está implementando.

–Pero la pérdida de credibilidad del Indec empezó antes del cambio metodológico.

–No soy partidario de explicaciones simplistas. Creo que confluyeron distintos factores para que este tema se pusiera en el tapete de la manera en que se lo hizo. El año electoral es uno de ellos.

–¿Hay que hacer algún retoque tributario, por ejemplo con las exenciones al impuesto a las Ganancias?

–Igual que con el IPC, el trabajo de perfeccionamiento es permanente. Hay prácticas que van cambiando y el sistema tributario se tiene que sofisticar a la par de esas variaciones.

–Pero ésa es la administración tributaria. La pregunta apunta a la estructura impositiva. Puntualmente, ¿se tienen que eliminar las exenciones en Ganancias a la renta financiera?

–Yo creo que tenemos que ir trabajando en esa dirección. Es parte de hacer una sociedad más igualitaria. No soy partidario de las grandes reformas, porque a veces son saltos al vacío. Pero creo que hay que ir modificando el sistema.

–¿Qué más haría además de trabajar en la eliminación de exenciones?

–El principal problema de nuestro sistema tributario es su inequidad por la evasión, la elusión y las exenciones. Esás son los puntos a corregir.

–¿Bajaría la tasa del IVA?

–Tenemos que buscar mecanismos para ir gravando más la renta y menos el consumo. Es el sendero que transitan las sociedades que se van desarrollando.

–¿El Gobierno va a disminuir el gasto público?

–No, por qué vamos a bajar el gasto público. Lo vamos a subir. El gasto tiene que aumentar todos los años.

–¿Pero la tasa de crecimiento se va a moderar?

–Ese es otro tema. Estamos tres décadas atrasados con respecto a lo que han hecho otras sociedades. Tenemos que aumentar el gasto público, en particular en seguridad social. Lo importante es que las políticas tengan consistencia para garantizarnos que el ritmo de crecimiento económico sea el más alto posible y para que todos los años pueda subir el gasto.

–¿Están pensando en un índice objetivo de ajuste para las jubilaciones?

–Se está trabajando en términos de cumplir con lo que dictaminó la Corte Suprema.

–¿Entonces?

–Se está trabajando en términos de cumplir con lo que dictaminó la Corte Suprema.

–¿De cuánto será el superávit fiscal en 2008?

–En el Presupuesto se fijó en 3,15 del PIB. Es importante calibrarlo en función de las necesidades que vayan surgiendo.

–¿Aumentarán las tarifas residenciales en 2008?

–Es un tema de otro ministerio. Obviamente que hay una coordinación con todo el Gobierno, pero el cómo y el cuándo los define otro ministerio.

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