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El país|Martes, 11 de marzo de 2003
VELAZTIQUI PRONUNCIO UN ALEGATO EN TONO CASTRENSE

“Mi fracaso y mi desgracia”

Por Carlos Rodríguez
El alegato final de Juan de Dios Velaztiqui estuvo lleno de lugares comunes y castrenses, con reiteradas alusiones a los “hombres y mujeres de mi patria”, como en los discursos oficiales de la llamada Revolución Argentina, aquella que se instaló por la fuerza en el país entre 1966 y 1973, los primeros años en los cuales el ayer condenado vistió su uniforme de policía. “Nunca ha pasado por mi mente la idea de actuar con alevosía contra ningún ser humano cualquiera sea su condición”, aseguró Velaztiqui al alegar por primera vez ante los jueces que lo condenaron. El policía pidió “humildemente perdón a Dios todopoderoso”, a su familia y a sus compañeros de la Policía Federal que “cumplen diariamente la modesta y honrosa misión de salvaguardar vidas, bienes y derechos de todo ciudadano que habita y transita por nuestra patria”. Ayer fue condenado por terminar con la vida de tres jóvenes y él calificó así su actuación: “Les pido disculpas por mi fracaso y por mi desgracia”, dijo.
Con voz clara y tono de comisario, Velaztiqui habló sin moverse de su ubicación en la sala, a la izquierda de los jueces. Si uno cerraba los ojos, parecía que escuchaba un discurso de los años dominados por Onganía y Lanusse. Sólo que el orador tuvo las manos esposadas hasta segundos después de iniciada su intervención. “Estuve 33 años de servicio y me he considerado un auxiliar de la justicia como simple agente de policía”, dijo Velaztiqui, condenado ayer por primera vez, aunque tuvo causas por “apremios ilegales” y por “vejaciones”, en este caso por haber hecho trotar hasta la seccional más cercana a 49 hinchas de Nueva Chicago, sólo por cantar la Marcha Peronista en tiempos de veda política.
Luego de las disculpas a su familia, a la Federal como institución, y a sus compañeros de la fuerza, Velaztiqui recordó que hubo afectados directos por su accionar. “También pido perdón a todo hombre y mujer de mi patria a quienes haya entristecido con mi desgraciada y fracasada actuación.” La intervención de Velaztiqui fue recibida por insultos que partieron del público, totalmente adverso al policía. “Ni Dios, ni la patria, ni la puta que te parió te van a perdonar.” El grito, acompañado por el llanto, partió de Silvia Yrigaray, la mamá de Maximiliano Tasca, uno de los chicos asesinados por el policía.
En el fallo de ayer, los jueces del Tribunal Oral Nº 13 dispusieron que fuera reintegrada a la Policía Federal el arma utilizada por Velaztiqui en la llamada Masacre de Floresta. La Browning 9 milímetros número 4999, serie 001499, le había sido entregada a Velaztiqui el 2 de febrero de 2001, luego de que se lo considerara “apto para la asignación de armamento”. Uno de los abogados de las familias afectadas se hizo ayer la pregunta del millón: “¿En manos de quién pondrán ahora esa pistola?”.

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