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El país|Martes, 13 de abril de 2010

Contra toda censura educativa

Por Eduardo López *
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Según el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia, “censura” es un “dictamen y juicio que se hace o da acerca de una obra o escrito”, y “censura previa” significa “examen y aprobación que anticipadamente hace el censor gubernativo de ciertos escritos antes de darse a la imprenta”.

Aportamos estas definiciones porque en una nota de opinión publicada en este diario el ministro de Educación de la Ciudad de Buenos Aires nos pide cuidado y cautela en el uso de las palabras. La preocupación del ministro Esteban Bullrich proviene de nuestra expresión “censura” aplicada a la medida de no imprimir (es decir, no darse a la imprenta, como dice la definición de censura previa) los Materiales Pedagógicos del Bicentenario elaborados durante 18 meses por personal de la Dirección de Currícula del ministerio citado. En el final de su artículo asume una función correctora y nos enseña a ejercer la democracia. Escribe: “Debemos ser cautos al acusar de censura a quienes piensan distinto de nosotros”. La confusión en la que intenta sumirnos el ministro es desconcertante. Para él, es el gobierno el que expresa el disenso sobre su propia acción de gobierno de producir materiales. Porque fue la propia gestión macrista la que aprobó la realización de los documentos en cuestión. El ministro sería, entonces, según su asombrosa inversión de roles, víctima de la comunidad educativa que pide que ningún conocimiento sea vedado. Increíble.

Nos parece encomiable que el ministro promueva el debate público a través de los medios de prensa. Es una lástima, eso sí, que su intervención sea tan poco “aclaratoria”. En su nota confunde perspectivas historiográficas con fuentes de datos y, como bien señalan los trabajadores de la Dirección de Currícula, pluralidad con incoherencia; cita sin ton ni son la Ley Nacional de Educación y señala que cualquier historiador al utilizar un marco teórico realiza, indirectamente, un acto de censura sobre todos los demás enfoques. Luego, refiere que “el acceso al conocimiento nunca debe ser suprimido en virtud de una u otra idea por importante o valiosa que esta sea” y cuando creíamos que, entonces sí, venía el anuncio de que los materiales iban a ser finalmente impresos... cierra su opinión con una extraña metáfora de un “boomerang” por la cual el censurado es él mismo.

Si lo que Bullrich pretendía era, como él dice, someter el material a la “prueba democrática del disenso”, debería confrontarlo con otras perspectivas y no anularlas todas.

Una vez más saludamos el intercambio de ideas con el señor ministro. Sin embargo, paralelamente, seguiremos llevando adelante acciones para la publicación efectiva de estos materiales. Por ello, convocamos para el día 20 de abril a la conformación de una Multisectorial por el Derecho a Saber en la Ciudad de Buenos Aires, a través de la cual implementaremos colectas y acciones para recaudar los fondos necesarios para que estos conocimientos no sean vedados y lleguen de manera concreta y gratuita a las escuelas de la ciudad. Para que a las palabras no se las lleve el viento... y a los libros del Bicentenario, tampoco.

Secretario general de UTE-Ctera.

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