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Espectáculos|Jueves, 14 de noviembre de 2002

“Esta música no es prefabricada, es música a prueba de boludos”

Alejandro del Prado, Rodolfo García y Daniel Ferrón unieron sus esfuerzos en el trío PosPorteños. “Aunque indaguemos en murgas o tangos bluseados, nuestra forma de trabajar remite al rock”, afirman.

Por Cristian Vitale
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Ferrón, García y Del Prado se mueven en un cosmos de tango, rock, candombe, milonga y murga.
El grupo que armaron está presentándose todos los jueves de este mes en la sala del Auditorio Gandhi.
Uno, Rodolfo García, es el veterano baterista de bandas clave del rock de los 60 y los 70, como Almendra y Aquelarre. Otro, Daniel Ferrón, es el núbil bajista y cantante del grupo 4º Espacio, que comparte con los actores Nicolás Pauls y Matías Camisani. El tercer integrante del grupo es Alejandro Del Prado, el hombre cuya música se incrustó hace tiempo en el corazón de la ciudad con temas claves, como “Los locos de Buenos Aires” y “La murguita de Villa Real”. Los tres confluyen en PosPorteño, trío que ambiciona resumir un nuevo sonido urbano cerca –y a la vez lejos– del rock y el tango, “La fusión entre tango y rock no es innovadora. Lo nuestro sí. Por eso le pusimos PosPorteño –en alusión al término de posmodernidad–, tomando a la modernidad de la fusión como algo superado. Si esto molesta, mejor, porque quiere decir que alguien está dispuesto a ser convencido. PosPorteño es un método conceptivo, una forma de concebir de nuevo a Buenos Aires”, puntualiza Del Prado.
El terceto está ofreciendo un concierto todos los jueves de noviembre en el auditorio Gandhi –Corrientes 1743– a las 22.30. El repertorio integra poemas musicalizadas de Cátulo Castillo, el periodista Osvaldo Ardizzone –con quien Del Prado trabajó antes de integrarse al grupo Saloma en 1974– y Jorge Boccanera y composiciones propias, basadas en una grata mixtura entre candombe, murga, tango y bases rockeras. Canciones como “Hijo de un puerto”, “Para que los gorriones vuelvan” o “El eslabón perdido” testimonian también una búsqueda tal vez excéntrica, o tal vez iniciadora. “Lo nuestro no tiene nada que ver con la música de laboratorio. Es algo que surge con espontaneidad por ser una formación no tradicional para la música ciudadana. Es música a prueba de boludos, no hay nada prefabricado”, dice García.
En los shows, PosPorteño cuenta con el apoyo de las mujeres de García y Del Prado, lo que los convierte en una banda típica de producción musical familiar. Mary, la del ex Almendra, es violinista del grupo de música celta Xeito Novo y aporta su instrumento como invitada. Susana, la de Del Prado, toca el bombo en “La murguita de Villa Real”, el bonus track obligado del show. “Gracias a Dios me dio una difusión, igual que ‘Los Locos...’. De todas maneras, no creo que exista una gran dependencia mía respecto de ellos... si pintan, pintan”, define Del Prado.
–¿Qué adjetivo utilizarían para definirse?
Rodolfo García: –Diría que es una música arriesgada, porque sigue existiendo en los rockeros cierta resistencia hacia lo nuestro, cosa que también sucede con los tangueros pero al revés. Nosotros carecemos de esos prejuicios. Estamos buscando tocar y sentirnos bien. Sabemos que lo nuestro va a provocar adhesiones y algún rechazo. En suma, proseguimos la temática que Alejandro desarrolla desde hace años, pero con el aporte de una base menos folk.
–¿Buscan diferenciarse también del auge del tango hecho por jóvenes?
R. G.: –Sí. Creo que nos diferenciamos de ellos porque no queremos sonar ni a Piazzolla ni a los jóvenes que quieren ser como un quinteto de los ‘40. PosPorteño no es ni una cosa ni la otra. Sin querer confrontar con nadie, lo nuestro posee un concepto actual que no ha sido transitado.
–¿La diferencia, o una de ellas, pasaría entonces por la horizontalidad creativa?
R. G.: –Exacto, porque en el tango está el director que obliga a respetar determinados cánones que hacen al sonido de la orquesta. El tipo escribe, reparte las partes y los ensayos se basan en leer lo que está escrito y hacerlo bien. En nosotros, en cambio, se da la participación activa de cada uno evitando repetir algo que ya pensó otra persona.
–¿Cómo congenian en la base un baterista del rock histórico y un bajista de la nueva generación?
Daniel Ferrón: –En sí, no hay diferencias ni en un sentido práctico ni teórico. A Rodolfo lo conozco a través de sus obras. Para mí, Los Beatles fueron los Almendra... es un placer total tocar con él. El y los de su generación fueron creando un código que de alguna manera permanece inalterable ante el paso del tiempo.
–¿A qué momento de sus carreras les hace acordar PosPorteño?
R. G.: –La forma de laburar la temática es parecida a la que teníamos en Almendra y Aquelarre. Aparece un tema y cada cual hace su aporte desde un vértice diferente. Es la típica elaboración de garage: la canción sufre un proceso de decantación hasta encontrar su forma definitiva.
A. D. P.: –Me recuerda a mi etapa protozoaria de grupo de rock de escuela secundaria, con el que había compuesto el “Tanguito de Almendra”.
–¿Planean editar un disco?
R. G.: –Es un momento difícil. Es vox populi que el mercado está destruido, porque se destruyeron una gran cantidad de disquerías a favor de grandes cadenas que ahora capotaron. Además, las empresas grabadoras están reduciendo cada vez más sus ediciones, salvo lo que venden como pan caliente. En este marco, las producciones independientes tienen serias dificultades en la distribución. Igual, vamos a grabar nuestro disco en el mediano plazo.
A. D. P.: –Aunque sea tomando una grabadora por la fuerza...

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