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El país|Miércoles, 21 de febrero de 2007
LA CAUSA CONTRA BIANCO POR LA REPRESION EN CAMPO DE MAYO

Dueño del destino de las embarazadas

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Siluetas de desaparecidos en el predio de Campo de Mayo.

Norberto Atilio Bianco cumplió funciones como médico en el Hospital Militar de Campo de Mayo con el grado de capitán del Ejército durante la última dictadura militar. La Justicia lo condenó en 2000 por la apropiación de dos menores de edad, pero en diciembre del año pasado las Abuelas de Plaza de Mayo sumaron a esa denuncia otra por su responsabilidad en los secuestros y desapariciones de los hijos de, por lo menos, 35 mujeres embarazadas que pasaron por Campo de Mayo. La denuncia contó con el respaldo de casi cuarenta testimonios reunidos en la causa judicial de primera instancia y en el Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep).

“A las mujeres se las denominaba NN, por eso ignoro los nombres”, indicó Concepción Piffareti de Garzulo, una enfermera auxiliar del Hospital Militar que declaró en la causa y que trabajaba en el área de Epidemiología: “Las que tenían parto natural no volvían a Epidemiología, sólo volvían las que tenían cesáreas, pero no estaban más de dos días”.

El testimonio de Piffareti de Garzulo es sólo uno de los muchos antecedentes reunidos por la denuncia de Abuelas y que redefine el rol de Bianco en Campo de Mayo, hasta el año pasado juzgado y condenado sólo por la causa de apropiación de dos menores de edad a quienes anotó con su nombre (ver aparte).

En la guarnición militar existieron tres centros clandestinos. El primero, recuerda la denuncia, en la plaza de tiro, próximo al campo de paracaidismo, conocido como “El Campito” o “Los Tordos”. El segundo, de inteligencia, ubicado en la Ruta 8, frente a la escuela de Suboficiales Sargento Cabral, y el tercero, en la Prisión Militar de Campo de Mayo. Allí cumplió funciones Bianco como médico en el Hospital Militar y en el área de Epidemiología, donde se alojaban mujeres embarazadas sin registro alguno.

La denuncia está sostenida por testimonios de enfermeros, mucamas, un músico militar, médicos civiles, una obstetra y ex detenidos reunidos. Las declaraciones permitieron entender cómo funcionó el mecanismo de apropiación-desaparición desarrollado en ese lugar.

Ernestina Larretape trabajaba como enfermera del servicio de maternidad del Hospital Militar de Campo de Mayo. Fue otra de las personas que declaró. “En unas pocas oportunidades –dijo–, entre 1976 y 1977, tuvo que llevar medicación a pacientes alojadas en epidemiología, tratándose siempre de mujeres que habían tenido familia, las cuales estaban en dos habitaciones custodiadas.” Esas mujeres no figuraban asentadas en maternidad. “El comentario general era que eran ‘subversivas’ y se las conocía como N.N.”

Un técnico radiólogo mencionó las rutinas. Declaró en 1984 como Jorge Luis Espósito ante la Conadep. Las mujeres que estaban en la sala de hombres de Epidemiología, dijo, “eran llevadas por la noche a parir a ginecología y obstetricia, a cargo de Caserotto”. Una vez nacido el niño, explicó, “las prisioneras embarazadas eran separadas de él e inmediatamente desaparecían con destino desconocido”. Sobre los niños, supo por referencias que permanecían en la nurserie.

En ese esquema, se considera a Bianco como una de las pocas personas con acceso a donde estaban las detenidas. Además, era una de las dos personas que emitía las órdenes de atención para las embarazadas y ordenaba el modo de realizar los partos. Una tarea compartida con otro médico ya fallecido, Julio César Caserotto. A pesar de que desarrollaba estas tareas, la acusación describe como su rol fundamental el de llevar a algunas embarazadas detenidas-desaparecidas a parir a Campo de Mayo y retiraba a los niños recién nacidos. Ni el parto ni la existencia de criaturas eran motivo de registro, “es decir ocurrían en la clandestinidad y sordidez más absoluta”.

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