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El país|Miércoles, 2 de julio de 2003
OPINION

Toda una paradoja

Por Daniel Kostzer (*)

Esto de ser tucumano no es tarea fácil. Cuesta el análisis racional, en especial cuando uno está lejos y tiene que tratar de explicar algunas cosas a los que nos increpan buscando respuestas.
Siempre Tucumán fue tierra de contradicciones en una dialéctica irresuelta, a veces violenta. Casi como su geografía en la que se ve ese verde llano, que se torna amarillo en la primavera, contrastando con las verde-azules montañas que se dibujan al oeste, y esconden allende los valles la piedra gris y seca. Origen de la primera industria moderna del país, que simultáneamente generó estructuras feudales, atrasadas, que duraron más de 100 años. Gestó antípodas del pensamiento como Alberdi, y de la acción como Avellaneda o Roca, que sentaron modelos por décadas para el país todo, que mientras abrazaba a los inmigrantes, extinguía a los nativos. Hoy, una caricatura de nazi vernáculo con moñito demodé denuncia conspiraciones sinárquicas. Casi simultáneamente tuvo un espectacular desarrollo cultural e intelectual en diversos ámbitos, y expulsaba de su territorio a más del 20% de la población en los años ‘60. Tierras fértiles que producen literalmente de todo, principal cuenca limonera del mundo con chicos que se apagan como velitas en la madrugada, producto del hambre.
El ámbito donde funciona el centro de investigaciones que descubrió los lactobacilos que combaten la diarrea infantil y al mismo tiempo donde están los hospitales con colas de “changuitos” que duele sólo mirarlos.
La que pasó de la dictadura a la posibilidad de elegir entre dos mil listas de candidatos.
Hoy la contradicción emerge en su cara más cruda y brutal, casi como una broma macabra: un muchacho de poco más de 30 años compite por la intendencia del “Jardín de la República” con el desaparecedor de su padre hace 28 años. Y no es el único. También hay otro candidato a intendente que sabe con claridad la responsabilidad de Bussi en la desaparición de su viejo.
La otra contradicción es que hoy sigue compitiendo en el marco de la democracia un individuo que la pisoteó e hizo gala de ello, que no puede salir ni siquiera a Uruguay, que debería estar preso, que llora cuando le descubren la plata oculta en Suiza y no cuando se le mueren chicos en los hospitales que prometió cuidar. Un “valiente guerrero” que no dudaba en torturar y matar a sus víctimas maniatadas y con los ojos vendados. Claro que esto último no es sólo una más de las contradicciones tucumanas, en esto hay cómplices fuera de las fronteras de la provincia.
* Economista.

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