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Espectáculos|Sábado, 28 de septiembre de 2002
“DIVINOS SECRETOS”, DE C. KHOURI, CON SANDRA BULLOCK

Para ver a la hora del té

Por Luciano Monteagudo
Ya se sabe. No se puede confiar en los periodistas. Cuando la escritora Sidda Lee Walker (Sandra Bullock) le concede una entrevista al semanario Time con motivo del próximo estreno de una obra autobiográfica en Broadway, se deja llevar y cuenta intimidades. Habla del sur profundo donde nació y creció, allá en Louisiana; del pueblo chico y del infierno grande; y de su madre Vivi, que le habría regalado material de sobra para sus creaciones, con su historia de alcohol, abandono y desesperación. Sucede que del otro lado del país, todavía acunada por el tintineo del hielo en su eterno vaso de whisky, está Vivi (Ellen Burstyn), que no puede creer lo que lee. Hace de la revista una bola de papel y jura venganza.
Alguien podría pensar que en ese comienzo hay un material dramático en condiciones de reclamar la herencia de Tennessee Williams, pero Divinos secretos no podría estar más lejos del teatro y del cine del autor de El zoo de cristal. El primer film como directora de Callie Khouri (la guionista de Thelma y Louise), toma algunos elementos que la obra de Williams hizo universales, como esos duelos a muerte de mujeres sureñas, pero decide hacer con ellos una comedia rosa, muy familiar, apta para todo público, a pesar de que esos secretos de los que habla el título de la película no son demasiado divinos, sino más bien oscuros, terrenales.
Para zanjar el abismo que se establece entre madre e hija y restañar unas heridas que el tiempo no pudo curar, aparecen en escena tres brujas amigas de Vivi, compinches de la infancia e integrantes de la autodenominada “Hermandad Ya-Ya”. Disfrazadas de sureñas, llegan a Nueva York, secuestran a Sidda en las narices de su prometido, y la llevan de regreso a Louisiana, donde la harán enfrentarse, sin mucha resistencia, a unos recuerdos que finalmente no son tan dolorosos como parecían.
Concebido como un pasatiempo para la hora del té, Divinos... usa y abusa de los flashbacks, no cesa de afirmar una y otra vez que todo tiempo pasado fue mejor y reserva para el presente la posibilidad de una reconciliación que tiene mucho de conformismo. Al lado de la estatura dramática de Ellen Burstyn, los mohínes de Sandra Bullock se hacen todavía más evidentes (lo que no es decir poco). En un papel secundario, está sin embargo la posibilidad de disfrutar de la gracia y la elegancia con que Maggie Smith tira sus líneas, como si fueran dardos, que siempre dan en el centro.

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