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El país|Jueves, 17 de junio de 2010
La postura de Mujica, bien recibida en Argentina, mal en Uruguay

El monitoreo dividió aguas

Un día antes de la asamblea, el presidente uruguayo sugirió que aceptará el monitoreo conjunto en la planta de Botnia. En la Cancillería argentina y en Gualeguaychú lo elogiaron. Pero la oposición uruguaya volvió a la carga.

Por Laura Vales
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Argentina insiste en realizar un monitoreo en la planta misma de Botnia, en Fray Bentos.

El mensaje del presidente uruguayo José Mujica sugiriendo que aceptará un monitoreo conjunto en la planta de Botnia fue recibido en Gualeguaychú como un gesto positivo, pero generó la reacción de sectores de la oposición uruguaya, que se quejaron de que esto significaría “ceder soberanía” y “afectar el derecho de propiedad”. Ante las críticas, voceros del gobierno de Mujica ratificaron que el presidente está dispuesto a permitir que se realice una vigilancia conjunta dentro la planta, pero poniendo garantías “de que se respetarán los derechos de la empresa”. En la Cancillería argentina, donde valoraron el gesto, apuntaron que la vigilancia conjunta “es una exigencia del fallo de La Haya”.

Mujica publicó sus mensaje en la página web de la presidencia uruguaya, con la idea de ayudar a levantar el corte en vísperas de que la asamblea de Gualeguaychú comenzara el debate. En el texto, no nombra a Botnia-UPM y le habla a la opinión pública de su país. “Cuando nuestra actividad actúa sobre los intereses de otros, la tapa del libro establece que debemos ser cuidadosos en la manera en que afectamos esos intereses”, comienza por decir. Después, explica por qué “el sistema de control que vale es el que hace espacio a la oposición de intereses”.

“No conozco dirigente, funcionario, organización, empresa o país al que le guste que lo controlen sobre la manera en que hacen las cosas. Todos aborrecemos que nos presionen o nos pongan límites y estamos dispuestos a jurar por lo más sagrado que si nos dejan solos y tranquilos seremos los más celosos custodios de los intereses ajenos. Estoy dispuesto a creerles estas declaraciones a la Virgen María, a la Madre Teresa y a nadie más. Por lo pronto, no me las creería a mí mismo”, señala el mandatario. Y en otro párrafo del mensaje, apunta que “el sistema de control que vale es el que hace espacio a la oposición de intereses, porque es la única manera de contener la natural inclinación a ser indulgentes con nosotros mismos. Son los afectados más directamente por nuestras acciones los que más derecho tienen a estar involucrados en la protección de sus intereses”.

En Montevideo, las primeras críticas al mensaje presidencial salieron del senador Jorge Larrañaga, candidato a vicepresidente por el Partido Nacional en las elecciones del año pasado, que su sector perdió frente a Mujica. “A mí me quedan dudas de esa exposición. No nos parece correcto que se acepte un monitoreo dentro de la propia planta porque eso es de alguna forma ceder soberanía, eso termina afectando también al propio derecho de propiedad. ¿Los argentinos nos dejarían inspeccionar todas las plantas que tienen afluentes al río Uruguay?”, preguntó.

Otros de sus pares, como Ope Pasquet, del Partido Colorado, aceptaron la idea del control en el interior de la planta, pero proponiendo que no entren técnicos argentinos sino “una empresa auditora de prestigio internacional, contratada por la CARU”. También el diputado blanco Javier García advirtió que se lesionará “la soberanía”. Más duro, el intendente de Fray Bentos, Omar Laflúf, opinó que “el monitoreo de la planta no debería ser negociado a cambio del levantamiento del piquete”.

En la Cancillería argentina, mientras tanto, el mensaje de Mujica fue considerado como un gesto que ayudará a distender la situación. Voceros del ministerio aprovecharon para recordar que el Gobierno insistirá en que se debe montar en el interior de la planta un sistema de vigilancia “continuo”. Esto es, no quieren muestreos periódicos, sino instalar equipos automatizados que registren los datos de manera permanente. En cuanto al lugar donde se tomarán las muestras, el reclamo es que estén incluidos el punto donde el caño maestro de la pastera vuelca sus efluentes al río y la chimenea de la papelera.

Los detalles concretos del monitoreo deben ser discutidos en la próxima reunión de la CARU (Comisión Administradora del Río Uruguay), el organismo que, formado por cinco representantes argentinos y cinco uruguayos, se ocupa de todas las cuestiones referentes al uso del río. La CARU se reúne todos los meses; su mecanismo de trabajo es buscar el consenso. Los representantes hablan de cada tema en agenda hasta llegar a un acuerdo. Cuando no hay acuerdo, el tema pasa directamente a los cancilleres.

La idea que manejan en la delegación argentina de la CARU es que para monitorear la planta los técnicos argentinos y uruguayos deben actuar “juntos y en espejo”, es decir, que cada argentino esté acompañado por un uruguayo. La CARU, dicen además, no contrata a personal de empresas o consultoras privadas, sino a personal de organismos del Estado o de universidades nacionales, porque la idea es que el Estado se haga cargo del control en lugar de tercerizarlo. Por supuesto que la CARU, para poder avanzar en el diseño de estos planes, necesita contar con instrucciones políticas de sus gobiernos. En su última reunión, realizada el 7 de junio, la delegación argentina presentó una propuesta para Botnia-UPM, pero fue rechazada en todos sus puntos por los representantes uruguayos.

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