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El país|Martes, 1 de marzo de 2005
GERARDO ZAMORA, EL NUEVO
GOBERNADOR DE SANTIAGO DEL ESTERO

“El PJ abusó del aparato electoral”

Por Miguel Jorquera
Gerardo Zamora tiene 41 años y será el primer gobernador radical de Santiago del Estero, desde que en 1963 la UCR ganó por última vez en el bastión peronista pero con el justicialismo proscripto. Llegó a la intendencia de la capital santiagueña en medio de la crisis de 2001 y fue reelecto hace un año con el 63 por ciento de los votos. El 23 de marzo asumirá como mandatario provincial después de la caída de los Juárez, con quienes no tuvo grandes enfrentamientos. Criticó duramente al interventor federal y al ministro del Interior por hacer campaña en favor del candidato del PJ, pero pronosticó una buena relación con el presidente Kirchner. Asegura que no aspira a un cargo nacional del radicalismo aunque reconoce el impacto del triunfo en Santiago.
–¿Cuáles fueron las claves de su triunfo?
–Nosotros construimos un frente amplio, elaboramos un programa de gobierno para la provincia con una propuesta superadora y para todos los santiagueños sin exclusiones. Salimos a darlo a conocer, sin agravios ni descalificaciones y eso es lo que la gente de Santiago quería y votó. Además, esta propuesta está representada por hombres y mujeres jóvenes que tienen un amplio conocimiento y una experiencia de gestión.
–Seguramente, el peronismo, que históricamente ganó en la provincia, debe haber cometido algunos errores en esta elección. ¿Usted los analizó?
–Creo que el principal error fue confiar en el aparato electoral del justicialismo. Creyeron que como siempre funcionó ahora iba a ser lo mismo. Pero era eso precisamente lo que la gente repudia. También aprovecharon la intervención para repartir bolsones de comida, chapas y colchones, algo lamentable que realmente creíamos superado.
–¿La intervención repartió esas cosas antes de la elección?
–No sólo eso, sino que (Pablo) Lanusse se convirtió, en los últimos días, en el jefe de campaña del candidato del PJ con una verborragia electoral muy fuerte contra mi. En lo personal no me molesta, lo creo superado, pero es una lástima porque hasta ese momento se había mostrado prescindente. Santiago sufrió dos intervenciones federales en los últimos diez años y no se solucionó nada. El peronismo abusó del aparato electoral con la compra de votos, alimentado desde el Estado, que siempre necesita gente empobrecida dispuesta a canjearlo por comida.
–¿Cómo será la relación de la provincia con el gobierno nacional?
–Muy buena. Si a (Néstor) Kir-chner le va bien, le va bien a la Argentina. A pesar de que la estrategia electoral del PJ era que si no lo votaban a ellos, Santiago iba a quedar relegada por el poder central. Una estrategia errada y mentirosa, a pesar de que el ministro (Aníbal) Fernández avaló ese discurso que creó confusión pero también creó una reacción inversa hacia ese estilo patoteril de hacer política. Conozco la actitud del gobierno nacional con los gobernadores radicales y sé que es de una excelente relación institucional, con aristas interesantes.
–¿Cuáles serían esas aristas interesantes del gobierno nacional?
–De hecho lo constituyen la forma de negociación de la deuda externa, en el tema de derechos humanos, en el incentivo de las economías regionales, de intentar sumarle valor agregado a nuestras exportaciones y de abrir nuevos mercados internacionales.
–¿Va a reformar la Constitución de la provincia?
–Antes de la elección, yo era candidato a convencional constituyente en la reforma que aplazó la intervención. Voy a enviar un proyecto específico para modificar la Constitución y que nos permita tener una justicia independiente, excelencia educativa, una ley de transparencia electoral y de ética pública y una mayor autonomía de los municipios.
–Con este triunfo, usted tendrá un peso distinto en la UCR. ¿Cuál cree que debe ser la política de alianzas del radicalismo?
–De hecho, el radicalismo tiene varios gobernadores que encabezan procesos similares con frentes de una amplitud partidaria elocuente. Ahora para volver a constituirse en una fuerza nacional necesita fortalecerse en Buenos Aires y la Capital Federal, aunque cuenta con más de 500 intendentes y siete gobernadores. No aspiro a una proyección nacional partidaria.
–¿Por qué no participó de las marchas por el doble crimen de La Dársena?
–Porque yo no busco rédito político con el dolor de la gente.
–Pero recibió críticas de la gente afectada por eso.
–Ahora, en la campaña, impulsadas desde la intervención que manejó este tema como un apoyo a (José) Figueroa.
–¿Cuál es su relación con la familia Ick, a quien vinculan con el poder económico provincial que sostuvo la dinastía de los Juárez y a la que ahora asocian con usted?
–La relación es la de cualquier empresario con negocios en la provincia y un funcionario público, pero cada uno en su lugar. La gente me conoce, sabe cuál es mi casa, mi auto y con quién me muevo, no tengo nada que ocultar. No como Figueroa, que dijo que es su amigo personal y después fue ante el juez, que tiene responsabilidad en una causa contra los Ick iniciada por el propio Figueroa, para decir que es un empresario incapaz de un ilícito.

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