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El país|Miércoles, 28 de enero de 2004

Esta vez, fueron todas flores con los empresarios

El mismo dirigente que había dicho a Kirchner “usted nos puso a parir” ahora lo llenó de halagos. Las razones del nuevo clima. Lo que falta arreglar.

Por N. V.
Desde Madrid

–¿Ya parió? José María Cuevas, el presidente de la poderosa Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), mira a los periodistas y ensaya una respuesta para la nueva ocasión.
–No... Yo no soy responsable de lo que digan ustedes. Yo soy un hombre con sentido del humor –repite sonriente–. Acaba de visitar al presidente Néstor Kirchner en la residencia del embajador y sólo quiere reflejar optimismo. Quiere sepultar aquella frase con la que él mismo sintetizó el áspero encuentro de julio de 2003 cuando le dijo: “Presidente, usted nos ha puesto a parir”. Esta vez, reescribiendo el pasado, le comentó: “Señor Presidente, lo que yo dije la otra vez era una humorada”.
Kirchner les había reprochado “hipocresía” por reclamar aumentos de tarifas para compensar pérdidas por la devaluación cuando se habían cansado de remesar ganancias en dólares al exterior. “Aunque haya habido momentos duros, se van a mantener las inversiones españolas y se van a incrementar. Nuestro proceso de inversión no es coyuntural, sino estratégico”, abundó el español. La delegación se juega a seducir a los inversores con el cambio del escenario económico: un crecimiento anual del 8 por ciento en el 2003, incremento de exportaciones, de la recaudación y perspectivas de mayor demanda interna y todo en un marco de estabilidad política. “Dios quiera que muchísimos españoles vengan a invertir a la Argentina”, se entusiasmó Kirchner.
Kirchner se alojó con su esposa en la residencia del embajador en el coqueto barrio Chamberí. La casona decimonónica es ideal para el tipo de encuentros que esta vez, en su segunda visita a Madrid, decidió mantener con los empresarios. El ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, es el único miembro de la comitiva oficial que se hospeda en el mismo lugar con un objetivo claro: realizar el primer diálogo cara a cara con los responsables de las concesionarias de empresas públicas privatizadas y luego habilitar la bendición del Presidente. Ayer, De Vido visitó primero a Cuevas en la sede de la CEOE y ante terreno seguro se confirmó luego la charla con el Presidente. “Le dijimos al ministro De Vido que vamos a colaborar en la ‘nueva Argentina’. Es más: nuestra labor, que vamos a seguir realizando, es transmitir confianza en la credibilidad de la evolución de la economía argentina y de las decisiones de inversión, no sólo en España sino en otros ámbitos como la Unión Europea”, remató Cuevas antes de cederle la palabra al santacruceño, quien remarcó “la importancia de que tanto el capital extranjero como el nacional –representado acá por Alberto Alvarez Gaiani, el presidente de la Unión Industrial Argentina– puedan trabajar juntos para llevar adelante el crecimiento del país”.
“Vista al frente y empresas con cuentas claras” planteaba como premisa el canciller Rafael Bielsa antes de la cita con Cuevas. En buen romance, ante una perspectiva de futuro favorable, los inversores tienen que comprometerse a invertir para obtener una mayor rentabilidad. Primero contratos, después inversión y por último tarifas es la estrategia oficial para replantear la relación con el empresariado. “De eso no se habla” es el mensaje tácito cada vez que se pregunta por el tema tarifas. Lo máximo que está dispuesto a decir el Gobierno es que se está hablando de incrementos diferenciales, discriminados, de forma tal que el peso del ajuste recaiga sobre grandes consumidores pero de ningún modo sobre el consumo domiciliario. “Representan el 30 por ciento”, aseguran para disuadir a los reclamantes. También explican que “cuando la rentabilidad es alta, las grandes empresas ya están negociando con las concesionarias de servicios los incrementos de tarifas porque el tema pasa a segundo plano”.
Acostumbrados a una lógica de altísima rentabilidad sin ningún condicionante, empresarios y banqueros se muestran interesados ennegociar, en definir “los nuevos marcos regulatorios”, pero están lejos de acatar exigencias sin garantías de contrapartida. “Acá la impresión es que los argentinos vienen a pedir pero sin dar nada a cambio. Es lógico, por ejemplo, que las compañías eléctricas españolas tengan una recompensa después de haber seguido apostando a la Argentina a pesar de la crisis tremenda que hubo”, argumenta un periodista español, escéptico, ante el resultado de un cambio en las reglas de juego.
Los banqueros se relajaron un poco ante la reglamentación de la ley que regula el pago de compensaciones por 2800 millones de pesos por la pesificación asimétrica de créditos hipotecarios, prendarios y personales. Pero están lejos de estar satisfechos. Ayer, el director general del Grupo Santander Central Hispano (BSCH), Francisco Luzón, junto con Enrique Cristofani, titular del Banco Río en Buenos Aires, le solicitaron a De Vido y a Kirchner una solución definitiva para el tema de los recursos de amparos que se siguen pagando por sentencias favorables a los fondos atrapados en el corralito y el corralón. Según dijo Cristofani, el Presidente les pidió tiempo. De Vido destacó que “la rentabilidad del sector financiero está dando positiva desde octubre y se van a profundizar los balances positivos en marzo”. Para el Gobierno la discusión pasa por cómo agilizar líneas de crédito y restaurar la confianza de la gente para que se atreva a endeudarse. Luzón recordó que “en julio el Presidente nos pidió jugar en una nueva cancha y yo le dije que no me olvidaba de la cancha pasada, pero que íbamos a jugar en la nueva cancha. El sabe que cuenta con nosotros”.
La inversión de 750 millones de dólares en tres años, anunciada por Repsol para la construcción de un gasoducto, los 50 millones de pesos que prometió Autopista del Oeste y la posibilidad de inminentes inversiones en gas, turismo y pesca endulzan los relatos oficiales sobre el “nuevo vínculo” que están estableciendo con las privatizadas. Con las empresas españolas no existen los problemas que generan el mayor malestar de Kirchner: la presentación de reclamos en el tribunal internacional de Washington (Ciadi) y los planteos de los tenedores de bonos que rechazan la quita del 75 por ciento ofrecida por el gobierno argentino.
“Acá no hay bonistas. ¿No ves que el Tango O1 está estacionado en la base aérea de Torrejón De Ardoz?”, graficó un miembro de la comitiva mientras recordaba que ante la inseguridad de un embargo optaron por postergar un viaje a Alemania.

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