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Especiales|Viernes, 13 de enero de 2006

MARCELO T. DE ALVEAR

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Por Sylvia Saítta y Luis Alberto Romero

Marcelo Torcuato de Alvear nació en 1868. Miembro de una familia patricia, militó desde muy joven en el radicalismo: estuvo en el Parque en 1890, en la fundación de la UCR y en las revoluciones de 1893. En 1897 acompañó a Hipólito Yrigoyen. Se casó con Regina Pacini, una cantante de ópera portuguesa, con quien vivió alternadamente en París y Buenos Aires. En 1912 lo eligieron diputado, y en 1917 fue embajador en Francia. En 1922 sucedió en la presidencia de la Nación a Hipólito Yrigoyen. El período de su gestión se caracterizó por la bonanza económica, la ausencia de grandes conflictos sociales y la enconada oposición entre los partidarios de Yrigoyen y quienes querían eliminar su influencia. Alvear alentó a los “antipersonalistas”, pero se negó a extremar la política facciosa. Vuelto Yrigoyen al gobierno, se instaló en Francia.

En 1930, Alvear volvió al país, se puso al frente de la UCR y enfrentó con decisión a los gobiernos de Uriburu y Justo. Alentó las sublevaciones radicales, fue puesto en prisión dos veces y deportado otras tantas. Esos años la UCR dispuso la abstención electoral, que fue levantada a principios de 1935, obteniendo la UCR una respetable representación parlamentaria. Alvear compitió en la elección presidencial de 1937, y fue derrotado merced a un fraude desembozado. Por entonces, comenzaban a oírse críticas a su conducción de la UCR.

En mayo de 1939, un mes antes de esta entrevista, se reunió la Convención radical. Su presidente, Honorio Pueyrredón, se hizo vocero de los disconformes y reclamó una política más “intransigente”. Con un gesto muy propio, Alvear, que asistía entre el público, subió al palco, defendió su política y aventó la oposición. Alvear confiaba en las intenciones declaradas por el presidente Ortiz, quien se proponía mejorar las prácticas electorales.

El reportaje fue titulado “La culpa de que se difundan las ideas totalitarias la tienen quienes no han sabido ser fieles al espíritu de la democracia”. Por entonces comenzaba la Segunda Guerra Mundial y Alvear se alineó firmemente con los aliados, lo que suscitó una nueva oposición entre los sectores juveniles, que no llegó a cobrar forma definida antes de su muerte, en 1942.

La Razón, fundada en 1905 por Emilio B. Morales, había sido adquirida en 1935 por Ricardo Peralta Ramos. Desde entonces empezó a sostener veladamente posiciones proalemanas, y muchos suponían que recibía una subvención de la embajada. Pero apenas comenzaba la Guerra, y al igual que los restantes medios de prensa, se alineó totalmente con los aliados.

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