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El país|Martes, 9 de marzo de 2004

El papel de los bancos es el eje del conflicto y divide al Gobierno

Kirchner se plantó en no renunciar a la jurisdicción de los tribunales nacionales y le niega al comité de bancos las atribuciones que pide el FMI, contra la opinión de Lavagna.

Por Raúl Dellatorre
El FMI abandonó su rol de auditor del equilibrio monetario y fiscal del país y pasó a operar, desembozadamente, como representante de los bonistas y fondos buitre poseedores de títulos de la deuda argentina. En ese papel, ayer reiteró su reclamo en favor de facultades amplísimas para los bancos que participarán como colocadores de los nuevos bonos. Dichas condiciones –entre ellas, la renuncia a la jurisdicción de los tribunales nacionales en caso de controversias– volvieron a ser rechazadas por el Ejecutivo, lo que demoró la firma del decreto que debía formalizar el nombramiento de Merrill Lynch, Barclays y UBS. El Fondo pretende que el sindicato de bancos intervinientes asuma en la práctica un rol decisorio en la negociación. El presidente de la Nación –respaldado en la recomendación del procurador del Tesoro– se opuso, lo que provocó el primer cortocircuito de importancia en la relación con su ministro de Economía. El cruce quedó en evidencia en la tensa reunión que tuvo lugar ayer por la tarde en Olivos.
La participación de un consorcio de bancos privados internacionales en la reestructuración de la deuda viene barajándose como prenda de negociación desde antes del acuerdo de septiembre con el Fondo. Pero la elección se demoró hasta el último 10 de febrero, exactamente cuatro meses después que el Ministerio de Economía invitara a participar a una nómina de entidades “prestigiosas”, según el paladar de los financistas.
Tal era el interés del Fondo en el papel de estos bancos que fue la propia Anne Krueger quien le solicitó a Lavagna, previo a la Cumbre de Miami (7 y 8 de febrero), la participación de Merrill Lynch. Dicha institución había sido objetada por la participación de uno de sus directivos (Jacob Frenkel) como asesor en el megacanje de la deuda (año 2001). El ministro excusó dicha participación e incluyó a la entidad entre los designados.
Sin embargo, allí no se agotó la discusión, sino que se abrió la etapa más picante: cuál sería el rol y cuáles los alcances de la tarea de los bancos designados. Tres eran las condiciones exigidas por los bancos y el FMI:
- la obligación del gobierno argentino de mantener la participación del comité de bancos hasta el fin de la negociación;
- otorgarles facultades a los bancos negociadores para flexibilizar la oferta hasta lograr una adhesión del 80 por ciento de los bonistas; y
- la renuncia del Estado a la jurisdicción de los tribunales nacionales en caso de conflicto.
Ninguno de estos aspectos estaba contemplado en el proyecto de decreto original de designación. Pero Economía elaboró un segundo proyecto, cediendo particularmente en el tercer punto (renuncia a la jurisdicción).
Néstor Kirchner lo rechazó. Krueger, en su misiva de ayer, insistió en los tres puntos. Y ayer, la cuestión encendió la mecha de la discusión en Olivos entre el Presidente y su ministro.
En su conversación del sábado último con John Taylor (subsecretario del Tesoro de Estados Unidos), Lavagna ya había percibido que ceder parcialmente en este aspecto destrabaría la relación con el Fondo. La cancelación del vencimiento de hoy podría ser simultánea con un anuncio de aprobación de las metas de la segunda revisión y todo seguiría como era entonces. Pero el rechazo que tal postura encontró en Kirchner tanto el domingo como en la mañana de ayer lo persuadieron de que su proyecto de decreto estaba muy lejos de conseguir la firma presidencial.
Ayer, en horas del mediodía, Lavagna conversó con Eduardo Camaño, titular de la Cámara baja, al que lo une una afinidad que no muchos logran decodificar. El ministro le expresó su angustia por las diferencias con Kirchner y hasta le insinuó que había pensado en bajarse. Por la tarde, durante el encuentro en Olivos, habría amagado con abandonar la reunión endos oportunidades, pero Kirchner y Alberto Fernández lo convencieron de no hacerlo.
El tema seguía siendo centro de las discusiones anoche en las intensas reuniones en el Gobierno. Hoy, día del vencimiento pero no del pago, el ya famoso decreto volverá a ser demandado desde Washington. Kirchner no parecía dispuesto a aflojar, porque considera que perdería su posición negociadora de cara a lo que se viene. Lavagna espera nuevas instrucciones.

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