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El país|Miércoles, 13 de agosto de 2014
Opinión

Mensaje al PRO

Por Luis Bruschtein

Cuando Elisa Carrió se levantó y se fue le estaba diciendo a Pino Solanas que no hablara como si los votos del espacio fueran suyos. No fue un gesto hueco ni tampoco definitivo. Hay una sustancia detrás de lo que estaba diciendo Pino Solanas en rechazo a la alianza con Mauricio Macri y la hay también en el gesto de rechazo de Elisa Carrió a lo que estaba diciendo Pino Solanas. Y los dos rechazos, por decir así, coexisten en la misma fuerza. Algunos ven en el FA-Unen una alianza heterogénea permanentemente al borde de la disgregación, como esta tensión entre dos rechazos antagónicos. Pero la fuerza de esa alianza no reside tanto en el acuerdo de sus dirigentes, sino en una base social antiperonista y antikirchnerista mayoritaria para la cual las otras diferencias, las que hacen discutir y pelear a los dirigentes, son menores.

La inmunidad de esa base electoral mayoritaria del FA-Unen frente a las disquisiciones de sus dirigentes hizo que Pino Solanas ganara las elecciones para senador por la CABA con más del 20 por ciento de los votos, cuando en elecciones anteriores había logrado sobrepasar apenas el siete por ciento con una tradición de izquierda más progresista. Parte de ese siete por ciento lo votó también en el 2013, pero el grueso de su caudal provino del 28 por ciento de los votos que obtuvo Carrió, con un discurso centrista y conservador. La alianza entre el FA-Unen y el macrismo está implícita para el caso de que se produzca una segunda vuelta en las elecciones presidenciales. En ese caso, la tendencia del voto de estos agrupamientos tendría un comportamiento bastante predecible: preferiblemente no irían hacia un candidato peronista. Pero hay una probabilidad alta de que la elección se defina en la primera vuelta si el voto opositor, sobre todo el antiperonista y el no peronista, se divide entre varias ofertas. Esta alternativa pone presión para un acuerdo que también funcione en la primera vuelta.

El FA-Unen está integrado por ocho partidos. Varios de sus dirigentes insisten en definir su alianza como una fuerza de centroizquierda, pero en el radicalismo, que es el partido más grande, fueron predominando los candidatos más centristas e incluso de centroderecha, como Julio Cobos y Ernesto Sanz, proclives a la alianza con Mauricio Macri y en sintonía con otros caudillos que tienen fuerza en sus distritos. Uno de ellos, el cordobés Ramón Javier Mestre, instalado cómodamente en el centroderecha, se ha mostrado favorable a concretar ese acuerdo con el macrismo en su provincia.

La misma Carrió, ubicada en un discurso conservador, no se mueve por afinidad personal con el jefe de Gobierno porteño, sino porque ve que una porción mayoritaria de la base electoral del FA-Unen se superpone con la del macrismo y que el conflicto con mayor o menor intensidad sólo se puede producir en los sectores de la alianza que prefieren definirse en el centroizquierda progresista, como el socialismo santafesino. Es la segunda fuerza en importancia en esa alianza y promueve al ex gobernador Hermes Binner como su propio presidenciable. El socialismo es renuente –aunque menos que el senador Solanas– a la alianza con el macrismo, pero el factor determinante sería la forma en que ese potencial acuerdo pueda beneficiarlos al bajar a la provincia.

Macri está tratando de aproximar afinidades desde el centro y el centroderecha del radicalismo y otras fuerzas provinciales y vecinales y lo está haciendo a nivel de intendencias y punteros. También sondea sectores del peronismo donde necesita que retornen los votos que se le fueron con Sergio Massa. A Macri le resultaría muy difícil aceptar ninguna alianza que no lo llevara como candidato presidencial.

Por eso, la alianza con Mauricio Macri todavía se mueve nada más que en el terreno de las posibilidades. Pero su debate en el seno del FA-Unen y la preeminencia de las posiciones más conservadoras muestran que esa alianza se va instalando en una base electoral que se define mayoritariamente por su antiperonismo y su no peronismo y se va desdibujando la pretensión inicial de disputarle al kirchnerismo el espacio mayoritario en el centroizquierda.

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