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El país|Martes, 3 de junio de 2008
Lula insistirá en su idea aunque lo critiquen

A la carga con los biocombustibles

Por Darío Pignotti

Desde Brasilia

“Me van a ver como el pesado que sólo habla del etanol”, bromeó el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, en mangas de camisa, durante un encuentro con periodistas en la señorial embajada brasileña de la Piazza Navona, Roma, con quienes repasó lo central del discurso que hoy pronunciará en la Cumbre sobre Seguridad Alimentaria de la FAO.

“Los brasileños sabemos que el mundo puede tener alguna resistencia, pero al final va a tener que asumir la responsabilidad de usar otros combustibles” que no sean los de origen fósil, declaró Lula al anticipar su intervención de este martes, que ha suscitado particular expectativa en la diplomacia brasileña. Fue el primer jefe de Estado en arribar a Roma, el sábado por la mañana, y dedicó parte del fin de semana a depurar el texto junto al canciller Celso Amorim y varios colaboradores.

Lula ha defendido los biocombustibles desde su llegada al poder en 2003, pero por entonces eran apenas un ingrediente de un discurso que tenía como eje la cruzada contra el hambre, tema en el que se centró su intervención en la Asamblea General de la ONU de aquel año. Los carburantes verdes se tornaron una bandera de su política externa hace poco más de un año, luego de dos encuentros con George Bush, uno en San Pablo y otro en Washington, en los que acordaron promover la producción de biocombustibles en gran escala.

¿Qué razón tiene Lula para instalar el tema del etanol en una reunión de la FAO cuyo foco es la seguridad alimentaria? Quienes lo conocen dicen que monta en cólera cuando oye a representantes del FMI, el Banco Mundial y algunas ONG objetar la producción de biocombustibles alegando que esos plantíos quitan tierras a la producción de alimentos, originando el alza de los precios que está en el centro de la actual crisis global. Lula pretende persuadir a la comunidad internacional, pero en especial a los países pobres, de donde proceden la mayoría de los presidentes arribados a Roma, de que biocombustibles y seguridad alimentaria son complementarias.

Y sabe que está apostando a una tesis polémica: la expansión de la energía vegetal es vista con aprehensión por varios líderes regionales, entre ellos Fidel Castro. Hugo Chávez y Evo Morales tampoco mueren de amores por el etanol.

“Si en la conferencia de Roma se consagra la demonización del etanol, la revolución energética con que sueña Lula se convertirá en una pesadilla”, escribió Clovis Rossi, columnista de Folha de San Pablo. Rolf Hackbat, uno de los hombres que piensa la política agraria de Lula y lo acompañó a Italia, dijo a PáginaI12: “Es natural que haya recelos en países del Tercer Mundo hacia los biocombustibles”. “Ellos ven lo que ocurre en EE.UU. con el etanol a base de maíz, que les roba tierra a los alimentos. Pero los 21.000 millones de litros de etanol de caña brasileños no roban tierra a la soja ni al maíz; tenemos más de 400 millones de hectáreas cultivables esperando ser plantadas”, añadió.

Allí está otro punto de la propuesta brasileña en la FAO: impulsar el aumento de producción de alimentos en Latinoamérica y Africa para mitigar la disparada de precios. Para tal fin, Lula exigirá, como conversó ayer con la presidenta Cristina Kirchner, que la Unión Europea y Estados Unidos “eliminen los subsidios agrícolas y así los países pobres van a sentirse motivados para producir más alimentos para comer y vender”. También denunciará al “lobby del petróleo” por estar, dijo, detrás de los embates contra el etanol.

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