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El país|Miércoles, 5 de diciembre de 2007

Derecho a elegir la identidad

Por Emilio Ruchansky
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El proyecto de identidad sexual fue presentado en Diputados.

“Mi abogado dice que si seguimos es porque me van a dar el documento. Yo ya pasé por todas las etapas. Primero tuve una reunión con la psicóloga y después fui con los forenses que me desnudaron, calcularon la profundidad de mi vagina, analizaron si mi cuerpo era femenino o no. El juez está a punto de dictaminar... pero no dictamina.” Hace diez años que Marcela Romero viene litigando con la Justicia para conseguir que el nombre y el sexo que eligió figuren en el documento de identidad. Ahora, sentada en un sala del anexo del Congreso, muestra su satisfacción con una media sonrisa. Todavía no consiguió el cambio registral, pero junto a sus compañeras y compañeros de la Federación Argentina de Gays, Lesbianas, Bisexuales y Transexuales (Falgbt) acaba de presentar el proyecto de ley de identidad sexual. De aprobarse, su demanda se transformará en un mero trámite administrativo.

“El sexo psicosocial es más importante que el sexo biólogico”, advierte a Página/12 la diputada socialista Silvia Augsburger, autora de este proyecto que permitiría el cambio de sexo y nombre, independientemente de la reasignación quirúrgica de los genitales (algo que muchos jueces exigen para avalar pedidos como el de Marcela). El proyecto cuenta con 12 firmas de legisladores de distintos signos políticos, entre ellos Miguel Bonasso, Remo Carlotto, Delia Bisutti del ARI, Claudio Lozano y hasta María del Carmen Rico, la hija de Aldo (o la certera demostración de que las ideologías no se heredan). Fue colado hace más de dos semanas en el Congreso casi al cierre de las sesiones ordinarias y antes de que se produzcan varios cambios en las bancas.

Aunque sus impulsores creían que por tratarse de un tema relacionado con el derecho a la identidad sería girado a la Comisión de Derechos Humanos, la iniciativa terminó en Legislación General. “Algo bueno –estima Augsburger–, porque es una comisión muy importante y eso es interesante, nos da la posibilidad del contacto permanente con los otros diputados y diputadas.” A diferencia del proyecto de matrimonio homosexual, que también fue presentado en el marco de la Declaración Nacional sobre Diversidad Sexual y Derechos de la Falgbt, este proyecto requerirá de “una difusión más intensa”, coincidieron los promotores de la iniciativa. ya que hay gran desconocimiento sobre el tema por parte de los legisladores.

El proyecto contempla la creación de una Oficina de Identidad de Género coordinada por un equipo interdisciplinario “conformado por profesionales de la salud, el derecho, la psicología y la sociología a los efectos de evaluar las solicitudes de rectificación registral del sexo y cambio de nombre”. Además de atender los problemas y propuestas del colectivo trans, esta oficina reemplazaría la etapa judicial y los peritajes forenses que se realizan actualmente por la presentación de una “prueba fehaciente” que constate “la disonancia entre el sexo inicialmente inscripto y la identidad de género autopercibida”. Bastará que Marcela vaya con alguien que testifique que ella es ella y se llama “Marcela”. En 90 días hábiles tendría una respuesta.

Una vez dispuesta la rectificación, el Registro Civil emitiría una nueva partida de nacimiento que acredite el cambio e indique la ubicación de la partida anterior. Como broche de oro, este trámite obliga –según establece en su artículo 12– “a solicitar la emisión de un nuevo Documento Nacional de Identidad en el Registro Nacional de las Personas que acredite dichos cambios, conservándose el número original”. De ahí, la información, bajo estricta reserva, se incluiría en el padrón electoral y en el Registro Nacional de Reincidencia.

Entre los fundamentos de esta ley se mencionan el derecho a la intimidad y la autodeteminación. “Podrá molestar a algunos, escandalizar a otros, pero no existen razones jurídicas que permitan alguna clase de intromisión u obstrucción en el ejercicio del derecho a ser uno mismo sin causar un daño directo e inmediato a terceros”, dice Andrés Gil Domínguez, citado oportunamente en el texto. Bien dijo Claudia Pía Baudracco, de la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros de Argentina durante la reunión de la que participó Página/12: “No podemos ir por la vida bajándonos los pantalones para ver si somos transgénero o transexuales”.

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