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El país|Martes, 1 de julio de 2008
En la Plaza del Congreso hay un toldo menos

El campo arrió la carpa

Alfredo De Angeli anunció el levantamiento de la “carpa verde” porque “se cumplió un ciclo”. Apareció otra de los evangelistas y Raúl Castells prometió que hoy montará una propia. Los ruralistas harán proselitismo en un colectivo por la ciudad.

Por Adriana Meyer
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La “carpa verde”, alquilada a Baravalle hermanos e hijos, fue desmontada anoche.

Unos llegan, otros se van. Cuando ya casi no quedaba espacio en Plaza Congreso para otra carpa más, ayer fue levantada la “Verde” de “el campo”, tribuna preferida de Alfredo De Angeli en su periplo porteño. “Ya cumplió un ciclo, ya le demostramos a la gente lo que queríamos hacer”, fue la escueta explicación del productor agrario sobre el levantamiento de su tienda de campaña. Los militantes de la causa campestre anunciaron que seguirán difundiendo sus reclamos con un micro por la ciudad. Rodeados de grupos de izquierda, jóvenes de boinas camperas comenzaron anoche a desmontar los carteles de cada localidad que los había visitado, a pesar de que De Angeli había dicho que la desarmarían hoy, mientras el público migraba hacia la carpa evangelista. Muy cerca, los indígenas explicaban que están siendo ignorados “en este debate que tiene en vilo al país”. Las estructuras K siguen siendo mayoría, pero el espacio del campo será aprovechado por sus circunstanciales aliados del Movimiento Independiente de Jubilados y Desocupados (MIJD), liderados por Raúl Castells, que también anunció su acampe frente al Parlamento.

La noche templada se prestaba para el pintoresco y didáctico paseo. Los grupos recién llegados a la plaza aprovechaban la gran concurrencia. Representantes de comunidades quechuas, aymaras, tobas y kollas, entre otras, intentaban “llamar a la conciencia del pueblo argentino” sobre sus “grandes males de exclusión”, impuestos por “los terratenientes sojeros, negreros, destructores del medio ambiente y la madre tierra”. Y decían: “Sí a las retenciones, pero que nos llegue una parte a nosotros también”, como lo expresó, bajo el colorido símbolo de la Wimphala, Silvia Suárez, del grupo comechingón. En esa misma vereda sobre Rivadavia, los conductores del noticiero de América se retocaban el maquillaje antes de la edición de las 19. “Le queda bien el pelo así”, opinaba un señor y enfocaba a la conductora con la cámara de su celular.

A pocos metros, le preguntaban a De Angeli si creía que la agresión sufrida por un joven en la “carpa verde” la semana pasada estaba destinada a él. “No sé, no tengo cuidado, por más que te cuidés pasan cosas igual”, respondió. Un grupo de mujeres coreaba su nombre y una de ellas le gritaba “te amo, Alfredo”. El dirigente entrerriano desmintió que fueran a desarmar la carpa por la movilización del oficialismo prevista para el jueves. “No tenemos miedo, aunque alguna gente sí, se debatió y se decidió levantarla.” ¿Sus próximos pasos? “Vamos a verlo al vicepresidente con los intendentes, que están preocupados por la desocupación.”

Desde la carpa del Ministerio Gente Nueva se escucharon acordes tangueros y la pastora entonó: “Argentina está de pie, un bautismo de amor”. Una decena de fieles aplaudió con fervor, mientras repartían una revista cuya portada preguntaba si “¿puede el sexo esperar?”. Ajenos a toda referencia política local, cuatro turistas daneses se retrataban frente al toro “Alfredito”. Al lado de los baños químicos, una familia y su perro aprovechó el permiso generalizado para instalar su propia carpita.

La columna de Convergencia Socialista se hizo paso y explotaron bombas de estruendo. Los técnicos de televisión que se preparaban para salir “en vivo” la miraron con preocupación. Junto a ellos aparecieron Izquierda de los Trabajadores (IT), Asambleas de Pueblo, Raúl Castells (MIJD) y Vilma Ripoll, del Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST). “Levantan la carpa para evitar enfrentamientos, pero me parece equivocado”, opinó la dirigente. PáginaI12 le preguntó si no era un error apoyar desde la izquierda una lucha en la que los pequeños productores se aliaron con un sector patronal. “Los que cortaron las rutas y los que se quiebran si se aplica la medida del Gobierno son los sectores medios, o sea los pequeños y medianos productores del campo y los trabajadores de las ciudades, entonces una izquierda que quiere tener una política para los que luchan, hacia los sectores medios como tuvimos en 2001, hoy tiene que definirse, decir que son lo mismo es trabajar para el gobierno nacional”, respondió. En la misma vereda había estacionado su motorhome el vendedor de maquinarias agrícolas Elvio Zanello, pro campo.

Pasada la segunda tanda, las cámaras ubicaron al diputado Edgardo Depetris, del Frente Transversal, para que respondiera a De Angeli. “Puede que una ley no resuelva todo, pero no se puede discutir desde un lockout patronal. Usted no puede cuestionar la intervención del Estado, sino volvemos a los ’90. El Estado tiene situaciones para corregir pero lo va a hacer democráticamente. No es justo que nos pongan en el lugar del anticampo cuando veníamos dialogando con los pequeños productores por sus deudas”, argumentó el legislador y dirigente de la CTA.

En la “carpa roja” del Movimiento al Socialismo (MAS), ubicada entre “el campo” y las tiendas kirchneristas, repartían volantes bajo el título “Ni gobierno K ni ruralistas”. Yamila Céspedes, estudiante de periodismo, se acercó a la mesa que exhibía Mi Vida, de León Trotsky, y Obras Escogidas, de Rosa Luxemburgo, para saber si habían sido ellos los que rodearon la carpa verde durante la marcha oficialista de la semana pasada. “No, no, para nada, fue el MST. Eso pasa cuando se pierde la orientación de clase”, le respondió un militante de anteojos y larga barba.

Su recorrida, junto a tres compañeras, siguió por las carpas oficialistas, más cercanas al Congreso. En la del Peronismo 26 de Julio exhibían un documental sobre Ezeiza, en la del Movimiento de Mujeres Evita pasaban un video sobre la evasión tributaria rural, y en la de Compromiso K, la más custodiada, habían disertado los funcionarios Ricardo Echegaray y Carlos Castagneto. Se alejaban por Callao y una de las chicas comentó que todo lo que habían visto “es un circo”. Yamila le replicó que, al menos, ahora tenía las dos versiones sobre “las famosas retenciones”.

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