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El país|Domingo, 17 de febrero de 2008

Un problema de visas

La Cancillería investiga si existieron irregularidades en la entrada de ciudadanos chinos al país. No se encontró nada objetable en los consulados, pero el tema preocupa por el constante aumento de viajeros de ese origen.

Por Fernando Cibeira
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Luego de recibir varias denuncias anónimas y teniendo en cuenta los antecedentes de casos de corrupción, la Cancillería inició a fines de 2007 un sumario interno para verificar si existían irregularidades en la tramitación de visas para ciudadanos chinos en el Consulado argentino en Beijing. Un sumariante viajó allí y no encontró nada fuera de lo común, pero a partir de la investigación surgió que de alrededor de los más de 8 mil chinos que recibieron visas durante el año pasado al menos 200 nunca salieron del país, por lo que es de suponer que se quedaron a vivir de manera ilegal. El número, evalúan en el Gobierno, no es aún como para preocuparse ni da para sostener la reaparición de la siempre temida “mafia china” dedicada al tráfico de almas, pero en la Cancillería quedaron en seguir trabajando en conjunto con la Dirección de Migraciones: para los próximos años se espera en todo el mundo un importante incremento de los viajes de chinos al exterior, aumentando en la misma proporción las posibilidades de ilícitos. “Hay que estar atentos”, remarcan.

Las denuncias sobre visas a ciudadanos chinos tienen ya su historial. En 1995, como ahora, la Cancillería también inició un sumario que fue seguido por una denuncia penal donde figuraba como imputada la entonces cónsul argentina en Beijing. La Justicia dictaminó que en realidad le habían falsificado la firma, por lo que la cónsul fue sobreseída. Desde aquella investigación quedaron asignados al Consulado argentino dos peritos calígrafos de la Gendarmería Nacional. Es que, reconocen en Cancillería, no es sencillo fiscalizar un trámite en la capital china. Hay dificultades con el idioma –para más, suelen trabajar con traductores que pone el gobierno chino–, los nombres son difíciles de comprender y hasta, vale el lugar común, los rostros son muy parecidos para la mirada occidental. Por eso las pericias caligráficas adquieren una importancia decisiva. Tanto fue considerado así que cuando tiempo atrás el ministro Aníbal Fernández resolvió por cuestiones presupuestarias que todos los efectivos de Gendarmería que trabajaban en seguridad de las embajadas volvieran a la Argentina, los dos peritos continuaron asignados en Beijing.

En los noventa, los chinos llegaban al país atraídos por la posibilidad de ahorrar en dólares que brindaba el uno a uno. En su gran mayoría los que aterrizan en la Argentina provienen de Fujian, una provincia costera del sudeste chino, cercana a Taiwan. Evidentemente, en las políticas planificadas que rigen el comunismo chino a los emigrantes de Fujian les toca Argentina. Y dentro del país, las grandes ciudades. Casi no hay chinos fuera de Buenos Aires o el conurbano, y eventualmente Córdoba y Rosario. Desde aquella época es un tema que cada tanto resurge. A mediados de 1998, la Justicia desbarató una banda mixta de argentinos y chinos dedicada a los ingresos ilegales. Pago de varios miles de dólares mediante, los chinos se hacían de un contrato de trabajo y luego conseguían su radicación, en muchos casos con el objetivo final de entrar a Estados Unidos en una época en que el pasaporte argentino no necesitaba visa. Tan atractivo resultaba el negocio que un año después se conoció un proyecto para levantar una ciudad para chinos de alto poder adquisitivo en un campo de 200 hectáreas en San Luis. Hubo cambio de gobierno, luego llegó la crisis y el fin de la paridad cambiaria.

Ataque noventoso

En los últimos años, reactivación económica mediante, los pedidos de visa se incrementaron y con ellos las denuncias. Curiosamente, como sucedió con el caso de los autos ingresados con franquicia diplomática, algunos escándalos de los noventa tuvieron ahora su revival. A comienzos de 2005, la Gendarmería detuvo en Jujuy a una red que se dedicaba a ingresar chinos ilegalmente desde Bolivia. El número de deportados, informaba Migraciones, crecía geométricamente. En 2003 se deportaron a 189 personas que venían de China. En 2004 ya habían ascendido a 383.

En la Cancillería comenzaron a acumularse los anónimos y cartas firmadas por ciudadanos chinos radicados aquí denunciando que a ellos o a algún familiar le habían pedido una coima para otorgarle la visa en el Consulado en Beijing. El año pasado, con un buen número de estas cartas acumuladas, se resolvió la apertura de un proceso de recolección de información sumarial, según revelaron a Página/12 fuentes de la Cancillería. Entre otras irregularidades se detectaron varios casos en los que chinos que ingresaban con visa de turista luego conseguían la residencia.

Con estos hallazgos, el subsecretario de Coordinación y Cooperación Internacional, Rodolfo Ojea Quintana, ordenó la apertura formal de un sumario administrativo interno. El 7 de diciembre pasado viajó a Beijing el director de Sumarios de la Cancillería, Alejandro Mischutin Nogués, para tomar declaraciones a los funcionarios del Consulado sobre el otorgamiento de visas de cortesía (se les da a los que tienen pasaporte oficial, ya sea funcionarios o también –en el extraño capitalismo comunista chino– empresarios), que eran las que registraban un mayor número de denuncias. Mischutin Nogués no detectó irregularidades que ameriten el inicio de una causa penal y comprobó lo que ya sabían en Cancillería: que las denuncias anónimas llegan invariablemente cada vez que se le niega la visa a algún interesado. “Es un método de apriete”, graficaba uno de los funcionarios que trabajó en el caso.

Las sospechas acerca de quiénes están detrás de los anónimos van desde los propios rechazados, los abogados intermediarios y hasta deslizan la posibilidad de que los responsables se encuentren en algún estamento del gobierno. El interés del gobierno chino por que estos ciudadanos viajen es evidente. El argumento más repetido porque se le niega la visa a un solicitante es que su nivel de ingresos no le permite contar con el dinero necesario para pagarse el pasaje y una estadía de vacaciones en el país, calculada en unos 15 mil dólares. Hay casos, sostienen funcionarios argentinos, en que es notorio que el propio gobierno les deposita esa suma en una cuenta para que les den la visa. Luego, claro, la plata el gobierno chino la retira y se la facilita a otro interesado.

Se viene la ola

Con la investigación, Cancillería inició un trabajo en conjunto con la Dirección de Migraciones para cruzar datos sobre el ingreso y salida de los visados chinos. En el Gobierno redondean en 10 mil las visas otorgadas en China, aunque según los números oficiales son un poco menos: en 2007 se facilitaron 8362 permisos de ingreso entre el Consulado de Beijing y el nuevo Consulado general de Shanghai. Sea cual fuere el número final, el entrecruzamiento arrojó que al menos hay 200 casos de chinos que ingresaron como turistas que no registran salida. Puede que sean más. El número, por ahora, no resulta preocupante para el Gobierno, aunque sí encendió una luz de alerta. Cancillería y Migraciones acordaron implementar nuevos controles para evitar la falsificación de visas y de permisos de residencia, un problema que, como ya se detalló, no es de ahora pero que cada tanto necesita aggiornarse a los nuevos tiempos.

La preocupación tiene que ver con lo que se anticipa será una demanda creciente de China, no sólo aquí sino en todo el mundo. La semana pasada, el semanario Business Weekly de Shanghai informó que durante 2007 41 millones de chinos hicieron turismo en el exterior, lo que significa un incremento del 18,6 por ciento respecto a 2006. El cálculo es que durante este año los turistas chinos al exterior serán 45 millones.

Los principales destinos ya se están preparando para la ola. De acuerdo ccon los datos del Departamento de Comercio de Estados Unidos, este año ingresaron a ese país 320 mil turistas chinos y esperan que en 2011 esa cifra llegue a 579 mil, casi el doble. Gran Bretaña anunció que reducirá un tercio el costo de las visas para captar ese potencial turístico. El año pasado, la Embajada del Reino Unido otorgó 13 mil visas turísticas, una cifra más parecida a la argentina que a la norteamericana.

Por eso es que, previendo una multiplicación de las solicitudes, en el Gobierno aseguran que multiplicarán también los controles. El escándalo de los autos todavía está demasiado fresco como para ser soslayado.

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