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El país|Miércoles, 21 de julio de 2010
Opinión

Una estrategia para jugar al solitario

Por Luis Bruschtein

El asesor de Macri, Durán Barba, aseguró que el tema del espionaje es “demasiado abstracto” y que por lo tanto no preocupa a los porteños. Se habló mucho de la sagacidad de este consultor político pero esta vez parece que estuviera jugando en contra. La estrategia cerrada de Mauricio Macri lo dejó sin aliados. Y además facilitó incluso que sus ex amigos se unieran a los bloques de la oposición. No abrió opciones para encontrar aliados ni para evitar que todos se le pusieran en contra, incluyendo a su padre.

Macri podría haber trabajado algún punto de negociación con los que son sus aliados en el plano nacional. Algunos de ellos se han convertido en sus principales enemigos, porque sus ex amigos o sus amigos a nivel nacional son más creíbles que sus adversarios históricos cuando lo cuestionan. Son los que le hacen más daño. Hasta los dos legisladores de Francisco de Narváez, que hasta hace un mes estaban en el bloque PRO, Daniel Amoroso y Mónica Lubertino, ahora se unieron a la oposición en la Legislatura. Y los demás integrantes del famoso Grupo A en el Congreso nacional, desde el GEN, el radicalismo y la CC, sin hablar de Proyecto Sur y el socialismo, lo despellejaron.

Lo único que hizo fue afeitarse el bigote en un gesto que para él será importante –según dicen los que conocen su obsesión detallista por el aspecto físico–, pero que a los demás les importa tres rábanos. En un juego de neuronas cambiadas, el jefe de Gobierno hace política con el aspecto físico pero no en la Legislatura.

En el plano judicial hizo lo mismo. Macri empezó por pegarle al juez como estrategia principal, que por elevación intentaba amedrentar otros fallos similares, y tuvo un dictamen en contra. Siguió con esa estrategia y no ganó una sola vez. La Cámara le falló en contra y, a continuación, no quiso ir a Casación porque se arriesgaba a otro dictamen desfavorable. Tampoco tuvo política para los tribunales y tanto fue así que estaba de paseo en el exterior cuando la Cámara ordenó su procesamiento.

Quizá Durán Barba tenga razón sobre el impacto social de la investigación por espionaje ilegal que involucra al jefe de Gobierno, pero la proyección del tema va a terminar por afectarlo. Un Macri sobreexpuesto a los medios, con una defensa que no aclara nada y sin aliados que respalden sus argumentos no es buena para sumar o contener simpatías.

Pareciera que la estrategia de Macri sería imitar a los Kirchner en el intento de atravesar la crisis sin ponerse a la defensiva. Pero confunde salir a la ofensiva con mantener la iniciativa política. Macri intenta mantenerse a la ofensiva, por eso no explica ni argumenta, sino que ataca. La diferencia es que los Kirchner disputaron la iniciativa política con propuestas concretas de fuerte contenido social. Y él, en cambio, está enfrentando cargos graves por delitos cometidos en el ejercicio del poder público. Es diferente confrontar y mantener la iniciativa política con la nacionalización de Aerolíneas o la asignación por hijo, por ejemplo, que lanzar una ofensiva para deslegitimar a los jueces que lo acusan.

Al acusar a Kirchner de manipular a los jueces, Macri aseguró que las últimas encuestas lo ponían entre los más presidenciables. Por esa razón, dijo que Kirchner estaba preocupado y que eso explicaba el esfuerzo por perjudicarlo. En realidad, el oficialismo debería estar preocupado ahora que Macri está en peligro de bajarse del podio para 2011.

Al kirchnerismo le conviene que lleguen a 2011 muchos candidatos de la oposición porque para ganar en primera vuelta tiene que sacarle diez puntos de diferencia al que le siga. Para eso necesita que el voto opositor vaya fragmentado. Macri está en el pelotón de aspirantes y no le saca votos a Kirchner, sino a otros aspirantes de la oposición. Al kirchnerismo le perjudica que esos candidatos se caigan. A los que sí les conviene, objetivamente, es a quienes compiten con él y se disputan sus votos. A contrapelo de la lógica de Macri, los medios no informaron de festejos kirchneristas, sino que hablaron de la alegría contenida del resto de la oposición por el traspié del jefe de Gobierno porteño.

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