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El Gobierno decidió apurar los pasos sobre la reforma política. Pidió a sus senadores que libren la última batalla legislativa del año para convertir en ley la norma que implementará las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias para que los partidos y alianzas electorales diriman sus candidatos presidenciales para 2011. Para el martes está convocado el plenario de las comisiones de Asuntos Constitucionales, Justicia y Presupuesto, donde el bloque K intentará aprobar el dictamen de la media sanción que llega de Diputados. Sin tiempo material para llevarla al recinto –las sesiones ordinarias terminan el 30 de noviembre–, el Ejecutivo convocaría a sesiones extraordinarias para tratar ese único tema. La idea es que la sesión se realice el 2 de diciembre o una semana después, el 9, un día antes del recambio parlamentario.
La resolución presidencial fue comunicada por partida doble a sus senadores. Cristina Fernández de Kirchner convocó el jueves pasado al presidente provisional del Senado, José Pampuro, y al jefe del bloque K, Miguel Angel Pichetto, para transmitirles la decisión de dar la batalla por la aprobación de la reforma política y trazar la estrategia legislativa para convertirla en ley antes del 10 de diciembre. Lo mismo hizo Néstor Kirchner en Chubut, durante el acto partidario que compartieron en Comodoro Rivadavia, cuando le dijo al senador santacruceño Nicolás Fernández –quien preside la Comisión de Asuntos Constitucionales– que la reforma no podía esperar.
La noticia sorprendió a los legisladores oficialistas, que ya empezaban a paladear el receso legislativo después de un año parlamentario en que consiguieron, con no poco esfuerzo, sancionar todos los proyectos que el Ejecutivo envió al Congreso. Existía un acuerdo tácito: que la reforma política pasaría a ser parte del debate del nuevo Senado el año próximo. Así lo habían manifestado diputados y senadores oficialistas, y hasta en una charla que Pichetto habría mantenido con el vicepresidente Julio Cobos.
Pero rápidos de reflejos, los senadores K empezaron a diseñar la estrategia legislativa. La primera resolución fue convocar al plenario de comisiones para el martes, donde el santacruceño Fernández (Asuntos Constitucionales), el correntino Fabián Ríos (Presupuesto) y el pampeano Rubén Marín (Justicia) tendrán un papel destacado. La segunda fue poner al tanto de los aprestos a todo el bloque.
El bloque K considera que cuenta con los votos para aprobar la reforma. Incluso, con el respaldo de aliados como los neuquinos del MPN y los ex aristas fueguinos, que acompañaron el proyecto en la Cámara baja.
Aunque también deberán sortear otros obstáculos. Los tiempos parlamentarios no están a su favor. Las sesiones ordinarias terminan a fin de mes y el oficialismo necesita al menos de siete días posteriores a la firma del dictamen para llevar el proyecto al recinto. Tampoco cuenta con los dos tercios necesarios para imponer su tratamiento esta misma semana.
Por eso se evaluó la necesidad de que el Ejecutivo convocara a sesiones extraordinarias para tratar este único tema. La prórroga de las sesiones ordinarias fue descartada porque podrían involucrar otros proyectos. Si el Gobierno se decide por las extraordinarias, la reforma política llegaría al recinto el 2 de diciembre o el 9, un día antes de que asuman los nuevos senadores. Después, el oficialismo ya no contaría con los votos necesarios para aprobarlo.
La estrategia oficial ya desató la rotunda negativa de la oposición. El radical Gerardo Morales advirtió que “si el kirchnerismo insiste en tratar la sanción de Diputados el martes, termina por romper las últimas reglas que le quedan a la República”. En tanto, el gobernador puntano, Alberto Rodríguez Saá, se convirtió en vocero de todo el PJ anti K, al afirmar que la reforma política “está concebida para que Kirchner y Cobos sean los candidatos que lleguen al ballottage” en 2011.
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