El Banco Mundial se presenta como el bueno de la película, en relación con la fama de su hermano gemelo, el FMI. Pero ejerce la misma lógica de presiones a los gobiernos para otorgar créditos, amenazando con cortar la asistencia si no se hace lo que su propia tecnoburocracia considera que hay que hacer. Ayer, justamente, el BM anunció la suspensión de todos los préstamos a Chad, uno de los países más pobres del mundo, incluido uno que debía apoyar la construcción de un importante oleoducto, con el argumento de que el gobierno del país africano alteró su ley petrolera. “Se trata de una suspensión, no una cancelación”, indicó en una rueda de prensa por teléfono el presidente del Banco Mundial, Paul Wolfowitz.
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