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El país|Miércoles, 14 de septiembre de 2011
Nietos y Abuelas festejaron por anticipado junto a la Presidenta la distinción de la Unesco

Empanadas y música en lo de Estrella

Fue una celebración emotiva, de tono argentino. Cristina Kirchner sólo pasó a saludar, pero luego se quedó charlando y se sacó fotos con todos. Terminaron cantando zambas y Estrella cerró tocando Chopin en el piano.

Por Victoria Ginzberg
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Cristina Kirchner, Estela Carlotto y los nietos y abuelas que se reunieron en la casa de Miguel Angel Estrella, en el sur de París.

Desde París

Había empanadas, chorizos en una parrillita en el patio, vino y clima de que en cualquier momento empezaba la música. El anfitrión era el pianista Miguel Angel Estrella, representante argentino ante la Unesco. En su casa del sur de París, las Abuelas de Plaza de Mayo, los nietos recuperados y algunos miembros de la delegación festejaban por anticipado el premio que la Unesco les entregará hoy a las mujeres que se organizaron para buscar a sus hijos y, sobre todo, a los hijos de sus hijos desaparecidos durante la última dictadura militar. Y llegó la Presidenta. Cristina Kirchner habló con todos y posó para todas las fotos que le pidieron.

La presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Carlotto, fue casi la primera persona a la que saludó CFK. Es que, a diferencia del resto, Carlotto, que acababa de llegar de Italia, no había estado en el acto que se había realizado un par de horas antes en la embajada argentina.

En el salón ya se mezclaban el embajador Aldo Ferrer, el senador Daniel Filmus, el canciller Héctor Timerman, el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini; el subsecretario de Medios, Alfredo Scoccimarro; el secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde; el gobernador de Santiago del Estero, Gerardo Zamora, y las abuelas Buscarita Roa, Elsa Oesterheld y Rosa Roisinblit, los nietos que recuperaron su identidad y viajaron para la entrega del premio de la Unesco y algunos invitados de Estrella.

La Presidenta pasó a saludar, pero le alcanzó para conversar y recorrer el lugar, lleno de plantas, cuadros y fotos. Repasó las imágenes familiares de Estrella y reparó en una en la que estaban ella, Néstor Kirchner y una madre de Plaza de Mayo. La miró con atención y le dijo al embajador: “Este es el último acto público de Néstor, es el 22 de octubre de 2010, en Chivilcoy. Esta mujer tiene que ser la madre de Santiago Sánchez Viamonte” (un estudiante y rugbier platense desaparecido). Se detuvo un momento en silencio frente a la foto y luego siguió hablando.

Hubo muchos abrazos. La Presidenta se los dio a todos lo que le pedían una foto. Y fueron unos cuantos. Apoyada en el piano de cola negro recibía a todos con una sonrisa. Mencionó que la noche anterior había visto la película Juan y Eva, de Paula Luque, y que le había gustado mucho. “Las actuaciones son muy buenas, las escenas entre ellos muy creíbles”, contaba. La recomendaba con entusiasmo.

La nieta Victoria Montenegro sacó una bandera de Colina –la agrupación que lidera Alicia Kirchner– para su instantánea, lo que generó en la sala algún comentario sobre La Cámpora. Finalmente se acordó con que “son primas” y se zanjó el asunto.

María José Lavalle Lemos y Manuel Goncalves comentaron con CFK lo paradojal que es que a los nietos recuperados a veces se los identifique con un número (“soy el 28” o “es el 75”) cuando se luchó tanto para devolverles la identidad. De todas formas, acordaron que la cuestión también tenía un efecto simbólico interesante a la hora de cuantificar los logros de las Abuelas. La Presidenta le preguntó a María José dónde había nacido y ella le contó que en el Pozo de Banfield y hablaron sobre el juicio que se acaba de iniciar en La Plata contra los represores del llamado Circuito Camps. “Ahora empezaron por los testimonios de la comisaría quinta”, le dijo María José. CFK relató entonces la historia de su tío asesinado en 1971 por policías de esa misma dependencia policial. “Es increíble, habla un montón y todo lo que le contás le interesa”, comentó luego uno de los nietos.

La Presidenta se fue y empezó la música. Como introducción, Estrella tocó al piano la marcha peronista y muchos cantaron. Después, el guitarrista Omar Espinoza arrancó con una zamba. El grupo más entusiasta de acompañantes lo formaron Ignacio Hernaiz –coordinador del instituto que la Unesco pondrá en la ESMA–, el nieto Horacio Pietragalla, el gobernador Gerardo Zamora y Carlos Duhalde, encargado de Derechos Humanos de la embajada en España y hermano del secretario de Derechos Humanos, y Federico, un cordobés que trabaja en el grupo de Abuelas por la Paz. “Tonada del viejo amor” y “Lunita tucumana” fueron de las más coreadas. Finalmente, Estrella se sentó al piano. Se hizo un silencio absoluto para escuchar Fantasía Impromptu, de Chopin, y Rosa Roisinblit se emocionó hasta las lágrimas. Después, con “Alfonsina y el mar”, la que lloró fue Elsa Oesterheld. Para terminar, en París al fin, hubo champagne. María Camila Santa Cruz, administradora de Abuelas de Plaza de Mayo, y María José Lavalle Lemos recordaban a abuelas fundadoras de la institución que se habían quedado en Buenos Aires, como Raquel Marizcurrena, Haydeé Vallino y Delia Califano y contaron que les encargaron que hoy por la tarde ellas también compren un champagne para brindar a la distancia, aunque juntas.

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