Imprimir|Regresar a la nota
El país|Sábado, 19 de abril de 2008
El exceso en la cría en el Delta, una de las causas de los incendios masivos

Lo que se pierde con tanto ganado

La quema de campos en el Delta crece con el incremento de la ganadería. Un viejo reclamo de Santa Fe a Entre Ríos para proteger esa zona. Dudas de los investigadores sobre la multiplicidad y la oportunidad de focos de incendio.

Por Eduardo Videla
/fotos/20080419/subnotas/NA05FO10.jpg
“Desde hace cuatro años venimos planteando que el problema de los incendios debe tratarse desde su raíz”, dicen en Santa Fe.

A la responsabilidad de los productores por la quema intencional de campos podría sumarse cierta omisión del Estado en la prevención del daño ambiental que generó el fuego. El incremento de la cría de ganado en la zona de las islas del Delta no encontró contrapeso en la regulación por parte del Estado de la quema de terrenos, una práctica ancestral en esas tierras. El reclamo que la provincia de Santa Fe –y en especial Rosario, afectada crónica del humo entrerriano– hizo a su vecina del otro lado del Paraná, para proteger la zona del humedal de la cría indiscriminada de ganado, lleva cuatro años. Este factor, no obstante, no alcanza para explicar el fenómeno: nunca los productores iniciaron una quema simultanea en tantos focos, ni en esta época del año, ya que habitualmente se realiza para eliminar los pastos secos después de las heladas de invierno.

La geografía del Delta, desde Rosario-Victoria hasta la desembocadura del Paraná, tiene unas 380.000 hectáreas. En esos terrenos, hace seis años, se criaban unas 15.000 cabezas de ganado vacuno. Desde que empezó el boom de la soja, los campos que se dedicaban al pastoreo dejaron su lugar al superrentable cultivo de la oleaginosa. Los animales, entonces, migraron hacia las islas, donde encontraron excelentes pasturas. Hoy se estima que hay 180.000 cabezas, aunque algunos cálculos llevan ese número al doble.

El nuevo escenario generó preocupación en la ciudad de Rosario, donde desde hace cuatro años comenzaron a ser más intensos los efectos de los incendios de pastizales: el humo que hoy malhumora a los porteños fue, con menor intensidad, paisaje habitual en la ciudad santafesina. “Desde hace cuatro años venimos planteando que el problema de los incendios debe tratarse desde su raíz: se sabe que la quema es necesaria para que crezca el pasto, que siempre ocurrió, pero una cosa es quemar pastizales para 15 mil animales y otra es hacerlo para una cantidad diez veces superior”, advirtió el secretario de Medio Ambiente de Santa Fe, César Mackler.

Para el funcionario, que hasta el año pasado ocupó el mismo cargo en la municipalidad de Rosario, el gobierno entrerriano propició este estado de cosas “mediante la promoción de un régimen de arrendamiento de tierras fiscales en la región de las islas”. “No se puede arrendar la tierra a los productores y luego prohibirles la quema, porque no tienen otra forma de hacerlo”, opinó Ma-ckler. El gobierno entrerriano prohibió la quema de campos después de que los incendios se convirtieron en imparables.

Los expertos del INTA desaconsejan el método de quema de pastizales, más allá de los trastornos por la generación de humo: sostienen que destruye el suelo y produce la mortandad de animales de distintas especies. Promueven en cambio la utilización de otras tecnologías, como el corte de las malezas con maquinarias. Métodos más costosos y menos rápidos, que demandarían incentivos por parte del Estado.

Pero si no se queman pastizales, ¿se podría criar la cantidad de ganado que hoy se produce en el Delta? El secretario de Medio Ambiente de Santa Fe opina que no, que también habría perjuicio ambiental, porque “los excrementos de los animales generan gran cantidad de nitrógeno, que contamina el agua y la fauna ictícola”. Además advierte que pueden producirse verdaderos desastres “como el ocurrido el año pasado, con la inundación, que produjo la muerte de 30.000 cabezas de ganado, con el consiguiente riesgo sanitario”.

Por si estas razones no alcanzaran, debería tenerse en cuenta la necesidad de proteger el humedal, un ecosistema caracterizado por la presencia de pantanos, lagunas y ríos, que contribuye a mejorar la calidad del agua. Con ese objetivo, Mackler viene proponiendo a la provincia de Entre Ríos que la zona del Delta se convierta “en un área protegida de jurisdicción nacional”.

El ministro de Gobierno de Entre Ríos, Adan Bahl, se mostró ayer “dispuesto a dialogar para encontrar soluciones” a mediano plazo, más allá del trabajo conjunto para apagar el fuego. Pero rechazó la idea de que la promoción de arrendamientos por parte de la provincia sea la causa del crecimiento de la producción ganadera en las islas. “Fue sólo una medida para ordenar la actividad, que ya se venía desarrollando en la zona”, dijo Bahl. Le da parte de razón que el crecimiento de la producción ganadera se dio no solo en los terrenos fiscales arrendados sino en importantes fincas privadas.

En lo que se ponen de acuerdo los gobernantes de las dos provincias y los técnicos del INTA es en poner en duda la metodología utilizada por los productores para producir los incendios. “La costumbre es planificar la quema, prender en un sector, esperar que se apague y luego encender en otro lado”, dijo el ministro Bahl. “Por lo general, la quema se hace en julio, cuando los pastos quedan secos por las heladas”, agregó Mackler. Haberlo hecho ahora, cuando todavía hay muchos pastos verdes, a pesar de la sequía, es lo que ha generado más humo, por la quema de sustancias orgánicas. Si a eso se agrega la multiplicidad de focos, sin antecedentes en la región, da lugar a los investigadores para pensar si no existe otra intencionalidad que no sea la generación de nuevas pasturas.

El propio titular del INTA, Carlos Alberto Cheppi, informó ayer que hay en la zona de crisis unas 570 focos de incendio. “El 3 de abril, cuando se inició el fuego, había solo tres focos en actividad”, afirmó.

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.