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El país|Viernes, 26 de marzo de 2004

Entre los gobernadores, cada cual juega su juego

Por Martín Piqué
Un auditorio ríspido para el Presidente se reunirá hoy en Parque Norte, donde el kirchnerismo hizo su primer acto hace menos de quince días. Esta vez la concurrencia serán todos los gobernadores del PJ, que llegarán con una comitiva integrada por los congresales partidarios de cada provincia. Aunque prometieron que harán todo para que “la sangre no llegue al río”, los mandatarios asistirán al congreso del PJ en el peor momento de su relación con Néstor Kirchner tras el enfrentamiento público por la ESMA. Claro que no forman un bloque uniforme, ni piensan lo mismo del jefe de Estado. Tampoco son vistos de la misma forma desde la Casa Rosada: mientras critican pero entienden a Felipe Solá y Jorge Obeid, distinto es el caso de José Manuel de la Sota. El cordobés, sencillamente, es el enemigo.
La reunión de hoy en el predio de Armando Cavalieri revelará hasta dónde llegó el distanciamiento entre los cinco gobernadores que firmaron la solicitada que denunció la “discriminación ideológica”. Aquel texto, cuya primera versión fue redactada por De la Sota, describía al peronismo como “un movimiento popular, humanista y cristiano que reivindica toda la memoria y no sólo una parte de ella”. Había sido firmado por Solá, Obeid, De la Sota, el entrerriano Jorge Busti y el pampeano Carlos Verna. Ese documento hizo explotar la relación con Kirchner, que no venía para nada tranquila. Desde su publicación, la relación amenazó con romperse del todo aunque gestiones de último momento trajeron algo de paz.
Aunque ayer confirmaron la ausencia de Kirchner en Parque Norte, los gobernadores bajaban el tono de la confrontación. Para lograrlo, cada uno por su lado seguía una estrategia propia: mientras De la Sota se reunía con los diputados de Córdoba, Solá preparaba un discurso que tendía puentes hacia el Presidente. El miércoles a la noche, el gobernador bonaerense había hablado por teléfono con el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, para aclarar el entredicho por la ESMA. En esa charla quedó claro cómo había quedado la relación del Gobierno con los jefes provinciales. Ese complicado mapa interno del PJ se explica a continuación.
- Felipe Solá. Fue quien invitó a todos los gobernadores peronistas al acto del Museo de la Memoria en la reunión del congreso del PJ en Córdoba. Tras pocos días de aparente calma, esa decisión disparó el conflicto con Hebe de Bonafini y luego con Kirchner. Aunque al principio quedó ubicado como el máximo responsable de la polémica por la ESMA, tras la conversación con Alberto Fernández el bonaerense entendió que la principal crítica a su persona era “haber hecho una invitación extensiva”. En otras palabras, en el Gobierno le reprochaban haber permitido que “se subieran al micro otros personajes”, en referencia a De la Sota y Verna. Solá, a su vez, comprendió que no ganaba nada en quedar asociado al cordobés, quien había impuesto en la solicitada la polémica frase sobre “las dos memorias”. Ayer, por eso, salió a diferenciarse del “Gallego” en el acto de lanzamiento del control civil de la policía (ver página 16).
- De la Sota. Por decisión propia, por la evolución de los acontecimientos o por ambición política, el “Gallego” terminó convirtiéndose en el destinatario de casi todas las broncas de Kirchner. La relación no venía en buenos términos por el silencioso apoyo del Gobierno a Luis Juez, intendente de Córdoba, y por la conversión al kirchnerismo del ex diputado delasotista Eduardo Di Cola, designado al frente del Correo estatal. Tras la difusión de la solicitada, el Presidente reaccionó con una frase que sugiere una ruptura definitiva: “Ahí lo tienen al neomenemista.”
La bronca con el cordobés se potenció cuando se supo que fue él quien sumó a Verna a la solicitada. Para colmo, el miércoles, en una entrevista radiofónica, De la Sota esgrimió unos polémicos conceptos sobre las madres de los desaparecidos: “Es necesario hacer una autocrítica de lo que pasó, por parte de los partidos políticos, los padres y las madres de los chicos desaparecidos, que tienen que pensar si realmente los cuidaron como corresponde”, dijo. Por todo esto, la relación del cordobés con el Presidente parece no tener retorno. De todas formas, en los últimos días De la Sota no ocultó su deseo de ser elegido presidente del PJ. Todo indica que ese deseo será frustrado por el jujeño Eduardo Fellner.
- Fellner. El último sábado, cuando se enteró que Kirchner no quería que fueran al acto de la ESMA para no irritar a los organismos de derechos humanos, el gobernador de Jujuy salió a decir por los medios que los gobernadores deberían hacer un renunciamiento y no concurrir a la inauguración del Museo de la Memoria. Justamente, fue esa comunicación a través de los diarios lo que más irritó al resto de los gobernadores. Para éstos, Fellner debería haberse comunicado en privado con cada uno y evitado que el episodio se agigantara. “La forma en que se desarticuló la invitación de Felipe fue un error, los dejó a todos en off side frente a la opinión pública”, decían en el entorno de uno de los afectados. Pese a todo, el jujeño será designado al frente del PJ.
- Obeid, Busti y los demás. Sin contar a Verna –que el Gobierno considera un “menemista”–, los otros dos firmantes de la solicitada se unirán al clima conciliador con Kirchner. Obeid y Busti comparten un pasado en la JP de los ‘70 y se sintieron molestos por el tema ESMA. El entrerriano se fastidió todavía más cuando supo que el vicegobernador Pedro Guastavino –un kirchnerista– asistió al acto de la discordia. Pese a todo, prometieron apoyar en todo al Presidente. “Aunque nos han maltratado, tenemos que jugarnos los huevos por este gobierno”, resumió ayer uno de ellos en diálogo con Página/12.

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