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El país|Domingo, 14 de agosto de 2011

La experiencia oriental

Por Javier Lorca

En Uruguay, el régimen de primarias abiertas y simultáneas –obligatorias para los partidos pero no para los votantes– comenzó a aplicarse en 1999, tras la reforma constitucional del ’96. Hasta entonces funcionaba un régimen establecido en 1910, de doble voto simultáneo. “Ese régimen era muy sabio y permitió desarrollar un sistema de partidos muy fuerte”, dijo a Página/12 Jorge Lanzaro, profesor del Instituto de Ciencia Política de la Universidad de la República. De aquel sistema se pasó al actual de elecciones escalonadas: primero se hacen las primarias, después los comicios generales y, si ningún candidato supera el 50 por ciento de los votos, hay ballottage. “El cambio necesitó un proceso de aprendizaje –explicó Lanzaro–. Los partidos tradicionales tenían fuertes diferencias internas y, en el ’99, salió mal parado el Partido Nacional, porque el candidato que perdió en las primarias no apoyó al ganador. El Partido Colorado, en cambio, se disciplinó y le fue bien. Para el Frente Amplio inicialmente no hubo gran diferencia porque solía tener un solo candidato y, cuando tuvo dos, también actuó en forma disciplinada.” El balance: “Las primarias anticipadas tienen el riesgo de deserción del sector derrotado, un efecto fatal para los partidos. Pero, a la vez, tienen la ventaja del posible disciplinamiento del partido. Funcionan bien si los partidos son fuertes e institucionalizados”.

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