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Espectáculos|Lunes, 2 de diciembre de 2002
LOS ORGANISMOS DE DERECHOS HUMANOS CRITICAN EL MODO EN QUE LA TELE ABORDA EL TEMA

“Necesitamos más espacio en la televisión”

Después de la finalización del Festival de Cine y Video de Derechos Humanos, las principales organizaciones humanitarias posan ahora su mirada sobre la TV. Más allá de destacar el trabajo de figuras aisladas, cuestionan la banalización de las noticias y la falta de una conciencia crítica.

Por Julián Gorodischer
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Fanny Mandelbaum es elogiada por Familiares, y en H.I.J.O.S. destacan el trabajo de Juan Castro, conductor de “Kaos en la ciudad”.
Una TV por los derechos humanos –sueña un activista– daría lugar a las voces de los agredidos, de los hambrientos, de los que sufren. Un festival de cine por los derechos humanos, entiende otro, no tendría por qué servir para nada que no fuera ver buen cine, pero también puede formular una pregunta: ¿Cuánta conciencia existe? Después de la finalización del Derhumalc, los principales organismos de derechos humanos posan esta vez, a pedido de Página/12, la mirada en la TV. Recorren la grilla, observan lo que pasa: ¿es suficiente con reseñar la noticia sobre el hambre y la desnutrición infantil? ¿O es apenas una forma disimulada de la ceguera? “La presencia de los derechos humanos en la TV es insuficiente –afirma Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo–. Son muchos más los que se ocupan de la grosería, los que reivindican lo banal, pero nuestra TV necesita tener más espacios serios y respetuosos. Nos llenan de violencia, insultos y exhibicionismo en horarios no permitidos, y vulneran a los chicos. Sin introducir ningún tipo de censura, las empresas deberían tener un criterio más educativo.”
Sobre algunas cosas no se duda: no basta, dicen, con lanzar la bomba y pasar a otro tema; el popurrí exaspera. Eso sí: si se trata de destacar alguna pieza en este juego, de señalar un personaje o programa que haga un verdadero aporte, el dedo apunta a los márgenes, conductores o experiencias en el cable o en el pasado. “Me parece excelente el programa de Liliana López Foresi porque lleva gente interesante y tiene buenas opiniones sobre derechos humanos –asume Mabel Gutiérrez, de Familiares de Detenidos y Desaparecidos–. Pero, como también sucede con Fanny Mandelbaum, están en un lugar periférico porque para la TV los derechos humanos no son noticia, no son un tema central. Nadie sabe quién los viola ni por qué. No se habla de los intereses económicos que están en juego, ni se llega a la estructura profunda. Todo queda en una cuestión coyuntural y en la puja partidaria.”
Estas voces hablan de por qué no es suficiente con mandar un enviado especial a Tucumán para ver la desnutrición de cerca. Y formulan su acusación más grave: de cómo la TV se encarga de bajar la persiana a las violaciones sistemáticas a los derechos humanos. La suya es una frustración compartida que se fundamenta en la carencia y en la distorsión: la venta que modela el contenido. “Tomo un ejemplo que nos chocó –dice Arturo Blatesky, del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos–: la cuestión del abuso de menores a cargo de sacerdotes se aborda como un tema que vende, está en los medios durante una semana y se pasa a otro tema. Eso es esporadizar la cuestión de los derechos humanos, y ayuda al desconcierto general de la población. Lo que mueve es la venta: se toma un tema de DDHH como si fuera de farándula, y así no se construye una conciencia en el pueblo, así se lo banaliza.” También para Ana Chávez, del Servicio Paz y Justicia, el rédito influye en las reglas de la cobertura: salto de un tema a otro, superficialidad e impacto. “La TV es parte de una estructura de mercado y es parte, también, del sistema de dominación. Cuando habla del hambre, no dice cuánto gana por difundir esa noticia, y cuánto podría ese dinero ayudar a paliarlo. Difícilmente una estructura de dominación cultural pueda ejercer la defensa de los derechos humanos. Esa es una idea ilusa. El medio está dispuesto para lograr la ganancia y el efecto.”
En relación con los méritos de figuras o espacios que, efectivamente, estarían haciendo un aporte, la mirada recala en un puñado de buenas intenciones. “Destaco a Fanny Mandelbaum o al programa ‘A Dos Voces’, de TN –dice Carmen Lapacó, de Madres Línea Fundadora–, porque creo que trabajan a favor de los derechos humanos. Tener una buena actitud es difundir todo lo que los organismos descubren a través de un medio tanpoderoso como el que disponen. Y recordar siempre a los 30 mil desaparecidos para que no vuelva a repetirse y para que los jóvenes sepan qué pasó.” Carlos Pisoni, de H.I.J.O.S., es tal vez uno de los pocos que focaliza en un espacio central de la TV abierta. “‘Kaos’ –dice– se acerca a los distintos sectores o actores de la sociedad que tienen problemáticas de derechos humanos y las refleja en crudo. Aunque ciertas veces tengamos diferencias políticas, y aunque tenga su parte amarillista, se arremangan los pantalones y se meten donde se tienen que meter. Es lo que tendrían que hacer los gobernantes: no esperar a que los chicos se mueran para hacer un plan de salvataje.” “También Víctor Hugo Morales tiene un fuerte compromiso –agrega Horacio Ravenna, de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos–: lo he visto manifestar su preocupación sobre derechos sociales y culturales. Pero en general hay un fuerte error conceptual en las coberturas: no se explica que el Estado está comprometido a garantizar los derechos. Esto se puede violar por acción u omisión, y no se lo dice por ignorancia o mala fe.”
En el extremo de la crítica contra la TV, en ese lugar que impugna una estructura y deja poco margen a la posibilidad de un cambio, María del Carmen Verdú (de la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional) dirá que “estamos podridos de ver a formadores de opinión progresistas que repiten como gansos el mismo discurso de Daniel Hadad o Marcelo Longobardi con un ropaje distinto. Estoy pensando en los movileros de los noticieros: en medio de la tensión generada en el Puente Pueyrredón hablaban de una banda que iba a salir a pelear con la policía. En la cobertura hubo horrores de información”. “Lamentablemente –asegura Leonel Curutchague (de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre)– la TV destaca violaciones puntuales, pero no una sistematicidad. Las noticias pasan un día, y dejan de existir. Los medios hacen denuncias formales pero de nada sirve que se denuncie la muerte de un niño si no se llega al fondo: que los males son causados por una injusta distribución de la riqueza.”

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