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El país|Lunes, 24 de junio de 2013

El rol de la Iglesia

Por Diego Martínez

La Iglesia Católica aparece en distintos planos: la intimidad entre Menéndez y el cardenal Primatesta, la monja testigo del secuestro que debe irse del país para hacer una denuncia, la orden de monseñor Tortolo para que seminaristas encarcelados no puedan leer la Biblia, el “profundo cristianismo” del represor apodado “Monseñor” o “Juan XXIII”. ¿Cómo definirían el papel de la Iglesia ante el terrorismo de Estado en Córdoba?

A.M.: –Durante el terrorismo de Estado en Córdoba, la Iglesia le cerró las puertas a la mayoría de los familiares que recurría a pedir por sus seres queridos. Además, como relatamos en el capítulo “El Tercer Cuerpo y la Iglesia”, también se las cerraron al sacerdote y a los cuatro seminaristas que cometieron el “pecado” de realizar trabajos sociales en villas y con grupos de jóvenes, razón por la cual los sometieron al macabro recorrido por distintos campos de concentración de Córdoba. Y si hoy están con vida, es por la rápida actuación de esa monja compañera de ellos que no fue secuestrada, porque ese día no estaba en la casa, y se movilizó rápidamente. Cuando se pudo escapar y llegar a Estados Unidos (ella era norteamericana), luchó hasta presentar un informe sobre la situación en la Argentina en el Senado, que resultó en una gran presión internacional sobre el régimen dictatorial. Habría que agregar que además de la estrecha relación entre el entonces arzobispo de Córdoba, Raúl Primatesta, y Luciano Benjamín Menéndez, también existían estrechos lazos entre éstos y algunos políticos, empresarios y funcionarios de la Justicia. Está comprobado que hubo múltiples complicidades. Además, lo que narran los sobrevivientes en el libro se va corroborando con los testimonios que escuchamos diariamente en el juicio más grande que se ha llevado a cabo en Córdoba, con 43 imputados y 16 causas, con algunas acumuladas, por hechos cometidos de 1975 a 1978, que se ha dado en llamar “megacausa La Perla”.

–Una sobreviviente cuenta que en el D2 escuchaba las misas de Primatesta en la Catedral y que los represores iban a misa y volvían a torturarlos. ¿Cuál fue el rol de los capellanes en Córdoba? ¿Dónde recibían “auxilio espiritual” los torturadores de La Perla?

A.G.J.: –Algunos capellanes –porque no se puede decir que fueron todos– colaboraron por convencimiento o conveniencia con el proyecto aniquilador de la Junta Militar, y Córdoba no fue la excepción. Es decir que fueron partícipes en tanto bendecían la conciencia de los torturadores y negaban información, pese a las súplicas de los padres de desaparecidos. Córdoba es una provincia donde la Iglesia pisa fuerte y ello quedó demostrado en los vínculos de poder entre la cúpula eclesiástica y el mismo Menéndez. Como un pilar más de la represión, el rol de muchos capellanes fue el de dar el visto bueno a la matanza en nombre de Dios y en aras de salvar al país de una supuesta amenaza comunista. Uno de los represores de La Perla les contó a sobrevivientes que tenía un cura amigo que bendecía sus acciones y con el que se confesaba para “depurar” cualquier culpa por lo que estaba haciendo.

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