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Espectáculos|Lunes, 7 de octubre de 2002
TERMINO EL RODAJE EN LAS MALVINAS DE “ILUMINADOS POR EL FUEGO”

“Hay que recuperar la memoria”

El director Tristán Bauer cuenta detalles de la película, que narra la historia de amistad de tres soldados, pero desde la perspectiva de las heridas dejadas por la guerra. “En el cine, hasta ahora no nos habíamos aproximado al tema como fenómeno social”, sostiene.

Por Patricia Chaina
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Gastón Pauls, Tristán Bauer
y Edgardo Esteban, ex
combatiente y autor del libro.
“Me gustaría que la película
transforme el dolor de la guerra en belleza”, señala Bauer.
Fue soldado y combatió en Malvinas. Volvió y sobrevivió también al silencio homicida que la dictadura impuso sobre aquella derrota en el Atlántico Sur. Y para conjurar la pesadilla, Edgardo Esteban escribió sus experiencias en un libro al que llamó Iluminados por el fuego, parafraseando a Julio Cortázar: “Aquellas islas ahora, iluminadas por el fuego...”. Ese nombre en el texto de Esteban refiere, entre otros sentidos metafóricos, a la indefensión de los soldados argentinos ante el despliegue de la artillería británica durante 1982. Así se llamará también la película que el realizador Tristán Bauer –Después de la tormenta, Evita, la tumba sin paz, Los libros y la noche, entre otras– está rodando inspirado en ese testimonio, y que ya finalizó ayer su tramo de filmación en las islas.
Protagonizada por Gastón Pauls, Virginia Innocenti, José Luis Alfonso, Juan Palomino y Hugo Carrizo, entre otros, la historia que Bauer llevará al cine cuenta la relación de tres soldados, “tres amigos”, detalla el director a Página/12. Pero aunque el argumento y el perfil del protagonista están inspirados en el texto de Esteban –escrito en colaboración con Gustavo Romero Borri–, el guión cinematográfico sumó los testimonios de otros ex combatientes. “Cuando ese guión estuvo listo, Miguel Bonasso se ocupó de darle una estructura dramática que enlaza el pasado con la actualidad”, explica Bauer.
Así surgió la versión definitiva, que insumió diez días de rodaje en Malvinas, y que requerirá una etapa en Santa Cruz –las escenas correspondientes a la batalla final en los montes altos cercanos a Puerto Argentino– otras tomas en San Luis y algunas escenas en la provincia de Buenos Aires. La secuencia de filmación que terminó ayer en las islas corresponde a las escenas finales de la película. El regreso de un ex combatiente a los lugares donde conoció la locura y la muerte. Lugares, también, donde “comprendió la importancia de la amistad y de la vida”, como refiere Bauer al hablar de su nueva obra.
Con tres premios ya ganados por el guión del film, Iluminados por el fuego tiene un presupuesto de 2.400.000 de pesos, sumando la participación de las instituciones involucradas en su producción: la Universidad de San Martín, el INCAA, el Canal Plus de Francia, el gobierno de San Luis y el de la provincia de Santa Cruz. “Es un logro –define Bauer–, que nace de la necesidad de recuperar nuestra memoria. Desde el cine, no nos habíamos aproximado a esa guerra como fenómeno social. Era una deuda”, sostiene.
–¿Cómo fue el primer contacto que tuvo con el libro de Esteban, y cuál fue su motivación para abordar el conflicto de Malvinas desde el cine?
–Un día, estando en la casa de Bonasso, llegó Edgardo (Esteban), me dio su libro y me dijo: “Quizás ésta pueda ser tu próxima película”. La historia me pareció conmovedora por la mirada humana que plantea, ni técnica ni bélica. Fue una inspiración. Y quiero rescatar esa mirada.
–¿Cuál es el eje sobre el que se construye la narración?
–Hay un plano del presente y un encuentro con un ex combatiente que lo hacen sumir en el pasado: Malvinas, 1982. La mujer de un ex combatiente, que comete un acto de suicidio, desencadena otra serie de situaciones que nos permiten contar el trauma de lo que fue el regreso. Según estadísticas, hay casi 400 hermanos muertos en el Belgrano, y unos 300 en las islas. La cantidad de suicidios es de 267. Me interesaba reflejar la situación de compañeros de esos soldados que cometen suicidio al no poder curar las heridas que les dejó la guerra.
–Ellos la padecieron personalmente pero la herida todavía no cicatriza en el cuerpo de la Argentina como sociedad. ¿Cómo fue su percepción de Malvinas, y qué intentará transmitir Iluminados...?
–Yo soy de los que fuimos a la plaza el 30 de marzo. Creo que la locura de esa guerra refleja el contexto de muerte. Me gustaría que la película transforme ese dolor en belleza, al convertirla en obra de arte. Para mí, las sensaciones que me despierta la historia son de emoción y sufrimiento. Pero insisto, el trabajo es transformar este dolor, esta consciencia de que la guerra fue una barbaridad, en arte.
–¿Cómo fue, en las cuestiones prácticas de un rodaje, encarar una filmación sobre la guerra, en Malvinas?
–No fue fácil, primero por lo difícil del traslado de equipamiento militar. En Santa Cruz, hay un lugar semejante a otro de Malvinas, donde los soldados se escondían en sus pozos de zorro. Reconstruimos las últimas batallas, en San Julián, con colaboración del Ejército. Solo que ahora piden autorización del Comando en Jefe y hasta lograrla tuvimos que cambiar el plan.
–¿Quiénes asumieron la preproducción del rodaje en Malvinas y cómo fue esa experiencia?
–Realizamos un viaje exploratorio con Edgardo, conmovedor. Visitamos Puerto Argentino y los campos donde hay todavía borceguíes, bolsas de dormir, cepillos de dientes, cucharas, otros elementos. Esos campos son una especie de museo vivo. Pero otra dificultad fue la relación con los isleños. Muy cerrados hasta que supieron lo que queríamos hacer. Terminamos jugando al fútbol, aunque lamentablemente ganaron ellos.
–¿En qué medida influyó la filmación de Fuckland, realizada en Malvinas en la clandestinidad, en la disposición de ánimo de los isleños?
–”No nos parece bien Fuckland”, decían. Pero dijeron que planteando esto de frente (la filmación de Iluminados...) se podían acordar cuestiones acerca de la convivencia, para que cada uno se sintiera respetado en su lugar. Cada director tiene su mirada, y yo expliqué que con esto, sólo busco una aproximación humana a un conflicto bélico, de alguien que no fue preparado para eso, y aun así, después puede contarlo. Nuestra perspectiva es la del soldado, y la del que entiende de qué se trata el colonialismo. Ante los isleños, sin embargo, que hace más de tres generaciones viven ahí, habría que llegar a un acuerdo, a puntos de encuentro, porque la guerra fue para todos el mismo horror, con distinta intensidad.
–¿Qué escenas filmó en Malvinas?
–Empezamos por el final, cuando el protagonista vuelve a recorrer los campos de batalla, primero a Puerto Argentino, luego a las trincheras. Busca estar en contacto con los lugares y el cementerio donde están sus compañeros muertos, porque también es una película sobre la amistad de tres soldados. Sólo dos vuelven, y uno muy herido. El otro queda en las islas. El protagonista busca encontrar las cuestiones esenciales que le permitan continuar pensando que la vida vale la pena ser vivida, aun con eso.

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