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El país|Lunes, 21 de mayo de 2007

APOSTILLAS

Televisión. Fue la última ayuda que recibió Miguel Pichetto. El secretario de Medios, Enrique Albistur, llegó a Bariloche cuando la elección ya estaba en cuenta regresiva. Vino a anunciar la creación de nuevas instalaciones para que Canal 7 pudiera verse en la ciudad y alrededores por la televisión de aire. Hasta entonces, quienes querían ver los programas de la emisora estatal debían pagar un servicio de cable. Albistur hizo el anuncio acompañado por Piche-tto y el intendente anfitrión, Alberto Icare, del partido vecinal Sur. Ese anuncio fue todo lo que pudo conseguir el jefe del bloque oficialista en el Senado en el último tramo de la campaña. Seguramente hubiera soñado con un acto conjunto con Néstor Kirchner, como el que tuvo el fin de semana Daniel Filmus. No pudo ser.

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Apellido. Pocas veces pasa que los dos principales candidatos se llamen igual. Esta vez Miguel Angel Saiz compitió contra Miguel Angel Pichetto. Los dos abogados, el primero radical, el segundo peronista. Durante la campaña, los colaboradores de ambos bromearon sobre la coincidencia de nombres. “El que gane lo va a hacer por el peso de su apellido”, decían. Aunque en el peronismo hubieran preferido que el apellido que incidiera en la elección fuera el de Kirchner. Ahora habrá que ver cómo se reorganizan los partidos con vistas a la elección nacionales de octubre. ¿Cómo se integrarán las listas de una Concertación plural? ¿Los justicialistas sumarán sus apellidos a una boleta única o habrá dos nóminas? En Río Negro ya se habla de eso, aunque falten cinco meses para las presidenciales.

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Río. A diferencia de otras provincias, las restricciones por el llamado a las urnas fueron celosamente respetadas en Río Negro. Hasta las 19 se hizo muy difícil encontrar un bar, restaurante o confitería abiertos, con las persianas bajas hasta que terminara el horario de la elección. El mismo celo para cumplir con las normas se pudo ver en la noche del sábado, cuando todos los bares y boliches estaban cerrados y la venta de alcohol, obviamente, prohibida. Sin embargo, los viedmenses encontraron la solución al problema: bastaba con cruzar el río Negro por el puente ferrocarretero y pasar a la vecina Carmen de Patagones. Allí todo estaba abierto y lleno de agitación.

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