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Especiales|Domingo, 24 de julio de 2011

Reflexiones y preguntas

M. Bianco: Primero quiero dejarlo en claro: yo dije que no hay ninguna mujer que se embarace para abortar y que no hay ninguna persona que esté esperando esto. Lo que creo es que en lo que estamos difiriendo es en cómo se previene y se evita esto. Y esto es lo que me parece que es lo importante. Entonces por eso yo hablo de que hay que tener educación sexual. Las políticas públicas que tenemos que pedirle al Estado para evitar esa enfermedad y muerte que aparece en esta punta del extremo empieza a cuidarse desde muchos antes, y ahí empieza la educación sexual. Luego siguen los servicios informativos y con acceso a anticonceptivos y también al buen cuidado del embarazo, parto y puerperio. Y luego sigue, si ya no se pudo, en la mayoría de los casos no se pudieron evitar, una interrupción segura. Esto es lo único que estamos planteando, pero hay todo este camino. Y, ¡oh casualidad!, quienes se están oponiendo a la despenalización se oponen a todo esto. Entonces solamente están queriendo la muerte y el sacrificio de las mujeres.

M.O’D.: El Dr. Badeni señalaba la legislación actual como una fuente de argumentación de sus argumentos. Pensaba que hasta hace poco el matrimonio en Argentina estaba definido como un matrimonio entre un hombre y una mujer, y eso también cambió. Es decir, si eso no tiene que ver con cambios y modificaciones que se pueden poner a la ley en atención a cambios culturales de una sociedad determinada. Y en qué lugar deja la actual ley a los médicos, que son finalmente ellos quienes se ven a veces en la situación de sus concepciones particulares de denunciar a esa mujer que llega en un pedido de auxilio al hospital, porque ellos saben de hecho que lo que esa mujer pasó fue que se sometió a un aborto clandestino.

G. Badeni: Esos son problemas de ética individual, no colectiva. Un médico puede o no formular la denuncia. En principio tendría que formular la denuncia, pero un médico es un ser humano y muchas veces preferirá no formular esa denuncia por los valores humanos que hay en juego. Pero tengamos también en cuenta que en la película que exhibimos recién, que fue realizada por un médico estadounidense, Bernard Nathanson. Bernard Nathanson era un gran partidario del aborto, tenía una clínica en la cual se realizaron centenares de miles de abortos hasta que tomó conciencia viendo estas imágenes de que no, de que se estaba matando a un ser vivo. Y cambió completamente y comenzó a desarrollar una intensa campaña en Estados Unidos, después del caso Roe, contra el aborto, y propiciando la penalización así como también políticas de salud y políticas que evitaran en algunos determinados casos el embarazo de la mujer. Y señala con suma crudeza que la despenalización del aborto en los Estados Unidos lo que ha fomentado es la industria del aborto y el surgimiento de múltiples clínicas donde se comercializa el aborto, como se comercializa cualquier tipo de enfermedad. Y él como médico se siente espantado de que la vida humana sea objeto del comercio. Lo desarrolla no en esta secuencia que vimos, pero sí en otras películas. El grito del silencio abarca cuatro películas sobre el mismo tema. Y en cuanto a la relación de penalización del aborto y democracia es relativa. En el país donde funcionó con mayor intensidad el aborto y todavía sigue funcionando es en China, con la planificación familiar; con el deber impuesto a las familias de no tener más de un hijo. Y si había más de un hijo había que caer en el aborto. De modo que no digo que siempre los regímenes autoritarios hayan propiciado el aborto. Pero el mayor defensor del aborto fue China. Como en cierto momento también lo fue la Unión Soviética, gran defensora de la prohibición del aborto después de 1918. Por la razón muy simple: necesitaban vida; necesitaban seres humanos para poner en movimiento el aparato estatal.

A.K.: Yo quería hacer un comentario respecto de la película. La verdad yo no la había visto, pero me pareció bastante sensacionalista y tramposa en la medida en que el audio se refiere al feto como un niño, con lo cual está presuponiendo el concepto de ser humano, no de vida; el concepto de bebé. Y entonces si así fuera, si realmente fuera un niño, no se entiende por qué las penas son más bajas, por qué un infanticidio, o sea matar a un niño, debería penarse igual o peor que lo que se pena un homicidio. Por lo tanto, yo creo que en todo este tema hay algo muy importante que es cómo se lo plantea a la sociedad, porque muchos planteos que a veces están teñidos de un cierto carácter humanitario, en realidad encierran la trampa del hecho de ocultar concepciones dogmáticas o religiosas.

G. Badeni: El video no fue elegido con mala fe. El video, cuando usted lo pueda ver, va a advertir que dura más de cuarenta minutos porque son cuatro proyecciones. Hemos tomado una parte, un minuto y medio, no podíamos tomar los cuarenta minutos. En segundo lugar, en cuanto a por qué no se penaliza el aborto igual que el homicidio, es por una razón muy sencilla, porque existen circunstancias atenuantes, lo que se llama en derecho penal circunstancias atenuantes, como en otra gran cantidad de delitos donde las penas varían según las circunstancias particulares que acompañan la producción del delito. El estado de necesidad puede conducir a la eximición de la pena al autor de un delito. Entonces no se sienta sorprendido de que por más que se trate de un homicidio, la pena no es la misma que en otro homicidio común. La pena no es la misma, por ejemplo, que la que se daba en el caso del parricidio, que es agravante.

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