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El país|Miércoles, 24 de octubre de 2007

Dos miradas sobre el procesamiento

MARCOS NOVARO *

“Un chivo expiatorio”

“El procesamiento de De la Rúa me parece un mamarracho completo. Sería lo mismo que juzgar a Duhalde por las muertes de Kosteki y Santillán, o a cantidad de presidentes por muertes que se produjeron durante sus mandatos. El tema de la responsabilidad de los funcionarios es muy complejo. Seguir la cadena de mandos parece algo traído de los pelos, sobre todo cuando la Justicia no hizo nada o casi nada en problemas que involucraron a otros crímenes y violaciones a los deberes de funcionarios públicos. No investigó cómo y por qué se produjeron las protestas y los saqueos en la provincia de Buenos Aires, ni las reacciones de algunas policías y las no reacciones de otras, ni el incumplimiento de los deberes de quien era secretario de Seguridad y de quien era gobernador bonaerense. Todo esa situación es muy complicada de manejar judicialmente.

Por eso, procesar a De la Rúa parece más bien la intención de cargar toda la responsabilidad en una figura debilitada, sin redes de contención política. Es la manipulación política de un chivo expiatorio. Sin dudas que De la Rúa tiene mucha responsabilidad en la crisis de 2001, no supo encontrar una salida política. Pero una cosa es juzgarlo políticamente y otra muy distinta es un proceso judicial. Si bien es cierto que la represión se produjo en un contexto de protesta social, también es cierto que hubo componentes de golpe de Estado. Todo el mundo sabía que ese gobierno era inviable políticamente.”

* Politólogo.


NORMA GIARRACA *

“La costumbre de matar”

“A De la Rúa se lo está procesando sólo por los muertos de Plaza de Mayo. Si tomamos el conjunto de las muertes que se produjeron en la rebelión de 2001, encontramos un total de casi 40 víctimas. Lo más impactante son las edades: hay chicos desde 13 y 14 años. Son los muertos de los saqueos, la mayoría de los barrios más pobres, pibes a los que la policía terminó fusilando. La palabra masacre es muy fuerte, pero ahí hubo algo ominoso, la costumbre de matar del Estado argentino, una compulsión de nuestro Estado. Por eso es acertado que el proceso judicial haya llegado hasta el Poder Ejecutivo, porque el presidente y el ministro del Interior tuvieron responsabilidad en lo que pasó. Hubo una represión desmedida. La policía y las fuerzas represivas estaban desbocadas desde el comienzo: basta recordar cuando llegaron las Madres a la Plaza de Mayo y les tiraron los caballos encima... El presidente podía ver desde los ventanales de la Casa Rosada lo que estaba pasando.

El procesamiento de De la Rúa es importante porque les pone pautas al Estado y a gobiernos con serias dificultades para relacionarse con protestas rebeldes de la población, que son una constante en la historia argentina. Hay otras formas de canalizar la protesta social. La sociedad argentina tiene que reflexionar sobre lo que pasó. Y hay que terminar con la ominosa costumbre del Estado de matar. El Estado debe ser el mejor garante de la vida, del derecho a tener derechos.”

* Socióloga.

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