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El país|Martes, 22 de abril de 2008
El balance que hacían en la comitiva sobre el viaje a Ecuador

El lugar en la región

En la Cancillería veían el paso por Quito en línea con la estrategia de ubicar a la Argentina en un lugar preponderante dentro de la región, con buenas relaciones fuera de Brasil y Venezuela. Cristina Kirchner y Rafael Correa festejaron el triunfo de Lugo en Paraguay.

Por Daniel Miguez
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Desde Quito

Había satisfacción en la Cancillería argentina por el resultado del viaje de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner a Ecuador, en línea con la estrategia oficial de que Argentina talle en el liderazgo regional. Si bien los principales socios en Latinoamérica son hoy Brasil y Venezuela, y seguramente lo seguirán siendo, la idea del Gobierno es no encerrarse en esas relaciones, sino abrirlas lo máximo posible. Este encuentro con Correa, en el que además la Presidenta fue puesta, en las palabras y en los hechos, en un lugar destacado, es leído en el Gobierno como una puerta más que se abre en ese sentido.

La situación en el continente, además, es propicia. No sólo por el crecimiento de las economías en la mayoría de los países de la región, sino, y sobre todo, por las condiciones políticas. El triunfo de Fernando Lugo en Paraguay parece confirmar esa tendencia y por ello fue celebrado por el gobierno argentino y con desbordante entusiasmo por Correa. Su alegría extra se explica porque Correa, al igual que el ex obispo paraguayo, es un católico practicante, laico de la orden salesiana y además Lugo fue misionero mucho tiempo en Ecuador. Digresión al margen, esas condiciones, con gobernantes proclives a la integración regional, permiten, por ejemplo, que Argentina pueda armar nuevas sociedades, como con Ecuador. Sin ir más lejos, hasta hace no mucho semejante acercamiento hubiera sido muy complicado si Argentina y Chile siguieran considerándose hipótesis de conflicto. Ecuador es aliado incondicional de Chile desde que los hermanó su distancia por problemas limítrofes con Perú. Y Argentina siempre estuvo más cerca de Perú. Hoy esos escenarios casi no cuentan.

Pero, además, una alianza con Ecuador le permite a la Argentina diversificar su crecimiento en el continente. El hecho de que empresas argentinas puedan invertir allí y en obras de magnitud puede ayudar a compensar algunos desajustes que se dieron, quizá puedan seguir dándose con Venezuela, como la reciente nacionalización que afectó a Techint.

Más allá de las cuestiones entre estados, en el caso de Ecuador se da la particularidad de que la Presidenta, al igual que Néstor Kirchner en su momento, valoran mucho en lo personal a Correa. Lo conocieron cuando apenas tenía un 4 por ciento de intención de voto y quedaron impresionados por su mirada de católico de izquierda, por clasificarlo de algún modo. Un economista destacado (masters y doctorados en Estados Unidos y Bélgica) con un gran contenido filosófico. Correa, además de dominar perfectamente el inglés y el francés, habla todas las lenguas aborígenes que conviven en Ecuador y hay quienes dicen que buena parte de su triunfo en las elecciones se lo debe a haber usado cada una de esas lenguas cuando se dirigía a cada etnia en la campaña electoral.

En el Gobierno creen ver una tendencia ex profeso a asimilar el perfil de Correa al de Hugo Chávez o Evo Morales, como una intención de las fuerzas conservadoras para desacreditarlo ante las clases medias del continente. También por eso quieren “blindarlo”. Una de la formas es ayudar a que Correa logre consolidar el Estado ecuatoriano, al que ve con muchas debilidades, y por eso pide auxilio para mejorar su funcionamiento y capacitar a sus funcionarios.

Quienes preanunciaron que una de las diferencias entre el gobierno de Kirchner y el de su esposa sería la apertura internacional de Argentina, parecen que están acertando. La próxima cita de la Presidenta fronteras afuera será el mes que viene en Lima, donde se encontrarán en una cumbre los jefes de estado de Latinoamérica y Europa. Habrá que ver si para entonces, el Gobierno también logró torcer rumbos fronteras adentro, para que la Presidenta pueda subirse al avión con mayor tranquilidad.

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