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El país|Sábado, 8 de julio de 2006
CURIOSOS Y FLORES EN LA VEREDA

Belgrano, el día después

Eran pocas las personas que pasaban por la puerta del Banco Francés sin persignarse, o sin al menos tomarse unos minutos para contemplar la gran cantidad de ramos de flores, velas, cartas y estampitas de diversos santos que rodeaban la baldosa gris que desde el jueves dejó de ser una más. Ahora, ese rectángulo de cemento luce una improvisada cruz y reza el nombre de Alfredo. Es que sobre esa vereda de la entidad bancaria y sobre esa misma baldosa que ahora nadie pisa cayó muerto el joven de 18 años que fue baleado por el agresor de Belgrano. Ayer todos hablaban sobre lo ocurrido. Mientras algunos debatían sobre el destino, otros insistían en quejarse por la “falta de seguridad”. Todos, a la hora de buscar explicaciones, se quedaban sin palabras. Así era el paisaje de Cabildo al 1700, el día después.

A simple vista, la tarde parecía como cualquier otra. El movimiento fue como el de siempre. Autos, colectivos, gente que iba y venía. Sin embargo, los rostros y gestos de las personas que se detenían en esa especie de monolito que los vecinos levantaron sobre la vereda del banco dejaban entrever que algo había pasado.

Al igual que las miradas de quienes se posaban debajo del inmenso cartel del café Manhattan, en La Pampa y Cabildo, que mostraba los rastros del ataque: dos impactos de bala, bien marcados, uno sobre otro.

“La gente viene y pregunta qué pasó –cuenta Analía, empleada de Bonafide, uno de los comercios de la cuadra–. Los de los locales no vimos nada porque estábamos adentro. Yo estaba atendiendo, escuché tiros y ni me asomé. Al rato llegó el revuelo y nos enteramos de qué había pasado.”

Entre cámaras de televisión y fotógrafos que buscaban la mejor toma, más personas se acercaban y dejaban flores sobre la vereda. No eran parientes ni amigos del joven nadador Alfredo Marcenac, pero algo los llevaba hasta ese lugar.

Como a Rosa, que vive a dos cuadras del lugar. Ella se acercó con un pequeño ramo de flores. Después de mirar por unos minutos las ofrendas, dejó la suya con extremo cuidado, junto con los otros tantos gestos de dolor. “No lo conocía, pero tengo hijos y nietos, y esto le puede pasar a cualquiera. Era un nene con toda una vida por delante. Ayer quería venir, pero mi marido no me dejó porque tengo alta presión”, dijo.

En otro de los locales, una librería ubicada a escasos metros de donde ayer estaba tirado el joven de 18 años, Adrián responde que “sí, la gente pasa y pregunta, pero no se sabe otra cosa de la que salió en los medios”.

Mariano atiende el puesto de diarios que está en la vereda situada frente al banco. El se queja porque clientes y no clientes pasan, paran y le preguntan lo mismo que todos: “¿Qué pasó ayer?”. “Me tienen loco”, vuelve a quejarse, mientras acomoda los diarios. Pero accede a contarlo de nuevo. “Estaba con un pibe hablando y escuchamos los tiros. Nos quedamos acá; cuando me asomo, no entendía nada. En un primer momento pensamos que habían querido robar el banco, pero a esa hora ya estaba cerrado. Cuando nos asomamos, vimos al pibe en el suelo. Pero no sabíamos si era un chorro o quién”, relata.

También cuenta que “con los tiros y las corridas, los locales empezaron a cerrar sus puertas y otros a bajar las cortinas metálicas”. “Una señora venía con un hombre y un bebé –recuerda–, y se metieron en uno de los locales.”

Una y otra vez, todos comentaban sobre el hecho que conmovió a los vecinos del coqueto barrio porteño de Belgrano. Algunos de ellos piden más seguridad en la zona. Otros entienden que un hecho así es muy difícil de prevenir, pero de todos modos se suman al reclamo de “más seguridad”, porque “no es posible que se tome el colectivo, saque boleto y se vaya”, enumeró una señora que, mientras hablaba, no quitaba la vista de las velas, flores y cartas que cubrían parte de la entrada al Francés.

José es un comerciante ambulante que lleva 35 años trabajando en esa cuadra. Ernesto, un vecino. Los dos hablaban y despotricaban contra la policía, porque “no tiene preparación, ni buenos sueldos”. Los vecinos se reunieron anoche para pedir más seguridad y anunciaron que la semana que viene habrá una “marcha del silencio” por el mismo motivo.

Informe: Luciano Zampa.

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