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El país|Martes, 6 de febrero de 2007
JUAN CARLOS DEL BELLO, EX TITULAR DEL INDEC, OPINA SOBRE EL CONFLICTO

Una mala jugada que no altera el índice

Por Cledis Candelaresi
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Juan Carlos Del Bello.

Estuvo al frente del Instituto Nacional de Estadísticas durante el alboroto de precios post devaluación, y con ese antecedente no vacila en asegurar que “el IPC (índice de precios al consumidor) es un índice robusto y confiable”, difícil de vulnerar con sólo el cambio de una funcionaria. El economista y académico Juan Carlos Del Bello –también funcionario de Economía y Educación durante el gobierno de Carlos Menem– estuvo al frente del Indec hasta que Roberto Lavagna, al comenzar su segunda gestión frente a Economía, decidió desplazarlo, molesto porque el técnico le discutió la metodología que el ex ministro pretendía imponer para medir la pobreza y de la que resultaba que menos argentinos la padecían.

–¿Puede haber un IPC “real” y otro adulterado?

–Si se designan personas no idóneas en lugares centrales quizá pueda haber una distorsión del índice oficial. Pero eso no se logra sólo con un nuevo director.

–¿Con más personal involucrado es factible manipular el índice?

–No hay evidencia de que eso haya ocurrido en este caso. A diferencia de lo que me ocurrió a mí, cuando Lavagna quiso imponer una metodología diferente para medir la pobreza que le daba como resultado menos pobres, esta vez Economía no planteó cuestiones metodológicas. Lavagna es un hipócrita y oportunista por criticar ahora el desplazamiento de (Graciela) Bevacqua que, tal como se dio, es un golpe a la institucionalidad. El Indec produce cada semana un dato no público sobre la evolución de los precios que sí se informa a Economía para que eventualmente pueda actuar sobre las causas si hubiera algún desborde. Es lógico que se informe al ministerio, como desde el Indec hacíamos nosotros con las asociaciones de consumidores.

–Pero con los límites del secreto estadístico.

–Sin duda. Beatriz Paglieri, la persona que Miceli designó en reemplazo de Bevacqua, estuvo requiriendo información. Pero los técnicos del Indec son tan serios que no precisan ni qué les preguntaron. La situación es muy confusa. Desplazaron a la directora de precios sin decir por qué, amén de que no era una funcionaria de cuarta, como dijeron. El agravante es que su jefa, la titular de la Dirección Nacional de Condiciones de Vida (Clide Trabucci), presentó la renuncia, que aún no le fue aceptada, y está de licencia. Sin duda, el desplazamiento es inadecuado.

–¿Por la falta de argumentos convincentes para el despido?

–No sólo por ello. Miceli removió a varios directores a voluntad en varias áreas. Pero en el caso del Indec es especialmente grave, ya que se trata de un organismo científico-técnico, no político. Es una pena que no haya prosperado el proyecto de profesionalizarlo, transformándolo en un organismo autárquico, con cargos exclusivamente cubiertos por concurso. A semejanza del Conicet.

–Insisto: al no serlo, ¿hay margen para manipular las mediciones?

–Es difícil. La medición se hace con el auxilio de un programa informático que garantiza cierta objetividad. Claro que si los ingresos de datos o el procesamiento es incorrecto o se adultera, sería factible una distorsión. Pero eso requiere la concurrencia de mucha gente. Y le aseguro que la selección del personal del Indec es muy rigurosa y prioriza la solidez ética. Cuando yo era el máximo responsable, llegué un día al tercer piso y le pregunté a una persona encargada del relevamiento sobre alquileres “cuánto estaba dando”. ¿Sabe qué me respondió a mí, que era su máxima autoridad? Que no podía darme esa información. Para hacer el IPC de Capital y Gran Buenos Aires se relevan 80 mil precios en 6000 comercios de la Capital Federal. Es complicado manipular esa base.

–¿Y la canasta sobre la que se estructura el IPC es igualmente fiable? Porque todavía está en vigencia la de hace diez años...

–Según los resultados preliminares de la encuesta 2005/2006, que se está procesando, no habrá grandes cambios. Quizá porque los consumos de esta etapa coinciden a grandes rasgos con los de 1996, que fue otro momento de auge. Hay algunos cambios, pero que no implicarán ninguna modificación sustancial en el índice. La ponderación de Alimentos baja levemente del 34 por ciento al 33,4, lo mismo que Indumentaria, que pasa del 8,3 al 7,2 por ciento. Más bajan los servicios, que por el congelamiento de tarifas pasarán a representar sólo el 10,8 por ciento del índice contra el 12,8 actual. Sí hay cambios en las canastas del interior. En el NOA, por ejemplo, el peso relativo de los alimentos sube al 40 por ciento.

–Si la canasta es metodológicamente fiable, ¿por qué esa recurrente diferencia entre el IPC y la sensación térmica de los consumidores?

–Porque debería haber tantas canastas como ciudadanos. Se trata sólo de una construcción estadística que refleja un consumo promedio. Pero el IPC es confiable. Mucho más que el índice mayorista, que sí tiene dificultades en el relevamiento de los datos.

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